El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Un tramposo asesorando a la consejera
Si, como reitera Fernando Bañolas, la empresa Lifeblood trató de meterle una bomba de relojería dentro del Servicio Canario de Salud cuando, estallado el escándalo, propuso suspender el concurso y volverlo a convocar con otras bases, y si, como también sostiene el consejero, Javier Artiles asesoraba en aquellos momentos a ese departamento, debemos concluir sin devanarnos mucho el cerebro que este abogado hizo trampas a sus asesorados públicos. Porque al día de la fecha parece más que evidente que Javier Artiles es el cerebro de Lifeblood, a quien asesoró de manera destacada y sobre el que hizo todas las gestiones habidas y por haber, desde conseguir una empresa expres en el vivero de Gürtel hasta gestionar los avales ante las entidades bancarias. Pero, a mayor abundamiento, si el señor Artiles trabajaba para el Servicio Canario de Salud y para Lifeblood, y a su vez era y sigue siendo socio de Avericum, la empresa que se presentó junto a Baxter al mismo concurso, la pregunta más sencilla de despejar sería la siguiente: ¿Para quién no trabajaba este ilustre letrado? Lo más probable es que, ante tal cúmulo de ocupaciones, no tuviera tiempo para dedicarse a buscar mecenas para la campaña electoral del PP.
Si, como reitera Fernando Bañolas, la empresa Lifeblood trató de meterle una bomba de relojería dentro del Servicio Canario de Salud cuando, estallado el escándalo, propuso suspender el concurso y volverlo a convocar con otras bases, y si, como también sostiene el consejero, Javier Artiles asesoraba en aquellos momentos a ese departamento, debemos concluir sin devanarnos mucho el cerebro que este abogado hizo trampas a sus asesorados públicos. Porque al día de la fecha parece más que evidente que Javier Artiles es el cerebro de Lifeblood, a quien asesoró de manera destacada y sobre el que hizo todas las gestiones habidas y por haber, desde conseguir una empresa expres en el vivero de Gürtel hasta gestionar los avales ante las entidades bancarias. Pero, a mayor abundamiento, si el señor Artiles trabajaba para el Servicio Canario de Salud y para Lifeblood, y a su vez era y sigue siendo socio de Avericum, la empresa que se presentó junto a Baxter al mismo concurso, la pregunta más sencilla de despejar sería la siguiente: ¿Para quién no trabajaba este ilustre letrado? Lo más probable es que, ante tal cúmulo de ocupaciones, no tuviera tiempo para dedicarse a buscar mecenas para la campaña electoral del PP.