Marruecos ha vivido en la madrugada de este pasado viernes al sábado el terremoto más fuerte de su historia desde que hay registros, de magnitud 7 con epicentro en la localidad de Ighil, situada 63 kilómetros al suroeste de la ciudad de Marrakech. El seísmo ha tenido consecuencias devastadoras: al menos 820 personas han muerto y otras 627 han resultado heridas en diferentes localidades, según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio del Interior del país vecino.
Este seísmo se produce curiosamente en un momento en el que se están registrando numerosos terremotos en el volcán de Enmedio, una formación volcánica submarino situado entre las islas de Gran Canaria. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha detectado un total de 14 terremotos en apenas 48 horas. Si nos remontamos a los últimos 15 días, se han localizado más de 30 temblores.
El sismólogo del IGN, Itahiza Domínguez, ha explicado a este periódico que se trata de dos acontecimientos que han tenido lugar en el mismo periodo “de forma casual”.
“En principio no tienen relación. Es verdad que hay gente que relaciona la cordillera del Atlas con la estructura de Canarias, pero realmente es imposible. Es muy difícil que tengan que ver porque estamos hablando de espacios muy alejados. Las fallas que han producido el temblor de Marruecos pueden afectar a zonas circundantes en 50 kilómetros, pero estamos hablando de unos 700 kilómetros en línea recta con nuestro Archipiélago”, asegura.
Domínguez explica que los terremotos del volcán de Enmedio son “algo normal”, que podrían tener que ver con la propia actividad del volcán o con que haya una placa tectónica regional y que el volcán este ahí de casualidad: “No estamos del todo seguros, pero no podemos decir al 100% que sean terremotos volcánicos”, explica.
Sobre lo ocurrido en el país vecino, afirma que el seísmo ha sorprendido a la comunidad científica por su magnitud y por su localización. “La zona donde se ha producido está cerca del borde de las placas tectónicas entre África y Europa, similar a lo que ocurre con el sur de la Península, un lugar también sísmicamente activo”, asegura.
“Lo que sí que es verdad”, explica, es que “está más al sur de la zona donde habitualmente hay terremotos”. Domínguez asegura que el Atlas es un lugar activo, pero si se miran los mapas de sismicidad, no hay demasiados terremotos en el área donde se ha producido. “Para ponerlo en contexto, es una zona con mucha menos probabilidad que el sur de la Península”.
Por último, considera que su elevada magnitud puede tener que ver a que se trata de una localización donde hay “periodos de retorno largos”, es decir, donde se tarda mucho en acumular la energía para liberar un gran terremoto. “Posiblemente, por eso es el mayor detectado desde que tenemos instrumentos, hablamos de más de cien años”, concluye.