“Lázaro, levántate y vuela”, como se ha bautizado a un milano negro (Milvuz migrans) encontrado hace un par de meses gravemente malherido en Gran Canaria, ha tenido una segunda oportunidad. Cuando fue encontrada, el ave yacía alrededor de tuneras en Pozo Izquierdo, en el municipio de Telde, con una fractura abierta en una de las alas que le impedía volar. Así lo explica Pascual Calabuig, biólogo y veterinario técnico del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria situado en Tafira, donde se ha tratado la rehabilitación del animal hasta este miércoles, cuando ha podido extender sus alas y cumplir lo que su naturaleza le pide: migrar.
El pequeño Lázaro cayó debido a una fractura en el carpo izquierdo. Cuando llegó a las instalaciones para su recuperación, los profesionales se dieron cuenta de que la herida, al estar abierta, estaba llena de arena, tierra y numerosas púas de tuneras. Tras su limpieza, se le practicó una intervención quirúrgica muy técnica en la que se le insertó una aguja intramedular para estabilizar el hueso y cinco hemifijadores externos, con los que se pudo mantener el ala estable y gracias a los cuales el animal pudo comenzar a moverse poco a poco.
Calabuig explica que tras estas intervenciones, se fue metiendo a Lázaro en jaulones cada vez más grandes para que pudiese aletear, lo que permitió una ágil recuperación. Durante el último mes, como relata el biólogo, el animal estuvo en un jaulón grande, en el que “mostró una recuperación completa”. Por ello, este miércoles ha sido el día en el que el equipo que ha intervenido en su recuperación ha podido hacer mención al nombre del milano negro y, tras varios meses, decir: “Lázaro, levántate y vuela”. Allí, en la cumbre de Gran Canaria, “voló de una manera impresionante”, detalla Calabuig.
Este ejemplar de milano negro es joven, con cerca de un año, y pertenece a una especie de rapaces migradora, que pasa por Canarias desde la Península o en su ruta desde Europa con destino a Sudáfrica, principalmente. A veces, algunos de ellos mantienen su estancia en zonas de la cumbre de la isla para criar, aunque “nunca se quedan”, asegura el experto.