El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Montelongo, digna antecesora de Monago
Águeda Montelongo no pasará a la historia de la política de Canarias por su empeño en desentrañar los contratos del ente público Radiotelevisión Canaria, causa muy encomiable si no fuera por los modales que utiliza y por la complicidad que su propio partido (el PP) ejerció durante la etapa que ella analiza con dudosa fortuna. Más hacemos los medios informativos con el rigor al que estamos obligados que la señora diputada, secretaria segunda del Parlamento canario, con su desmedida pasión, consecuentemente más ciega que racional, y la fanfarria propagandística de la que se hace acompañar cada vez que gira una visita técnica, ora a las dependencias de la tele pública, ora a una unidad móvil apostada en una acera para ver si al realizador se le escapa un plano de más de uno de sus adversarios políticos. No, no pasará a la historia del parlamentarismo por su labor como representante ciudadana, sino más bien por la dura contradicción que supone verla enfrascada en esos menesteres fiscalizadores al tiempo que responde ante la justicia por los presuntos delitos de prevaricación y malversación de fondos públicos, dos figuras penales que en un político resultan sumamente graves. El primero consiste en dictar una resolución injusta a sabiendas, y el segundo, destinar dinerito de todos a fines no previstos, lo que supone una quiebra importante en los valores que teóricamente alimentan la confianza del ciudadano en sus representantes. Montelongo está imputada por un asunto que descubrió este periódico en 2011, y al contrario de lo que es habitual, en este caso sí hubo un denunciante que acudió a la justicia a poner aquellos hechos en su conocimiento, lo que ha permitido unir a las responsabilidades políticas jamás asumidas la posibilidad de que la imputada responda penalmente por su comportamiento en el llamado caso Patronato.
Cosas por las que sí pasará a la historia
Águeda Montelongo acumula un abultado currículo político que gracias al desolador panorama que dibuja la política española en estos momentos, pasa casi desapercibido. Fue consejera de Empleo y Asuntos Sociales en el Gobierno de Canarias (2003-2005), ocupación de la que no dejó otra huella que el despropósito. En materia de Empleo, tuvo que ser llamada al orden por el presidente de entonces, Adán Martín, al repartir los fondos con claros criterios partidistas; y en el capítulo de menores inmigrantes, su criterio para repartirlos entre las islas hizo saltar a todos los cabildos no gobernados por su partido. Otros episodios lamentables figuran en su hoja de servicios, como aquel en el que no dejó una partida de golf en Fuerteventura mientras a pocos kilómetros del hoyo que estaba jugando moría una veintena de inmigrantes al naufragar su patera. En el aspecto orgánico, preside el PP de Fuerteventura, donde entró como elefante en cacharrería provocando la marcha de los que marcó con la cruz de la desafección y beneficiando –incluso con contratos públicos- a los que le son leales. Pero, como a Cristina Tavío el caso Bragagate, lo que marcará para siempre su bagaje político será el caso Patronato.
La antecesora del monaguismo
El asunto que ha llevado a Aguedita ante la justicia puede considerarse digno precursor de lo que en estos momentos tiene contra las cuerdas al presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, sorprendido por su propio partido (que es el que ha filtrado los papeles que lo han dejado en pelota picada, con perdón), viajando reiteradamente a Tenerife con el talonario de viajes del Senado a visitar para su novia. Se trata de pequeñas cantidades, o al menos son pequeñas las cantidades descubiertas. Porque la racanería de estos representantes públicos llega a tales extremos que la diputada majorera responde por la malversación de pagos de habitaciones de hotel y coches de alquiler, y el extremeño por billetes de avión en primera clase, importes que muy bien habrían podido pagarse de su bolsillo los beneficiarios dadas las nóminas que los españoles les pagamos para que ejerzan sus funciones. Pero es un síntoma preocupante del comportamiento con el que evidentemente se han venido conduciendo con el descaro del que se cree impune o el más listo de la clase. Y si Monago declaró en un principio –seguramente ignorando que la prensa tenía pruebas documentales de lo que publicaba- que él había sido muy honesto y que viajaba a Canarias a reforzar el trabajo de los senadores isleños, Montelongo se ha empeñado también en reducir al rango de “error” que el Patronato de Turismo que dirigía pagara cuchipandas a altos cargos del PP y falsificara acto seguido las facturas para hacerlas pasar por otra cosa distinta. De ahí que, a los delitos de prevaricación y malversación ya relatados, hubiera sido menester que la magistrada Bellini añadiera el de falsedad documental.
