Un sistema de alerta pionero en Europa ayuda a frenar el mayor incendio en Gran Canaria de los últimos cuatro años

Labores de extinción en el incendio declarado esta semana en la cumbre de Gran Canaria

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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El incendio declarado esta semana en la cumbre de Gran Canaria ha quemado cerca de 500 hectáreas, pero podría haber sido mucho peor. El fuego resultó “explosivo” en un principio, según dijo el jefe de extinción del siniestro, Carlos Velázquez, en una rueda de prensa. Y la humareda vista desde todos los puntos de la isla evocó los miedos de una quema similar a la acontecida en 2019, cuando las llamadas desatadas en Tejeda calcinaron alrededor de 10.000 hectáreas de terreno forestal.

En esta ocasión fue distinto. La zona que comenzó a arder, también en el municipio de las medianías de la isla, está rodeada de áreas donde previamente ha habido quemas prescritas para dejar sin combustible a las llamas. El pastoreo del lugar ha ayudado a limpiar el monte y frenar posibles afecciones de casas y edificaciones. Pero si esta vez no ha sido tan siquiera necesario declarar el nivel 2 de peligrosidad ni llamar a la UME, es gracias al sistema de alerta con el que ha trabajado el equipo de Emergencias del Cabildo insular, recientemente instalado en las dependencias de la corporación y pionero en Europa.

El proyecto Alertagran está enmarcado en la iniciativa Gran Canaria Isla Inteligente y tiene el objetivo de mejorar los sistemas de detección de incendios y gestión de las emergencias de la isla. Cuenta con cuatro fases: la primera desarrolló un entramado de vigilancia forestal para acomodar una red de sensores por todo el territorio; la segunda diseñó una herramienta que ayuda a predecir en pocos segundos y en función de determinados parámetros (meteorología, topografía, tipos de combustible) la evolución de un incendio; la tercera optimiza y digitaliza la comunicación entre todos los operarios; y la cuarta (aún por desplegar) contempla la instalación de barreras automáticas en determinados puntos para controlar accesos y evitar incidentes.

Las tres primeras fases ya están a pleno rendimiento. Y en el siniestro de esta semana, ya estabilizado, según ha recordado este jueves el presidente insular, Antonio Morales, es la primera vez que han sido empleadas ante una emergencia de tales características. “Toda esta herramienta nos ha permitido hacer una valoración mucho más rápida y anticipada y poder decir: oye, cuidado, que esto precisa de una contundencia mayor”, explica Gonzalo Gutiérrez, ingeniero de Telecomunicaciones del Cabildo de Gran Canaria.

Las mejoras son notorias en casi todos los ámbitos. Las cámaras permiten a los técnicos contar con un “ojo en el territorio” con cualidades especiales. Algunas presentan visión de infrarrojos, capaces de detectar puntos de calor; otras están equipadas con un sensor tipo combustible muerto para medir el grado de sequedad de la vegetación; y algunas más funcionan como cámaras convencionales capaces de descubrir columnas de humo. En total hay más de 30 en funcionamiento.

Por otro lado, la herramienta que trata de vaticinar el previsible comportamiento del fuego cruza información de distintas fuentes (meteorología, topografía, tipos de combustible) y dibuja en pocos segundos hacia dónde pueden dirigirse las llamas, qué infraestructuras están en peligro y cuál podría ser la evolución. Este simulador 3D de incendios forestales permite a los expertos hacer una “reflexión táctica”, en palabras de Gutiérrez, de cómo encarar el siniestro.

“El resultado nos permite dar una visión en un alto porcentaje de los impactos sobre el territorio, no solo por hectáreas quemadas o perímetro, sino cuántas personas deben ser evacuadas, velocidad de propagación de las llamas y otras características de gran importancia”, continúa el ingeniero.

Ambas innovaciones, junto con la mejora en el sistema de mensajería que ha hecho pasar a los operarios “de una tecnología analógica a una digital con optimizaciones en la cobertura y encriptación de las comunicaciones”, han hecho que el Centro Coordinador de Operativo Insular (CECOPIN) pase de estar a ciegas (en cierto modo) ante una quema de grandes magnitudes a “modular” de mejor forma la gravedad del incendio. Y eso, en una isla como Gran Canaria, donde la orografía dificulta las labores de extinción casi como ningún otro punto de Europa, es visto como una bendición. Este último fuego es un ejemplo de ello.

“[El sistema] nos ha ayudado en la movilización de todos los recursos y la integración más adecuada de las comunicaciones. Las cámaras han permitido a los técnicos, analistas y jefes de emergencia tener una idea bastante clara de cómo está siendo la evolución del incendio. Antes, a lo mejor recibíamos una llamada de que había una columna de humo en una zona, pero no sabíamos más. Teníamos que sonsacar la información adecuada. Pero ahora lo podemos modular mucho mejor”, argumenta Gutiérrez.

El despliegue de las tres primeras fases del proyecto Alertagram ha costado al Cabildo de Gran Canaria poco más de 3,5 millones de euros. El presidente insular, Antonio Morales, ha reivindicado la inversión “para avanzar en la mitigación del cambio climático y, en este caso, para prevenir y combatir los incendios que se puedan producir en la isla”. La puesta en marcha de este sistema ha captado la atención de otras autonomías en España, como Andalucía y Cataluña, y también de países comunitarios, como Alemania, Inglaterra y Países Bajos.  

“Intentamos mejorar lo que tenemos. Que la tecnología esté de nuestra parte para frenar en todo lo posible los efectos del cambio climático”, remacha Gutiérrez. 

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