El impacto de la crisis climática no será igual en toda Canarias. Nuevos datos difundidos por el Gobierno regional revelan que municipios como Pájara, en Fuerteventura, o Haría, en Lanzarote, sufrirán más los efectos del calentamiento global en sus costas que otras regiones del Archipiélago. Los resultados concluyen, de nuevo, que la dependencia del turismo está detrás de una mayor exposición en el futuro.
El mapa de riesgos climáticos ilustra un claro patrón este-oeste. Las islas orientales presentan un mayor número de playas y franjas costeras bajas y arenosas, mientras que, en las occidentales, tienen más presencia los litorales rocosos y acantilados. En caso de un ascenso uniforme del nivel del mar, las primeras sufrirán más que las segundas.
Además, el problema se agrava al tener en cuenta que los asentamientos poblaciones abundan precisamente en las costas de menor altitud, donde radican más infraestructuras, actividades económicas y elementos patrimoniales. Los datos forman parte del Proyecto PIMA Adapta Costas de Canarias, financiado por la consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, que ahora pueden visualizarse en un mapa interactivo elaborado por el Ejecutivo autonómico.
“En caso de inundación, esta va a penetrar muchísimo más en las costas orientales, que son más bajas que en las occidentales, las cuales son mucho más escarpadas y tienen más elevación”, explica Nicolás Ferrer Valero, doctor en Oceanografía y Cambio Global y uno de los autores del trabajo.
El análisis cuenta con dos patas: por un lado, los investigadores han modelizado para 2050 y 2100 el aumento del nivel del mar, la subida de la temperatura media del océano y la erosión en Canarias en base a dos escenarios, uno de mitigación de gases contaminantes (RCP4.5) y otro más catastrofista (RCP8.5). Y, por otro, han identificado cómo afectaría cada uno de estos pronósticos a la población (residente, turística y circulante), economía (valor productivo de los sectores y stock de capital de los equipamientos e infraestructuras), patrimonio (cultural y natural) y los ecosistemas y hábitats terrestres, según se produzcan o no tormentas marítimas y cuán graves serían las mismas.
El diagnóstico no ha tenido en cuenta, eso sí, la intrusión de salina en las costas, “que puede amenazar seriamente el aprovechamiento de los pozos y las formas de abastecimiento de aguas de riego”, indica el texto.
Los expertos han aunado todos los datos mencionados en un índice sintético de riesgo global, donde el valor “0” representa el riesgo mínimo y la cifra “1” todo lo contrario. “En el riesgo máximo, no solo la intensidad del fenómeno es fuerte, sino que también tenemos elementos expuestos de gran valor y muchas personas posiblemente afectadas”, agrega Ferrer.
En Pájara, por ejemplo, incluso en el escenario menos adverso de la crisis climática para 2100 y con el mar en calma, el índice estimado es de 0,53, el mayor de toda Canarias. Allí se verían afectados unos activos económicos (entre los que se encuentran las playas) valorados en 208 millones de euros, unas 309,7 hectáreas de patrimonio y otras 365,4 hectáreas de hábitats y ecosistemas, según los cálculos.
El daño sería especialmente importante para una región donde siete de cada diez trabajadores están vinculados a la hostelería, según datos del Observatorio Canario de Empleo (OBECAN). La playa de Risco del Paso perdería el 100% de su superficie por la erosión, igual que la del Junquillo, Turbia, y otras relevantes, como Esquinzo (81%) y Costa Calma (68%), que también sufrirían grandes reducciones.
En la clasificación de las localidades más damnificadas también están La Oliva (0,38), Teguise (0,37), San Bartolomé de Tirajana (0,19) y Haría (0,175). Las Palmas de Gran Canaria, por su parte, presenta un índice de 0,105; mientras que Santa Cruz de Tenerife se queda en un 0,091. Los riesgos serán bajos o de carácter leve en el resto de las islas occidentales (La Gomera, La Palma y El Hierro).
“La variable que distingue a cada municipio es la exposición y vulnerabilidad. Porque la intensidad del fenómeno es la misma, es decir, las inundaciones derivadas del cambio climático se pueden considerar similares en Granadilla de Abona y Arona, por ejemplo. Sin embargo, la cantidad de bienes y elementos productivos expuestos marca la diferencia”, recalca Ferrer.
El análisis apunta en líneas generales que existen 47 tramos de costa de alto riesgo acumulado en Canarias. Y estos puntos “deberán ser objeto prioritario de estudios de detalle y de planes de adaptación al cambio climático a nivel local”. La cuestión ahora, después de la estimación, es saber si las administraciones isleñas están preparadas para la elaboración de esos programas de mitigación y adaptación.
“Las evaluaciones de riesgo son aún uno de los mayores retos que tenemos que afrontar en el Archipiélago”, opina Abel López Díez, doctor en Geografía Física e investigador de la Cátedra Universitaria de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL).
El experto reconoce que los municipios más pequeños “apenas tienen recursos” para afrontar este tipo de metodologías (de hecho, ni siquiera cuentan con técnicos para gastar los fondos europeos), que en los últimos años se han hecho más sofisticadas. Según el propio Gobierno regional, solo 58 de 88 municipios han homologado sus planes de Protección Civil y Atención de Emergencias. Ninguna de las localidades de Fuerteventura, la isla con el índice de riesgo más elevado (0,19), lo tiene.
“Los nuevos enfoques de evaluación del riesgo buscan realizar análisis multiamenaza, esto es, nuestros sistemas urbanos deben estar preparados para afrontar cualquier tiempo de amenaza”, añade López.
La buena noticia es que las evaluaciones pueden ser supramunicipales o ahondar mucho más en el detalle y utilizar como escala de análisis la parcela catastral. Hasta hace poco, Canarias no contaba con investigaciones climáticas regionalizadas que proyectaran el impacto de sequías, incendios forestales o aumento de las temperaturas cada tres kilómetros cuadrados. Ahora sí las tiene y puede construir ciudades resilientes a partir de eso.
En este sentido, una investigación de Díez y otros colegas de la ULL examina precisamente esto y calcula el índice de vulnerabilidad por riesgo de inundación a escala de parcela catastral en la costa de Arona y Adeje, en el sur de Tenerife. Así, los autores pudieron detectar que los núcleos de Torviscas, Las Américas y Los Cristianos registran riesgos “muy altos”.
“El principal objetivo de la adaptación frente al cambio climático es reducir las vulnerabilidades. Y esto solo es posible con estudios de detalle”, remacha el geógrafo de la ULL.