La batalla de Gran Canaria para proteger sus espacios naturales de la depredación de los gatos

Imagen de archivo de un gato asilvestrado con un lagarto

Natalia G. Vargas

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La sobrepoblación de gatos asilvestrados ha puesto en jaque a las especies que habitan los enclaves naturales de Gran Canaria. Cada semana, ingresan en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de la isla entre una y dos víctimas de estos animales. Sin embargo, los casos que llegan son solo ''la punta del iceberg'' de un problema mayor. ''Las lesiones que atendemos son causadas por animales domésticos. El dueño está con el gato y, cuando ve que captura a un lagarto, lo trae. Lo que no se ve son los miles de ejemplares que mueren día a día en los barrancos'', cuenta Pascual Calabuig, veterinario y responsable del centro. El pinzón azul o las crías de pardela son algunas de las aves vulnerables que se ven amenazadas por estos felinos. ''¿Vamos a proteger a los gatos y que desaparezcan otras especies por su culpa?'', se pregunta el veterinario.

El rol de los gatos se ha ido transformando con el paso del tiempo. En Canarias, comenzaron siendo animales de compañía que aportaban grandes beneficios a sus dueños. Por ejemplo, mediante la captura de roedores y el control de plagas en los entornos rurales. Ahora, las poblaciones de felinos que viven en la calle no dejan de crecer, dibujándose como una de las causas de la extinción de al menos 63 especies de vertebrados en todo el mundo: 40 aves, 21 mamíferos y dos reptiles. Así lo explica el estudio Gatos domésticos en Gran Canaria ¿Cuántos hay en los hogares de la isla? ¿Cuál es su impacto sobre las especies silvestres?, elaborado por Patricia Hernández García.

''En un sistema natural, el número de depredadores está en equilibrio con el número de posibles presas. Cada vez hay más gatos, y se les alimenta con recursos externos al ecosistema. En la actualidad, la población de lagartos y de pájaros tiene muchos más posibles predadores de los que habría naturalmente. El efecto sobre esas poblaciones es una aniquilación drástica“, asevera el biólogo del Cabildo de Gran Canaria Francisco González.

''El gato nunca fue una especie nativa de Canarias. Lo trajo el ser humano y lo ha mantenido el ser humano'', añade el experto. La introducción de especies invasoras es un fenómeno global, pero su impacto es aún mayor en los territorios insulares, recoge la investigación de Hernández García. Aún es más grave en el caso de Gran Canaria, que concentra el 39% de todas las especies amenazadas del Archipiélago y cuenta con al menos 50.000 ejemplares de gatos sueltos. La suma de estos dos elementos ha hecho que las inmediaciones de los núcleos habitados se conviertan en ''sumideros'' de especies autóctonas por el ''elevado grado de depredación''.

El Cabildo de Gran Canaria cuenta con un programa de control de especies invasoras y exóticas en espacios naturales protegidos. ''Estamos intentando detectar las colonias de gatos que están dentro o alrededor de estos entornos para sacarlas de allí'', cuenta a esta redacción el consejero insular de Medio Ambiente, Raúl García Brink. ''También deberíamos evitar que estén en las zonas tampón, es decir, en las cercanías de estos espacios protegidos, ya que se ha demostrado que el radio de acción de los felinos puede ser de seis o siete kilómetros'', añade. 

Además, con el fin de mantener el equilibrio natural entre depredadores y presas, la corporación insular prepara una campaña de sensibilización ciudadana para el próximo año. ''Los miles de gatos que puede estar esterilizando el Cabildo cada año, con las ONG y los ayuntamientos, es insuficiente'', señala García Brink. 

La Charca de Maspalomas 

La depredación en la Charca de Maspalomas es especialmente “clara y sangrante”, apunta el biólogo Francisco González. En este enclave del sur de Gran Canaria nidifican a ras de suelo especies como las aves limícolas y los chorlitejos, un ave protegida y catalogada como vulnerable. “Se produce un efecto de sinergias. Cuando las personas alimentan a los gatos, hacen que también haya alimentos a disposición de ratas y erizos, que a su vez predan sobre huevos, nidos y, si alcanzan alguna adulta, también lo hacen”, subraya el experto.