Imposible que sea un error
Precisamente la manipulación de las facturas que pagó el Patronato de Turismo de Fuerteventura para poder cubrir las cuchipandas de altos cargos del PP convierte en imposible que haya habido un error, como argumentó desde el primer momento la diputada imputada y como coreó todos a una su partido cuando publicamos todos los datos de este escándalo. Un error hubiera sido que el operario del Patronato encargado de los pagos se equivocara y pasara a las cuentas del organismo público lo que debió cargar a las del Partido Popular de Fuerteventura. Fue lo que trataron de endosarle a un cargo de confianza en un primer momento, pero al apreciar el tamaño del marrón que se le venía encima, el chivo expiatorio se desdijo y aseguró que siempre actuó por indicación de sus superiores. No puede tratarse de un error que alguien transforme una factura de un hotel girada al Patronato a nombre del actual secretario de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos, y sustituya su nombre por el de una actriz mexicana de culebrones para hacer creer a quien fiscalizara que se trataba de una invitación promocional. Y si esa manipulación es reiterativa, como parece que ocurría durante el mandato de la señora Montelongo, entramos ya en el terreno de la premeditación jurídica y del cachondeo administrativo y político. José Antonio Monago ha terminado por anunciar que devolverá al Senado el dinero indebidamente gastado en viajes de índole personal, lo que constituye un flagrante reconocimiento de que esos pagos irregulares se produjeron. Lo mismo hizo el PP cuando este periódico descubrió el caso Patronato, devolver los dineros de los convites en un inmediato reconocimiento de que Montelongo y los suyos habían sido sorprendidos con las manos en la lata del gofio. Pero lo que ha terminado por confirmar el poco peso de la excusa del error fue el comportamiento mostrado este miércoles por Águeda Montelongo a la salida del Palacio de Justicia de la Plaza de San Agustín. Si tan segura está de su coartada, ¿por qué pretendía la imputada zafarse de la prensa sin reiterarla? Fue necesario que durante medio centenar de metros los periodistas literalmente la achucharan para que dijera algo, eso sí, visiblemente contrariada seguramente por el mal trago que acababa de pasar ante la magistrada Bellini durante más de dos horas de comparecencia.
“Cara a cara” entre Galdós y Federico Utrera
La Casa Museo Pérez Galdós de Gran Canaria (calle Cano, 6) acogerá este jueves, 13 de noviembre, un singular debate. Por un lado, el “maestro” Benito Pérez Galdós, escritor, corresponsal parlamentario y diputado. Y por el otro, alguien que se considera “discípulo”, el también escritor, corresponsal parlamentario, profesor universitario y doctor en Comunicación, Federico Utrera. Este “cara a cara” consistirá en reproducir textualmente las enseñanzas más humanas que Galdós impartía en sus libros y en cómo las ha interpretado y puesto en práctica el alumno en los suyos. Concretamente en una faceta muy especial: porque el Galdós que le interesa a Utrera es el mudéjar, simbiosis, síntesis o mestizaje entre lo cristiano, judío y musulmán. La España de las tres culturas a través de los libros y la literatura. La de ayer y la de hoy. Junto a su visión política y ciudadana, parcela que ahora ha vuelto a ponerse de moda casi por necesidad. No se lo pierdan.
Galdós ya “inventó” las “castas”
Porque Galdós sigue estando en plena vigencia y de máxima actualidad: “No estorbemos a la justicia sino a la desenfrenada arbitrariedad y al furor vengativo. No temamos que nos llamen anarquistas o anarquizantes, que esta resucitada Inquisición ha descubierto el ardid de tostar a los hombres en las llamaradas de la calumnia. Ya nos han dividido en dos castas: buenos y malos. No nos turbemos ante esta inmensa ironía. Rellenemos las filas de los malos que burla burlando, a la ida contra el enemigo, seremos más, y a la vuelta los mejores”. No es pues la “casta” un invento del siglo XXI. Ya en esto, como en tantas otras cosas, Galdós mostraba su modernidad. Y a ella nos enfrentará Federico Utrera.
Águeda Montelongo no pasará a la historia de la política de Canarias por su empeño en desentrañar los contratos del ente público Radiotelevisión Canaria, causa muy encomiable si no fuera por los modales que utiliza y por la complicidad que su propio partido (el PP) ejerció durante la etapa que ella analiza con dudosa fortuna. Más hacemos los medios informativos con el rigor al que estamos obligados que la señora diputada, secretaria segunda del Parlamento canario, con su desmedida pasión, consecuentemente más ciega que racional, y la fanfarria propagandística de la que se hace acompañar cada vez que gira una visita técnica, ora a las dependencias de la tele pública, ora a una unidad móvil apostada en una acera para ver si al realizador se le escapa un plano de más de uno de sus adversarios políticos. No, no pasará a la historia del parlamentarismo por su labor como representante ciudadana, sino más bien por la dura contradicción que supone verla enfrascada en esos menesteres fiscalizadores al tiempo que responde ante la justicia por los presuntos delitos de prevaricación y malversación de fondos públicos, dos figuras penales que en un político resultan sumamente graves. El primero consiste en dictar una resolución injusta a sabiendas, y el segundo, destinar dinerito de todos a fines no previstos, lo que supone una quiebra importante en los valores que teóricamente alimentan la confianza del ciudadano en sus representantes. Montelongo está imputada por un asunto que descubrió este periódico en 2011, y al contrario de lo que es habitual, en este caso sí hubo un denunciante que acudió a la justicia a poner aquellos hechos en su conocimiento, lo que ha permitido unir a las responsabilidades políticas jamás asumidas la posibilidad de que la imputada responda penalmente por su comportamiento en el llamado caso Patronato.