Canarias tiene todas las condiciones para ser un referente atlántico en la lucha contra el cambio climático, que afecta especialmente a un territorio vulnerable, como es el archipiélago, si se invierte más en investigación, ámbito que representa solo el 0,4 % de su PIB.
Así lo consideran una decena de investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), que este miércoles han expuesto en rueda de prensa las evidencias científicas sobre el impacto del calentamiento global en campos como las ciencias marinas, el turismo, la sanidad, la veterinaria, las ciencias químicas, la geología o la meteorología de las islas.
Estos expertos han informado de las consecuencias que ya ocasiona en Canarias el incremento de la temperatura que se registra en la atmósfera y en el océano Atlántico por la acción del hombre, entre las que han citado el aumento del nivel del mar, que hará que las islas “pierdan toda su zona costera”.
También han alertado sobre la amenaza que este fenómeno representa para “el confort climático” que atrae a Canarias a millones de turistas cada año o sobre el peligro que conlleva para la cadena trófica la toxicidad creciente de los hábitats marinos.
Además de manifestar que hasta ahora no ha existido una voluntad política para abordar lo que el director del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible, Carmelo Léon, ha considerado “el principal problema ambiental de la humanidad por un fallo de la economía basada en los combustibles fósiles”, estos expertos han abogado por la necesidad de propiciar con urgencia en las islas el cambio de modelo energético, porque el futuro “dependerá de lo que se haga en los próximos 10 o 15 años”.
El director del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la ULPGC, Alonso Hernández, ha alertado de que entre 1900 y 2000 el nivel del mar creció 20 centímetros, a razón de dos milímetros por año, una progresión que a partir de 2000 se “ha acelerado más del 50 por ciento -3,4 milímetros por año- y que se prevé que sea de 8 milímetros por año en este mismo siglo por el deshielo de Groenlandia y del Ártico.
Hernández ha recalcado que Canarias puede ser una ventana de oportunidad en la lucha contra el calentamiento global por su condición de islas oceánicas, que podrían operar como laboratorio en el que poner en práctica o ensayar medidas que contribuyan a mitigar los efectos de este fenómeno en muchas partes del planeta.
Sin embargo, ha considerado que para ello es preciso dotar a las islas, y más concretamente a la ULPGC, de un buque oceanográfico, que ayude a los investigadores en ciencias marinas a avanzar en sus hallazgos.
Que se apuesta por el capital humano, es decir, por los investigadores isleños, y que se haga “autocrítica” sobre la gestión de los recursos que gestiona la ULPGC son otras de las reivindicaciones que ha expuesto Pino Palacios, del Instituto Universitario de Investigación de Estudios Ambientales y Recursos Naturales.
Palacios ha hablado de los efectos que tiene el calentamiento global en el sector agrario y ha planteado que una alternativa para los cultivos de secano que dejen de ser rentables puede ser la de cambiar las especies anuales por variedades de arbustos canarias, como el Tagajaste.
En su opinión, “si manejamos bien nuestros suelos, seremos capaces de mitigar el diez por ciento de las emisiones antrópicas”, es decir, el impacto ambiental, que, a la larga, se traduce en un aumento de los costes para los productores.
Para hacer que el sector ganadero emita menos gases de efecto invernadero, su compañera Vanessa Mendoza ha aludido a la posibilidad de utilizar un forraje más efectivo, desde el punto de vista metabólico para los animales, y mucho más productivo, es decir, que por menos kilos se pueda producir con él más carne o leche.
En representación de la Agencia Estatal de Meteorología, David Suárez ha asegurado que a finales del siglo XXI las temperaturas subirán entre uno y cuatro o cinco grados en Canarias, región que vivirá más periodos más secos y más noches tropicales y cuya costa y zonas bajas estarán abocadas a sufrir inundaciones, inmersiones y erosiones.
Desde el Grupo de Geología Aplicada del Instituto de Oceanografía y Cambio Global, Inmaculada Menéndez ha asegurado que el polvo sahariano al que está expuesto Canarias no llegará en mayor cantidad, si bien ha advertido de que el sedimento de ese polvo acumulado ya en las islas hará empeorar su calidad del aire y convertirá a esta región en la más árida de España.
Menéndez ha recalcado que “en esta nueva era antropocena, estamos acelerando los procesos geológicos, lo que se suma a nuevos materiales que vienen a toxificar las condiciones de la humanidad”.
El veterinario y director del Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria, Antonio Fernández, ha afirmado que “la naturaleza muestra claros signos de enfermedad” como consecuencia del calentamiento global y ha opinado que, “una vez que el diagnóstico está perfectamente establecido, ahora lo que se necesita es ahondar en la adaptación y la mitigación, ya que hay efectos que no podrán” corregirse.
Fernández ha llamado la atención sobre la proliferación de alertas alimentarias y ha considerado que en Canarias pueden crecer exponencialmente por el incremento de microalgas tóxicas, “que están para quedarse”, lo que afecta directamente a la cadena trófica a través de los peces, que van al consumo, de ahí que se hayan establecidos en las islas controles de seguridad alimentaria, como el de la ciguatera, que ha visto crecer en los últimos cuatro años de 200 a 1.200 los análisis realizados para la detección de esta biotoxina.