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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La declaración de emergencia climática, un paso para frenar la destrucción irreversible que amenaza a Canarias

Ningún punto del mundo escapa de la amenaza climática. Desde hace ya varios años, el planeta ha puesto en sobreaviso a la población, su principal enemiga. Problemas de salud, interminables olas de calor, mayores riesgos de incendio forestal y una subida incesante del nivel del mar evidenciaron que el camino hacia la destrucción irreversible había comenzado. Sin embargo, y pese a que Canarias es un territorio especialmente vulnerable, no ha sido hasta este verano cuando algunas administraciones han decretado el estado de emergencia climática. Lanzarote y La Graciosa son las únicas Islas que se han declarado en esta situación de urgencia. Si bien es cierto que, el nuevo Gobierno autonómico y otros cabildos como el de Fuerteventura han dado también un paso al frente. 

El nuevo consejero de Transición Ecológica, el socialista José Antonio Valbuena, tras una caótica legislatura en materia medioambiental liderada por Coalición Canaria, ha anunciado la emisión de un Decreto de Emergencia Climática y la corporación majorera ha creado, por primera vez en su historia, una Consejería dedicada a la lucha contra el calentamiento global. En la provincia occidental, los ayuntamientos de La Laguna y de La Orotava también han declarado a los municipios en situación de emergencia climática. 

El concepto de emergencia climática es una herramienta de la que se sirve la política para situar esta amenaza entre los ejes prioritarios de actuación. “La emergencia entraña urgencia, movilización, cooperación y trabajo en equipo, prioridad, acelerar todos los mecanismos posibles para adaptar el territorio insular a los impactos presentes y futuros”, explica el experto Ezequiel Navío. No todos los riesgos son iguales entre islas. Navío insiste en que cada una presenta sus propias particularidades, una característica que exige distinguir “de manera unitaria entre naturaleza y nivel de riesgo y alcance de los posibles impactos”. 

El incremento del nivel del mar, los daños derivados de los fenómenos meteorológicos adversos, la expansión de especies invasoras en el medio marino y terrestre, el aumento de las sequías o el envejecimiento de la población son consecuencias comunes. Mientras tanto, “el riesgo de incendios forestales en Fuerteventura y Lanzarote es nulo en comparación con las islas que concentran alta densidad de bosques”, concreta el ambientalista. Asimismo, el aumento del nivel del mar tendrá efectos desiguales en función de la orografía costera de cada Isla.

Los efectos están aquí. La temperatura media anual en Canarias ha registrado un ascenso de entre 1,7 grados centígrados desde 1916 según los datos del Observatorio Atmosférico de Izaña. Este centro también registró 416 partes por millón de dióxido de carbono, “un valor muy representativo de la concentración de este gas en la atmósfera que interacciona con los océanos incrementando la acidez del medio marino y aumentando la retención de la radiación solar”, afirma Navío. Además, el nivel del mar en las Islas ha sido de 30 centímetros desde 1927, provocado por la “expansión térmica del océano y el deshielo”.

Refugiados climáticos 

Antes de 2050, 150 millones de personas de África, Asia y América Latina dejarán sus territorios por el cambio climático, según datos del Banco Mundial. Por ejemplo, desde 2017, pastores nómadas del norte de Senegal ya se ven obligados a modificar sus fechas de trashumancia hacia el sur ante la sequía. También destaca el caso de la comunidad Khar Yalla, desplazada al interior de Saint Louis (Senegal), donde viven en casetas cedidas por la Cruz Roja después de que la subida del nivel del mar destrozara sus casas y posesiones.

“De esta cifra, 86 millones de personas de poblaciones del África subsahariana, y con total seguridad generará impactos sociales relevantes en las zonas de influencia, y Canarias está próxima al extremo oeste del Sahel”, señala Navío. También la FAO ha advertido de que en 2017, 15 millones de personas más que el año anterior se vieron afectadas por la hambruna. “Decir que los canarios y canarias podrían convertirse también en refugiados climáticos sería una imprudencia absoluta, pero sí estimo que Canarias podría afrontar desplazamientos de refugiados africanos en escalas diferentes a las registradas hasta hoy”.