El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La de Soria, insaciable
La sabiduría popular es mucho, a la par que inconmensurable. Estos días corre por la telefonía celular un mensaje (o msm) que dice textualmente: “Todas las presas de Gran Canaria, llenas, excepto la de Soria, que es insaciable”. Hemos tratado de desentrañar tan sencillo enunciado y nos hemos tenido que retrotraer a los tiempos del franquismo, cuando era obsesión inaugurar pantanos (aquí los llamamos presas), casi siempre ante la solemne y mayestática figura del Caudillo y cierra España. Eran aquellos tiempos en los que a Franco se le daba de rechupete la pesca del salmón, por mucho que los más conspicuos enemigos del régimen se empeñaran en decir que los subsecretarios se zambullían en los fríos ríos peninsulares para engancharle hermosas piezas en el anzuelo. Y ya que andamos metidos en concomitancias de pantanos y salmones, sepan que la presa de Soria no debe su nombre al presidente del Cabildo, sino al barrio sureño en que se encuentra. Y es cierto que es insaciable: todo el caudal que le entra, con la misma velocidad sale. Y cuanto más rápido es el input (con perdón), más veloz es el output (es que nos pone el puntito neocon).
La sabiduría popular es mucho, a la par que inconmensurable. Estos días corre por la telefonía celular un mensaje (o msm) que dice textualmente: “Todas las presas de Gran Canaria, llenas, excepto la de Soria, que es insaciable”. Hemos tratado de desentrañar tan sencillo enunciado y nos hemos tenido que retrotraer a los tiempos del franquismo, cuando era obsesión inaugurar pantanos (aquí los llamamos presas), casi siempre ante la solemne y mayestática figura del Caudillo y cierra España. Eran aquellos tiempos en los que a Franco se le daba de rechupete la pesca del salmón, por mucho que los más conspicuos enemigos del régimen se empeñaran en decir que los subsecretarios se zambullían en los fríos ríos peninsulares para engancharle hermosas piezas en el anzuelo. Y ya que andamos metidos en concomitancias de pantanos y salmones, sepan que la presa de Soria no debe su nombre al presidente del Cabildo, sino al barrio sureño en que se encuentra. Y es cierto que es insaciable: todo el caudal que le entra, con la misma velocidad sale. Y cuanto más rápido es el input (con perdón), más veloz es el output (es que nos pone el puntito neocon).