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El Womad que Cardona decidió perder

Avisados quedan: a partir de estos momentos el PP desplegará todos sus misiles tierra-tierra para tratar de desacreditar la iniciativa del Cabildo de Fuerteventura de organizar el Womad en Gran Tarajal. Ha sido la noticia cultural del mes, y así lo reflejó de inmediato la mayoría de la prensa de Canarias, cuyos responsables culturales valoran la calidad de un acontecimiento que jamás debió abandonar tierras canarias, y menos por el sectarismo de quienes no ven más allá de su propio ombligo y de los ombligos de sus asesores culichichis. Fuerteventura le ha echado la pata por delante a un alcalde que tuvo el suficiente cuajo para ponerse serio y pedir a los suyos que respaldaran en junio pasado una moción del PSOE pidiendo el regreso del festival. Y, como decíamos hace tan solo unos días, a continuación no mover un solo dedo por ejecutar tal acuerdo. Más bien al contrario: Cardona ha activado a su concejal de Cultura en la sombra, Miguel Ramírez, el colorao, para organizar un postizo de Womad para el mismo mes de noviembre, y por un precio -300.000 euros- que será superior a lo que el Cabildo de Fuerteventura desembolsará por el auténtico. Pero para tapar sus inmundicias, el PP lanzará a algunos de sus dardos envenenados: que si Mario Cabrera hará un festival electoralista (como si el Cardomad no lo pretendiera ser), que si se gastará dinero público para usar el Womad contra las prospecciones… El intento de descrédito solo se podrá superar con el éxito que, con casi total seguridad, tendrá la convocatoria de Gran Tarajal, una localidad que se convertirá los próximos meses en la más cercana a las prospecciones de Repsol. Si Cabrera y los suyos no aprovecharan la coyuntura sería para matarlos, desde luego. Porque es evidente que la filosofía de Womad se acerca más a los planteamientos ambientales que defiende el presidente del Cabildo de Fuerteventura que a las ocurrencias del acalde Cardona, que no solo defiende a capa y espada el petróleo, por convicción y por obediencia al altísimo, sino que ha sido capaz hasta de proponer La Isleta como lugar idóneo para una regasificadora.

Todo lo que frustra el alcalde

Con la pérdida del festival, ahora sí parece que irremediablemente, el alcalde Cardona ha renunciado a que su ciudad regrese al mapa de los acontecimientos culturales de resonancia internacional y a reforzar con él su aparente apuesta por la internacionalización de la ciudad en dirección a África. También ha renunciado al retorno económico que, evidentemente, este tipo de actos multitudinarios comporta para la hostelería, el transporte o el comercio. Además, le puede suponer un desgaste electoral entre el público asiduo al Womad. Naturalmente lo que pierde Las Palmas de Gran Canaria lo va a ganar Fuerteventura, no solo el municipio de Tuineje, donde se encuentra la localidad de Gran Tarajal. Y lo que es todavía más sangrante para el PP, por mucho que les cueste reconocerlo: Fuerteventura y su batalla contra las prospecciones y en favor de las energías renovables y el medio ambiente, se anotará un tanto inigualable en el mismo mes en que está prevista la consulta popular que tanto repugna a los populares, como evidenció este mismo jueves su portavoz parlamentaria María Australia Navarro. Por lo tanto, Cardona y su partido pierden por partida doble. Pero sin duda quien más pierde es el ciudadano de Gran Canaria, que ve frustrada una ilusión colectiva abrigada durante estos años. Cardona y el PP lo han querido así, y ahora, a apechugar.

