Un estudio internacional realizado con el telescopio espacial James Webb (JWST), en el que participa el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha descubierto una galaxia “impostora” que imita la emisión de otra ultralejana. Por otro lado, ha revelado que el universo fue capaz de producir galaxias extraordinariamente luminosas en épocas muy tempranas, cuando tenía algo menos del 3% de su edad actual.
El resultado de este estudio sugiere que estas formaron estrellas antes y más rápidamente de lo que los modelos teóricos predicen. Los resultados del estudio se publicarán en la revista Nature.
Durante los primeros meses de actividad científica del telescopio en 2022, se descubrió una cantidad sorprendentemente alta de galaxias en el universo muy distante. Entre ellas, encontraron algunas de las más antiguas jamás observadas, que se habrían formado cuando el universo tenía menos de 500 millones de años.
De hecho, una de ellas, denominada CEERS-93316, parecía estar aún más lejos y ser más luminosa, lo que podía significar un nuevo récord para la galaxia más temprana jamás observada.
Ahora, un nuevo estudio ha vuelto a observar varias de estas primeras brillantes y ha confirmado que dos de ellas, la apodada Galaxia de Maisie y CEERS2_588, son extraordinariamente jóvenes y brillantes. Estas galaxias se formaron sólo 390 y 410 millones de años después del Big Bang respectivamente, es decir, cuando el universo tenía menos del 3% de su edad actual. Además, son inesperadamente luminosas, lo que sugiere que formaron estrellas antes y más rápidamente de lo que predicen los modelos teóricos.
El equipo científico, además de confirmar la edad de dos de estas primeras galaxias, también ha desenmascarado a la aspirante a más antigua jamás observada, CEERS-93316. Aunque anteriormente se pensaba que se había formado cuando el universo tenía sólo 240 millones de años, en realidad pertenece a una época muy posterior, cuando el universo tenía 1.200 millones de años.
“La combinación muy específica de desplazamiento al rojo, un fuerte oscurecimiento por polvo y otros patrones de emisión, daría lugar a una distribución de energía que imita la emisión de una galaxia ultralejana en las imágenes, lo que llevó a confusión a los equipos que analizaron los datos anteriores de CEERS”, señala Pablo Arrabal Haro, investigador del NOIRLab.