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A vueltas con un espacio adecuado

Para abrir el debate ciudadano, al alcalde Cardona no se le ocurrió cosa mejor que lanzar un anuncio, que los grandes acontecimientos festivaleros y carnavaleros desaparecerán del parque de Santa Catalina, para lo cual añadió al factor “parque temático” el de los ruidos e incomodidades que sufren los vecinos. La concejala de Cultura, Isabel García Bolta, contribuyó acto seguido un poco más a la ceremonia de la confusión alimentando las quejas vecinales y las dudas sobre la reubicación de los grandes fastos que tienen Santa Catalina como escenario. Porque si esos actos molestan a los vecinos del parque, ¿acaso no molestarían en los otros lugares insinuados como posibles por la autoridad municipal, por su puesto competente? Ni el alcalde ni la concejala de Cultura midieron sus palabras, ni consultaron con los especialistas en Protección Civil, ni con tráfico, ni con los expertos en aforo humano antes de lanzar lugares como el Parque Juan Pablo II, el Parque de la Música o Parque Doramas. En ninguno de esos lugares, por ejemplo, cabría un festival como el Womad, que ya fue trasladado desde Las Canteras precisamente por las quejas vecinales y de los usuarios de la playa. El debate, como siempre, hace aflorar la tremenda ausencia de un parque urbano como el de El Rincón, ahogado en burocracia e ineptitudes compartidas, cuando no en la inevitable sospecha de que nada opera positivamente en el urbanismo de la ciudad si no hay pelotazo de por medio.

Para abrir el debate ciudadano, al alcalde Cardona no se le ocurrió cosa mejor que lanzar un anuncio, que los grandes acontecimientos festivaleros y carnavaleros desaparecerán del parque de Santa Catalina, para lo cual añadió al factor “parque temático” el de los ruidos e incomodidades que sufren los vecinos. La concejala de Cultura, Isabel García Bolta, contribuyó acto seguido un poco más a la ceremonia de la confusión alimentando las quejas vecinales y las dudas sobre la reubicación de los grandes fastos que tienen Santa Catalina como escenario. Porque si esos actos molestan a los vecinos del parque, ¿acaso no molestarían en los otros lugares insinuados como posibles por la autoridad municipal, por su puesto competente? Ni el alcalde ni la concejala de Cultura midieron sus palabras, ni consultaron con los especialistas en Protección Civil, ni con tráfico, ni con los expertos en aforo humano antes de lanzar lugares como el Parque Juan Pablo II, el Parque de la Música o Parque Doramas. En ninguno de esos lugares, por ejemplo, cabría un festival como el Womad, que ya fue trasladado desde Las Canteras precisamente por las quejas vecinales y de los usuarios de la playa. El debate, como siempre, hace aflorar la tremenda ausencia de un parque urbano como el de El Rincón, ahogado en burocracia e ineptitudes compartidas, cuando no en la inevitable sospecha de que nada opera positivamente en el urbanismo de la ciudad si no hay pelotazo de por medio.