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Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

Suárez Gil, por la puerta principal de Granadera

Un coche Zeta de la Policía Nacional que se había quedado sin batería provocó un incidente inesperado en los Juzgados de Granadera Canaria, en Las Palmas de Gran Canaria. El vehículo se quedó atorado en la rampa que conduce a los subterráneos del edificio, donde se encuentran los garajes y los calabozos y por donde entran los coches que conducen a los detenidos o a los presos que son llamados a comparecer. En este último grupo de invitados se encontraba este martes uno de los preventivos más conocidos de cuantos se encuentran en estos momentos en la prisión provincial del Salto del Negro, José Miguel Suárez Gil. Los agentes de conducción que lo bajaron hasta Granadera Canaria se vieron obligados a detenerse en plena calle y desde allí hacer entrar al preso hasta el juzgado de Violencia sobre la Mujer, ante el que debía comparecer para que le fuera comunicada la orden de alejamiento y de prohibición de comunicación respecto a su esposa, la abogada Josefina Navarrete. Fue entonces cuando los presentes vieron a un Zorro Plateado desmejorado y casi desconocido, que entraba escoltado pero sin esposas. Si la juez atiende la petición de la Fiscalía, pronto estará en libertad pendiente de que su causa se tramite como diligencias previas.

Un coche Zeta de la Policía Nacional que se había quedado sin batería provocó un incidente inesperado en los Juzgados de Granadera Canaria, en Las Palmas de Gran Canaria. El vehículo se quedó atorado en la rampa que conduce a los subterráneos del edificio, donde se encuentran los garajes y los calabozos y por donde entran los coches que conducen a los detenidos o a los presos que son llamados a comparecer. En este último grupo de invitados se encontraba este martes uno de los preventivos más conocidos de cuantos se encuentran en estos momentos en la prisión provincial del Salto del Negro, José Miguel Suárez Gil. Los agentes de conducción que lo bajaron hasta Granadera Canaria se vieron obligados a detenerse en plena calle y desde allí hacer entrar al preso hasta el juzgado de Violencia sobre la Mujer, ante el que debía comparecer para que le fuera comunicada la orden de alejamiento y de prohibición de comunicación respecto a su esposa, la abogada Josefina Navarrete. Fue entonces cuando los presentes vieron a un Zorro Plateado desmejorado y casi desconocido, que entraba escoltado pero sin esposas. Si la juez atiende la petición de la Fiscalía, pronto estará en libertad pendiente de que su causa se tramite como diligencias previas.