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Víctimas ajenas, escándalo con sordina

La desproporción mostrada este jueves por la prensa grancanaria es digna de analizar, porque puesto este caso de la AD Siete Palmas en relación con el del Club Natación Las Palmas en 2004 o con el de la red de pornografía pederasta detectada hace unos meses en las islas, se detecta enseguida el rasero a emplear. Si un profesor del colegio Claret aparece vinculado a una trama de presuntos pedófilos adultos que durante años han estado protagonizando vídeos pornográficos con menores de países subdesarrollados, sobre el caso se aplica sordina por el prestigio del centro, por las relaciones sociales de los implicados y porque las víctimas no son nuestras víctimas, son pobres y de fuera. Y si el presunto autor de los abusos es un conocido periodista de Tenerife, propietario de un canal de televisión, la noticia se silencia por completo (perro no come carne de perro, dice la desafortunada máxima periodística). Con una diferencia sustancial: sobre Paco Padrón pesa una petición fiscal de hasta dieciocho años de prisión después de varios años de investigaciones de la Guardia Civil con pinchazos y seguimientos que han conducido a un sumario bastante abultado. No hace tanto desde que los directores de los principales medios informativos canarios entonaron el mea culpa por el penoso patinazo colectivo cometido sobre el joven al que entre todos condenamos por la muerte accidental de una menor de tres años en el sur de Tenerife.

La desproporción mostrada este jueves por la prensa grancanaria es digna de analizar, porque puesto este caso de la AD Siete Palmas en relación con el del Club Natación Las Palmas en 2004 o con el de la red de pornografía pederasta detectada hace unos meses en las islas, se detecta enseguida el rasero a emplear. Si un profesor del colegio Claret aparece vinculado a una trama de presuntos pedófilos adultos que durante años han estado protagonizando vídeos pornográficos con menores de países subdesarrollados, sobre el caso se aplica sordina por el prestigio del centro, por las relaciones sociales de los implicados y porque las víctimas no son nuestras víctimas, son pobres y de fuera. Y si el presunto autor de los abusos es un conocido periodista de Tenerife, propietario de un canal de televisión, la noticia se silencia por completo (perro no come carne de perro, dice la desafortunada máxima periodística). Con una diferencia sustancial: sobre Paco Padrón pesa una petición fiscal de hasta dieciocho años de prisión después de varios años de investigaciones de la Guardia Civil con pinchazos y seguimientos que han conducido a un sumario bastante abultado. No hace tanto desde que los directores de los principales medios informativos canarios entonaron el mea culpa por el penoso patinazo colectivo cometido sobre el joven al que entre todos condenamos por la muerte accidental de una menor de tres años en el sur de Tenerife.