Subinspector Sosa, del porno al banquillo

Ya tienen a su disposición la última noticia en torno al caso del subinspector de la Policía Canaria Carmelo Sosa, un ejemplo evidente de lo mal que se han hecho las cosas en ese cuerpo que jamás debió haberse creado y que ha supuesto, entre inversiones, motos de nieve y diversas milongas, millones de euros para el erario público. Carmelo Sosa ha pasado de protagonizar una película porno vestido con el uniforme de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria, a ser uno de los acusados de varios delitos cometidos presuntamente contra un ciudadano, al que el subinspector y otros agentes trataron de endilgar un delito de atentado a la autoridad en los carnavales de 2013, al parecer con la intención de ganar méritos para la plaza que ahora ocupa. Sosa escapó de un expediente disciplinario en la Policía Local porque la alcaldesa de entonces, Pepa Luzardo, hizo que todo el mundo mirara para otro lado y lo dejaran irse de rositas. El actor porno era novio de la hija de la pareja de la alcaldesa. Lejos de salir escopeteado y dejar los uniformes para los que saben defenderlos con honra, Carmelo Sosa fue reclutado por la Policía Canaria donde, ya ven, ha alcanzado nada menos que el rango de subinspector, seguramente ante la amplia desbandada de policías cualificados que ese cuerpo ha venido protagonizando desde su creación. Ahora se enfrenta nada menos que a una petición del Ministerio Fiscal de seis años de prisión por pegarle una hostia a un subordinado y endilgar atentado a la autoridad a un detenido. Todo ello, presuntamente, claro. Lo que no es tan presunto es el fracaso estrepitoso del Cuerpo General de la Policía Canaria, una ensoñación nacionalista que solo ha servido de momento para crear problemas y alejarse descaradamente de los fines que el Estatuto de Autonomía le confiere. Quizás sea bueno disolverlo en medio de una verdadera ley de coordinación de las policías locales de Canarias que las convierta en un cuerpo más eficiente y menos navajero.

El desnorte de la Televisión Canaria

Y ya que hablamos de creaciones nacionalistas, en el terreno opuesto a la Policía Canaria se encuentra la radiotelevisión pública de Canarias, un medio por principios imprescindible para la articulación de esta sociedad tan desestructurada en todos los sentidos. Su fracaso no ha sido de audiencia, ni siquiera económico, si se le compara con otras televisiones autonómicas y, cómo no, con el gran agujero de credibilidad, de pérdida de audiencia y de déficit económico que es Televisión Española. Lo malo de la tele canaria ha sido su gestión, salpicada desgraciadamente estos últimos años por acontecimientos que jamás debieron producirse, por concursos mal planteados y peor resueltos, por caudillismos a todas luces innecesarios y nocivos para su continuidad. La marcha del consejero Miguel Guerra García de Celis, que fue propuesto en su día por Coalición Canaria pero que, como consecuencia de las derivas nacionalistas lo es hoy por Nueva Canarias, se ha convertido en la guinda de todos los despropósitos vividos en ese consejo de administración. O presunto consejo de administración. Porque es evidente que ese órgano llamado a controlar la televisión en nombre del Parlamento hace mucho tiempo que no sirve absolutamente para nada. Los poderes que se ha atribuido más allá de la ley el director general, Willy García, y la desidia de los grupos parlamentarios, ¡de todos los grupos parlamentarios!, por reconducir una situación calamitosa han desembocado en un bochorno general que no se salva ni siquiera recurriendo a la respuesta de la audiencia o rindiendo la sumisión debida al poder ejecutivo. Desde 2012, la RTVC no tiene aprobadas sus cuentas por el órgano que debe aprobarlas; no se han visto en el consejo las de 2013, y mucho menos las de 2014. El plan de actividades, documento que ha de regir toda la programación y proyectos del ente, no se ha podido aprobar por no haber habido ni siquiera el quorum suficiente. El presupuesto, de 38 millones de euros, lo aprueba el Gobierno sin contar con el consejo de administración, en el que quedan solamente cuatro miembros de los ocho designados hace dos legislaturas por el Parlamento. Todo se ha fiado a la aprobación de la nueva ley de la radiotelevisión pública de Canarias que los más optimistas esperan que esté en vigor a finales de este año, muy a finales de este año. Será entonces cuando, en su aplicación, se elija nuevo director general y un consejo asesor para el que no va a haber cachetadas. Porque, además de no cobrar, sus miembros no pueden ser profesionales de la comunicación que ejerzan en otros medios, lo que volverá a llevar la burra al trigo de los representantes políticos, que terminarán, como ahora, vomitando sus diferencias partidistas en la mesa del consejo que ha de controlar este invento tan necesario.

