Récord histórico de concentración atmosférica de gases de efecto invernadero en la cumbre de Tenerife

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha constatado la aceleración del ritmo de crecimiento de los principales gases de efecto invernadero a través del observatorio de Izaña, en Tenerife, donde el pasado mayo registró un récord de concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2).

La concentración media en mayo de CO2, principal gas de efecto invernadero, en esta estación, situada en el Parque Nacional del Teide, fue de 427,45 partes por millón (ppm), lo que supone un incremento de 3,59 ppm con respecto al anterior máximo, 423,86 ppm registrado en mayo de 2023.

En paralelo, el Observatorio de Mauna Loa (Hawái), cuya serie de registros se inició en 1958 y actúa como referencia mundial, ha informado de que la concentración media mensual de mayo fue de 426,90 ppm, un incremento de 2,9 ppm con respecto al valor de 424 ppm registrado el año anterior.

Aunque estos registros son provisionales, los finales no diferirán significativamente, indica la Aemet, que subraya que el hecho de que ambos observatorios, distanciados por más de 13.000 kilómetros, registren concentraciones similares “no es casualidad”.

Señala la Aemet que las observaciones de Izaña y Mauna Loa son representativas de la composición atmosférica de fondo, dado que ambos son estaciones de alta montaña, situadas a latitudes similares y sus medidas no están afectadas directamente por fuentes de contaminación antropogénicas.

Todo esto les permite medir con precisión los cambios a largo plazo de la composición atmosférica global.

Para poner en contexto el impacto negativo de la actividad humana en la atmósfera y, por tanto, en el cambio climático, la Aemet compara los actuales registros de CO2 frente a las 280 ppm que había al comienzo de la revolución industrial.

El análisis de la concentración media mensual de este gas registrada en Izaña desde 1984 permite identificar, por una parte, un ciclo estacional anual asociado al intercambio de CO2 entre la atmósfera y la biosfera y, por otra parte, una tendencia creciente asociada a las emisiones antropogénicas.

El ciclo estacional alcanza su máximo en primavera para posteriormente disminuir debido a una mayor absorción de CO2 causada por el incremento de la actividad fotosintética de la vegetación, explica Aemet.

La llegada del otoño marca el inicio de la pérdida de la cubierta vegetal produciendo el efecto opuesto y, dando lugar a una progresiva liberación de CO2 en la atmósfera.