La campaña contra incendios de la isla de Gran Canaria contará con 242 profesionales, con acciones que se prolongarán hasta el 30 de octubre, con un período de máximo riesgo entre el 1 de julio y el 30 de septiembre.
El despliegue del Cabildo de Gran Canaria incluye 30 vigilantes en seis torres o puestos de vigilancia en los puntos estratégicos de Aríñez, El Pleito, Pico de la Gorra, Hierbahuerto, La Sándara y Pinos de Gáldar.
Este equipo ha incorporado a un director de extinción de incendios y tres técnicos de apoyo, para la vigilancia, prevención y acción en un total de 64.500 hectáreas, dentro de las Zonas de Alto Riesgo de Incendios Forestales (ZARI).
El Cabildo ha reforzado el equipo y equipamiento contra incendios con 25 vehículos de emergencias por un importe de 1,2 millones de euros, entre ellos autobombas, pickups y todoterrenos.
También se han incorporado a la campaña dos helicópteros con base en Artenara como eje del equipo helitransportado Presa, que incluye 43 miembros entre pilotos, técnicos y especialistas, capataces y mecánicos.
En brigadas terrestres, el número de profesionales asciende a 90, distribuidos en las bases de Las Mesas de San Mateo y Cruz Grande, en San Bartolomé de Tirajana, cada una de ellas con un vehículo todoterreno y una autobomba forestal.
El operativo incluye también 20 profesionales para patrullas que cubren la zona norte con el apoyo de cuatro vehículos con motobombas de 400 litros de capacidad cada uno.
En el equipo contra incendios también figuran directores de extinción, planificación, operaciones y logística, los agentes de la Brigada de investigación de Incendios Forestales (BIIF) y el grupo de extinción Briex.
Asimismo, gestores del centro de coordinación de incendios Cecopin, responsables de avituallamiento, y el operativo que conforman el Consorcio de Emergencias, con el apoyo si fuese necesario de los bomberos de San Bartolomé de Tirajana y Las Palmas de Gran Canaria, y los voluntarios de Protección Civil, entre otros cuerpos.
Como ha explicado en rueda de prensa el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, se ha realizado un refuerzo de todo el equipo en esta campaña con un total de 242 efectivos, 4 más que en la campaña anterior.
Además, se ha mejorado el equipamiento con la incorporación de una nodriza, vehículos y comunicación, con sistemas como Alertagran para la detección inteligente de incendios.
Se trata de “una enorme responsabilidad” de las administraciones y de la ciudadanía, por lo que se han puesto en marcha de forma continuada diferentes campañas de concienciación y prevención, como el uso de ovejas y cabras bomberos con la participación de 60 pastores de Gran Canaria, campañas de información sobre limpieza y mantenimiento de los alrededores de viviendas y fincas rurales, e iniciativas de consumo de producción local y productos kilómetro cero como la propuesta “Come paisaje”, entre otras.
Morales ha recordado que se han realizado actuaciones de vallado y desbroce, y se ha ampliado el contrato de los agentes Bravo hasta los 10 meses, así como se trabaja en agilizar los pagos y en el estatuto de bombero forestal, entre otros asuntos.
Por su parte, el jefe de Emergencias de la institución, Federico Grillo, ha destacado que el refuerzo en verano necesita del apoyo y colaboración de la ciudadanía para el cumplimiento de las recomendaciones y la prevención.
Se trata de un equipo “siempre pendiente” de la isla de Gran Canaria y que confía en “una campaña tranquila” para poder “recuperar masa forestal” tras los últimos incendios sufridos en la isla.
El inspector de la BIIF, Juan Carlos Santana, ha recordado que la prevención de los incendios forestales es “una obligación de todos” ya que en el 98% de los casos el origen del fuego se debe a la acción humana por imprudencia, ya que el ciudadano “no percibe el riesgo”.
Como ha advertido, es “muy importante eliminar cualquier riesgo, porque una chispa puede originar un incendio forestal de gran magnitud”.
En los últimos 10 años, ha indicado “en Gran Canaria no se han producido incendios por causas naturales” sino que se deben principalmente a “imprudencias recurrentes” como la quema de rastrojos en época de riesgo y sin la seguridad adecuada, el uso de maquinaria de ignición, líneas eléctricas por falta de limpieza y mantenimiento, y por artificios pirotécnicos.