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Suárez Gil pide que su ex lo mantenga

José Miguel Suárez Gil, el ex presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, es un personaje de otra época. O de esta época pero sacado de manera traumática, sin cambiarle ni siquiera el peinado ni el terno, de una película de Torrente. A pesar de estar forzosamente apartado de la vida pública, donde nadie quiere compartir con él otra cosa que no sea cruzar a la acera de enfrente, se dedica exclusivamente a eludir el auto de prisión que le ha caído encima tras violar más de un centenar de veces la orden de alejamiento que tiene respecto a su ex esposa, Josefina Navarrete, a la que un día de enero del año pasado encañonó al tiempo que, muy en la línea diarreica del personaje, le preguntaba dónde quería el primer tiro, si en la cabeza o si en el corazón. Además de luchar a brazo partido junto a su intrépido abogado por eludir la cárcel, Suárez Gil no ceja en su empeño de mortificar a su víctima, ora violando ese alejamiento, ora denunciándola por las más peregrinas circunstancias? O pidiéndole una pensión compensatoria ¡de 3.000 euros! Como lo leen, el sufrido esposo que fue condenado a dos años de cárcel por amenazas y coacciones, el augusto hidalgo que pasó gran parte de su vida estirado como un garrote, tirando de Visa Oro y desplazándose en coche negro oficial o semi-oficial, requiriendo pasarse a la condición de mantenido por una mujer sobre la que actuó del modo machista y violento de todos conocido. No dejará de sorprendernos el Zorro Plateado.

José Miguel Suárez Gil, el ex presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, es un personaje de otra época. O de esta época pero sacado de manera traumática, sin cambiarle ni siquiera el peinado ni el terno, de una película de Torrente. A pesar de estar forzosamente apartado de la vida pública, donde nadie quiere compartir con él otra cosa que no sea cruzar a la acera de enfrente, se dedica exclusivamente a eludir el auto de prisión que le ha caído encima tras violar más de un centenar de veces la orden de alejamiento que tiene respecto a su ex esposa, Josefina Navarrete, a la que un día de enero del año pasado encañonó al tiempo que, muy en la línea diarreica del personaje, le preguntaba dónde quería el primer tiro, si en la cabeza o si en el corazón. Además de luchar a brazo partido junto a su intrépido abogado por eludir la cárcel, Suárez Gil no ceja en su empeño de mortificar a su víctima, ora violando ese alejamiento, ora denunciándola por las más peregrinas circunstancias? O pidiéndole una pensión compensatoria ¡de 3.000 euros! Como lo leen, el sufrido esposo que fue condenado a dos años de cárcel por amenazas y coacciones, el augusto hidalgo que pasó gran parte de su vida estirado como un garrote, tirando de Visa Oro y desplazándose en coche negro oficial o semi-oficial, requiriendo pasarse a la condición de mantenido por una mujer sobre la que actuó del modo machista y violento de todos conocido. No dejará de sorprendernos el Zorro Plateado.