La ex modelo de Soria, enchufada en TVE

Lo publicaba este viernes elplural.com: La ex modelo y periodista que Soria rescató de Intereconomía para hacerla asesora personal suya ya no trabaja para el Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Desde hace dos meses esa relación profesional se quebró, pero la asesora, de nombre María Zabay, no se ha quedado en la estacada, es más, sigue trabajando para lo público. Lo hace en Televisión Española, concretamente en el programa Amigas y Conocidas, “una tertulia distendida en la que varias mujeres, dirigidas por Inés Ballester, repasan asuntos de actualidad”. El secretismo con el que se produjo aquel fichaje ha sido similar al de la salida de Zabay del entorno del ministro, que la conoció durante aquellas participaciones suyas en El Gato al Agua, el programa estrella de Intereconomía TV que catapultó a la fama nacional al presidente del PP canario. Nunca confirmaron ni desmintieron la contratación, y por supuesto nunca se supo qué funciones habría de acometer la periodista junto al ministro. Ya, como chascarrillo, vean lo que comenta elplural.com sobre “los ojitos” que la tertuliana puso al novio de una de sus compañeras de programa, Alba Carrillo, que está a punto de casarse con el tenista Feliciano López. “No soy una bruja, soy un auténtico ángel”, clamó en su defensa la ex asesora ministerial.

Avisados quedan: a partir de estos momentos el PP desplegará todos sus misiles tierra-tierra para tratar de desacreditar la iniciativa del Cabildo de Fuerteventura de organizar el Womad en Gran Tarajal. Ha sido la noticia cultural del mes, y así lo reflejó de inmediato la mayoría de la prensa de Canarias, cuyos responsables culturales valoran la calidad de un acontecimiento que jamás debió abandonar tierras canarias, y menos por el sectarismo de quienes no ven más allá de su propio ombligo y de los ombligos de sus asesores culichichis. Fuerteventura le ha echado la pata por delante a un alcalde que tuvo el suficiente cuajo para ponerse serio y pedir a los suyos que respaldaran en junio pasado una moción del PSOE pidiendo el regreso del festival. Y, como decíamos hace tan solo unos días, a continuación no mover un solo dedo por ejecutar tal acuerdo. Más bien al contrario: Cardona ha activado a su concejal de Cultura en la sombra, Miguel Ramírez, el colorao, para organizar un postizo de Womad para el mismo mes de noviembre, y por un precio -300.000 euros- que será superior a lo que el Cabildo de Fuerteventura desembolsará por el auténtico. Pero para tapar sus inmundicias, el PP lanzará a algunos de sus dardos envenenados: que si Mario Cabrera hará un festival electoralista (como si el Cardomad no lo pretendiera ser), que si se gastará dinero público para usar el Womad contra las prospecciones… El intento de descrédito solo se podrá superar con el éxito que, con casi total seguridad, tendrá la convocatoria de Gran Tarajal, una localidad que se convertirá los próximos meses en la más cercana a las prospecciones de Repsol. Si Cabrera y los suyos no aprovecharan la coyuntura sería para matarlos, desde luego. Porque es evidente que la filosofía de Womad se acerca más a los planteamientos ambientales que defiende el presidente del Cabildo de Fuerteventura que a las ocurrencias del acalde Cardona, que no solo defiende a capa y espada el petróleo, por convicción y por obediencia al altísimo, sino que ha sido capaz hasta de proponer La Isleta como lugar idóneo para una regasificadora.

Todo lo que frustra el alcalde