González insiste en que la Charca de Maspalomas es el punto de descanso de “muchísimas aves migratorias”. Al mismo tiempo, hay una población creciente de gatos que las cazan por instinto. “Es un punto de riqueza de avifauna que se está convirtiendo en un sumidero”, advierte. La organización SEO/Bird Life ya ha alertado de la amenaza que suponen los gatos asilvestrados para especies endémicas de Canarias, como la paloma rabiche, los paíños, las pardelas o la tarabilla canaria.

En las zonas donde hay especies sensibles, el Cabildo de Gran Canaria actúa capturando a los gatos y trasladándolos a los albergues. “Nos ponemos en contacto con los ayuntamientos, que tienen la competencia sobre estos animales, para reubicar las colonias a otros ámbitos que no generen problemas de conservación”, indica González. Otra de las herramientas que utiliza la corporación insular es el método CES (Captura, Esterilización y Suelta). 

Además de esta estrategia, el biólogo plantea como solución a la degradación de los entornos dejar de alimentar a los gatos fuera de las colonias estrictamente reguladas por los municipios y que están sujetas a la Ley de Bienestar Animal. ''Si no, lo que estamos haciendo es incrementar los gatos en situación de calle, donde están expuestos a enfermedades, contagios, atropellos o accidentes. La vida de un gato doméstico puede durar más de 20 años, pero un felino en la calle dura cinco o seis'', recuerda González. 

El pinzón azul

El Cabildo de Gran Canaria llegó a identificar una colonia de más de 30 gatos en la cumbre de la isla, en una zona de pinar donde habita el pinzón azul, especie endémica y muy amenazada. ''Cuando los pollos están saliendo a volar son súper sensibles. Los gatos los esperan en los bebederos y, cuando están indefensos, los cazan'' cuenta el veterinario Pascual Calabuig.

El biólogo Francisco González explica además que hay constancia de pinzones que han sido radiomarcados en procesos de suelta y que estos radiomarcadores han sido hallados después en excrementos de gato. “Estamos hablando de un animal doméstico [el gato] que tiene una población de decenas de miles de ejemplares, frente a una especie silvestre [el pinzón azul] que tiene en torno a 400 ejemplares. La necesidad de actuación es palmaria”, subraya el experto. 

El Centro de Recuperación de Fauna Silvestre también ha atendido a alcaravanes, otra especie migratoria y vulnerable, que presentaban desgarros musculares y en la piel por ataques de felinos asilvestrados. También han ingresado tórtolas con lesiones en el cuello. ''Los gatos, en casa. Si hay colonias, deben estar cerradas o en un lugar urbano, que es el mal menor'', propone Calabuig. El veterinario pone como ejemplo el caso del gon-gon, en Cabo Verde. Este pájaro estaba al borde de la extinción a causa de la depredación de los gatos. ''Pusimos trampas en las colonias e hicimos capturas de gatos que después eutanasiamos. En los pueblos ofrecimos cirugías gratuitas a las gatas para que no tuvieran tantas crías'', cuenta

La Ley de Bienestar Animal también ha estado en el ojo del huracán por su contenido respecto a los gatos asilvestrados. Diferentes sectores de la ciencia han exigido modificaciones de esta norma, que ''no distingue entre los gatos domésticos y los asilvestrados'' y que dificulta las labores de control de las poblaciones de gatos en la calle para frenar su depredación de especies autóctonas.

Por su parte, la ley es tajante en el modo en que las administraciones deben comprometerse para aplicar métodos éticos de control de sobrepoblaciones felinas y garantizar la biodiversidad de los ecosistemas. ''Defendíamos para la actual ley un nuevo método de gestión de las comunidades felinas que no es eliminarlos, sino gestionarlos sin hacerles daño, porque otro podría parecer una venganza'', explicó a este periódico Octavio Pérez Luzardo, catedrático de Toxicología en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Para PACMA Canarias, la solución es clara: el único método aceptado y ético es el CER y hay que ''abandonar la ineficaz y cruel opción del sacrificio''.

Por su parte, Gran Canaria apuesta por el control y la convivencia. ''Yo creo en el bienestar animal, pero este no puede estar centrado en una especie, sino en todas las posibles. Hay que tener conciencia sobre las especies invasoras, que generan un daño muy importante, como la culebra real, el cangrejo rojo o las cotorras“, sostiene el consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. ''Debemos buscar un equilibrio y defender los ecosistemas en su totalidad, teniendo en cuenta que hay espacios naturales que tenemos que proteger de manera importante'', concluye.

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