El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Pero, ¿vienen los rusos?
La decisión del Tribunal Supremo de dejar a Puerto Feliz sin perritas de los contribuyentes obligará a sus promotores a rascarse el bolsillo y financiar los 70 millones de euros que ellos mismos dicen que va a costar el proyecto. Es una infraestructura necesaria porque la escasez de atraques y de oferta para el turismo náutico es palmaria en Gran Canaria, donde es verdad que la burocracia ha aburrido a unos cuantos. Su situación como el puerto deportivo más cercano a Las Palmas de Gran Canaria ya era un atractivo para muchos propietarios de embarcaciones que han de pasar ahora mismo por el aro de los pocas marinas existentes. Pero el anuncio del Cabildo de que hay un grupo ruso interesado en invertir 1.600 millones de euros en una suerte de complejo luxurioso en Tarajalillo incrementó de manera exponencial el valor de esa inversión del grupo Satocan. Un proyecto, el de los rusos, que por cierto exige también pasar por el exprimidor la legalidad vigente para adaptar el planeamiento insular y municipal (San Bartolomé de Tirajana) a las pretensiones de esos supuestos inversores. Resulta curioso contemplar cómo con una moratoria de 14 años de vigencia, con la confirmación reciente de que los hoteles de cuatro estrellas van a estar particularmente restringidos, alguien pueda pensar que se puede dar vía libre (y rápida) a una pretensión así. Porque en Tarajalillo ni siquiera hay un suelo urbanizado, con sus calles y farolas, pendiente de que se levante la moratoria, sino un suelo rústico, mondo y lirondo, que hay que recalificar desde cero con todas sus tramitaciones, sus informaciones públicas, sus cesiones, sus dotaciones, etcétera. Mientras tanto, miles y miles de camas calificadas en urbanizaciones ya consolidadas en el mismo municipio matan moscas con el rabo. Si alguien lo entiende, que lo compre.
La decisión del Tribunal Supremo de dejar a Puerto Feliz sin perritas de los contribuyentes obligará a sus promotores a rascarse el bolsillo y financiar los 70 millones de euros que ellos mismos dicen que va a costar el proyecto. Es una infraestructura necesaria porque la escasez de atraques y de oferta para el turismo náutico es palmaria en Gran Canaria, donde es verdad que la burocracia ha aburrido a unos cuantos. Su situación como el puerto deportivo más cercano a Las Palmas de Gran Canaria ya era un atractivo para muchos propietarios de embarcaciones que han de pasar ahora mismo por el aro de los pocas marinas existentes. Pero el anuncio del Cabildo de que hay un grupo ruso interesado en invertir 1.600 millones de euros en una suerte de complejo luxurioso en Tarajalillo incrementó de manera exponencial el valor de esa inversión del grupo Satocan. Un proyecto, el de los rusos, que por cierto exige también pasar por el exprimidor la legalidad vigente para adaptar el planeamiento insular y municipal (San Bartolomé de Tirajana) a las pretensiones de esos supuestos inversores. Resulta curioso contemplar cómo con una moratoria de 14 años de vigencia, con la confirmación reciente de que los hoteles de cuatro estrellas van a estar particularmente restringidos, alguien pueda pensar que se puede dar vía libre (y rápida) a una pretensión así. Porque en Tarajalillo ni siquiera hay un suelo urbanizado, con sus calles y farolas, pendiente de que se levante la moratoria, sino un suelo rústico, mondo y lirondo, que hay que recalificar desde cero con todas sus tramitaciones, sus informaciones públicas, sus cesiones, sus dotaciones, etcétera. Mientras tanto, miles y miles de camas calificadas en urbanizaciones ya consolidadas en el mismo municipio matan moscas con el rabo. Si alguien lo entiende, que lo compre.