Uno de cada diez pinos canarios en La Palma es menos verde que hace un año por culpa del volcán

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —
20 de febrero de 2022 22:45 h

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El volcán de La Palma emitió tanto dióxido de azufre (SO2) como los 28 países de la Unión Europea (UE) en 2019. Este gas, principalmente producido por la combustión de carburantes fósiles, se convirtió en una especie de semáforo para medir la evolución de la actividad eruptiva en la isla. Si subían las emisiones diarias, malas noticia: al volcán le quedaba mucha guerra por dar. Si bajaban, se podría estar entrando en una fase de debilitamiento de la actividad volcánica. En todo el tiempo que la montaña de fuego que se formó en Cabeza de Vaca rugió, los pinos canarios alrededor del cráter sufrieron. Tanto, que al menos uno de cada diez es menos verde que hace un año por ello.

Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio elaborado por científicos alemanes con la participación de Manuel Nogales, investigador científico del grupo de Ecología y Evolución en las Islas y delegado del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del CSIC, y Félix Medina, biólogo de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de La Palma.

La investigación utilizó imágenes de satélite (datos de observación terrestre Sentinel-2) para analizar cambios drásticos en la biodiversidad en torno al volcán. Al comparar el verdor del pinar, se halló un “claro patrón espacial”: la mayoría de los árboles en la vertiente occidental de la dorsal de Cumbre Vieja mostraron una “fuerte disminución” del color verde de sus hojas. El descenso es visible hasta siete kilómetros al sur del cráter. La superficie afectada alcanza un 10% de todo el pinar canario de La Palma. Al menos un 5,3% de ese territorio pertenece a zonas protegidas de Natura 2000.

Lo que ha provocado este amarilleo de las hojas de los pinos canarios es lo que los expertos denominan “clorosis”. Según explican Nogales y Medina, esto se produce posiblemente por “un proceso de fotosíntesis claramente sub-óptimo”.

La clorofila, el pigmento de color verde que se encuentra en las células vegetales y el elemento más importante que participa en la obtención de energía de las plantas, se vio afectada por la ingente cantidad de aerosoles ácidos emitidos durante la erupción volcánica, mayoritariamente de SO2, que causaron una “interrupción del funcionamiento normal de la clorofila y, por tanto, de la fotosíntesis, provocando el amarilleo de los pinos”.

“Sin duda ha sido el daño más visible y reconocible en el pinar alrededor de la zona de influencia del volcán. A veces la clorosis precede a la pérdida de la mayor parte de las acículas (hojas) en los pinos”, explican los investigadores.

Aparte de ello, también se sabe que en ciertas localidades próximas al cráter se produjeron eventos puntuales de lluvia ácida que afectaron a “un número considerable de árboles, pero en menor cuantía que la clorosis”. La lluvia ácida ocasionó una coloración más rojiza en el extremo de las acículas.

Nogales y Medina no recuerdan episodios similares al acontecido en La Palma. Sí aclaran que “es posible” que alguno de los múltiples incendios forestales que ha sufrido el pinar canario produjera este amarilleo. La buena noticia es que hay motivos suficientes para creer en que los árboles se recuperarán.

“Nuestra impresión es que en su mayor parte sí”, confiesan. “Siempre queda la posibilidad de que algún ejemplar se encontrase en un estado de mayor debilidad en el momento de la erupción. Lo normal es que no todos los ejemplares fueran capaces de sobreponerse a esta situación de mayor estrés añadida por el volcán y la disminución de su capacidad fotosintética”.

Cuando la erupción finalizó y los científicos se acercaron a las zonas más dañadas, comprobaron que la clorosis no era completa en muchos pinos. “Había ejemplares cuyas acículas estaban verdes en la base y no se habían desprendido, lo que podría suponer la capacidad de salir adelante con mayor probabilidad”.

La relación del pino canario con los volcanes

Algunos pinos canarios no sobrevivieron a la erupción por evidentes razones. Los que se encontraban en el mismo espacio donde explotó el volcán murieron. Los que fueron sepultados por las coladas de lava, también. Pero la relación histórica entre estos árboles y los volcanes ha vuelto a quedar en evidencia, según destaca el artículo.

“Una imagen muy ilustrativa es la de los pinos completamente desprovistos de ramas y corteza justo en la zona de cráter del volcán, los cuales se presumían muertos”, agregan Nogales y Medina. “Sin embargo, algunos de ellos han tenido la capacidad de rebrotar, lo cual significa que a pesar de sufrir los estragos directos de la erupción, han sobrevivido. Sin duda estamos ante un organismo excepcional”.

De todos es conocida la resistencia al fuego de los pinos canarios, un árbol más fuerte y alto que sus parientes peninsulares. Esta fortaleza podría ser una consecuencia secundaria de su adaptación a los volcanes. Y los expertos aportan una explicación:

“Las épocas de lluvias, con aparato eléctrico en Canarias, se producen en los meses de otoño e invierno y vienen acompañadas por tormentas de agua. Por ello, no es lógico pensar en frecuentes episodios de incendios de origen natural en las Islas y que estos fueran la causa real de la adaptación del pino canario a las altas temperaturas y a los incendios”, apuntan.

Una tesis doctoral, publicada por José Carlos Miranda García-Rovés, ingeniero de montes, también revela cómo muchos de los pinos canarios alrededor del cráter de Hoyo Negro, situado en la fisura eruptiva del volcán de San Juan (La Palma) en 1949, rebrotaron años después de la erupción.