Arte a golpe de maza
La poca costumbre del público canario a las subastas de arte no impidió el lleno de la sala en la que se reunieron medio centenar de coleccionistas, inversores privados y público curioso. A las 18.30 de este jueves se cerraba la sala de la Fundación de La Caja de Canarias y comenzaba el viaje por el universo de la puja que duró algo más de una hora. Unos apuntes del pintor grancanario Jesús Arencibia (1910-1993 Gran Canaria), con precio de salida de 450 euros fueron los que suscitaron más pujas consecutivas, alcanzando la obra un valor de 600 euros antes de que sonara el golpe de martillo. De las 79 obras se vendieron 28, la mayoría fueron adjudicadas a precio de salida.
Las 79 piezas han estado expuestas en el CICCA desde el pasado 28 de septiembre hasta el mismo día 18 en el que se celebró la subasta. La más cara y, en palabras de la subastadora Leticia Permuy, “la obra maestra de esta subasta”, Afrocan, de Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925), fue adjudicada por el precio de salida correspondiente a 140.000 euros.
La competición de una obra en subasta por norma general hace que su precio se eleve por encima de lo estimado, pero esta no fue la pauta dominante entre el público asistente.
Se subastaron obras de Manolo Millares (1926, Gran Canaria-1972, Madrid), Jesús Arencibia, Pepe Dámaso (Gran Canaria, 1933) o Martín Chirino junto a otras de artistas más jóvenes pero de gran proyección, como Armando Lorenzo (Gran Canaria 1948), Juan Guerra (Gran Canaria 1945), Pilar Rodiles (Tetuán, 1969, residente en Gran Canaria) o el pintor Juan Cabrera (Gran Canaria, 1966), cuya obra Las Señoritas del Lugo despertó gran interés entre el público, e incluso avivó la picardía de un coleccionista que visitó la muestra durante los días previos a la subasta, quien se ofreció a comprar el cuadro antes de la celebración. Se le dijo por parte de la organización que no estaba permitida la venta hasta el día de la subasta. Junto a Los cuatro jinetes del apocalipsis y Frontal, también de Juan Cabrera, formaron parte de las 28 piezas adjudicadas durante este jueves.
La subasta, en la que se vendió el 35% de los lotes ofertados por 15 coleccionistas y algunos pintores invitados a ofertar su propia obra, supuso un espacio para dar visibilidad a los artistas canarios. Obra de Lola Massieu, Juan Hidalgo, Tony Gallardo, Néstor de la Torre o Miró Mainou también estuvo al alcance de los coleccionistas y público asistente quienes agradecieron el acto y declararon su deseo de que se repita con cierta periodicidad este tipo de citas.
El artista Pepe Dámaso comentó al finalizar la jornada: “Quizás mi inexperiencia en subastas me ha hecho considerar la actuación muy rápida, parece que esperaba más”. Confesó que era la primera vez que asistía a una subasta y consideró fantástica la iniciativa de revalorización del arte de los pintores canarios. “Habrá que repetir”, concluyó.
Entre los asistentes se comentaba al finalizar el acto que es un acercamiento de la cultura no sólo a los inversores sino al ciudadano en general y que hacía tiempo que se echaba en falta una iniciativa como esta. “Yo no recuerdo la última subasta que se celebró en Gran Canaria. El por qué lo desconozco, pero parece que ahora empieza y espero que continúe”, apunta una de las asistentes.
Subjetividad y valor
El valor del arte muchas veces cae en un plano subjetivo por el hecho de ser tantos los factores que lo determinan. El elemento fundamental que marca el valor de la pieza es su calidad, determinada tanto por el estado de conservación como por la belleza artística. Una de las mayores dificultades es la tasación de la obra. Tasar una obra artística o de colección significa traducir en términos de mercado la apreciación del bien.
El pintor Juan Guerra, autor del lote 78 del catálogo, descubrió durante la visita a la muestra que había un cuadro de él que salía a subasta. La mayoría de la obra pertenece a coleccionistas que han heredado y quieren desprenderse de ella o simplemente venderla. En su caso, desconocía el paradero del cuadro que salió a subasta por 350 euros. Juan Guerra considera que el valor de la tasación es muy difícil. “Lógicamente el marchante de arte le pone un precio que depende del curriculum del artista, el caché que tenga... Pero el valor artístico se lo pone cada uno. Lo que me dice a mi mucho, a ti te puede decir poco. No es fácil poner un precio. Si a ti te gusta, te comunica, te apasiona, pues para ti vale muchísimo. A mí el precio no me dice nada. Me dice mucho más cuando yo veo a una persona delante de un cuadro que se emociona. Ese es el valor del arte”, aseguró Juan Guerra.
Miriam Domínguez, tasadora y directora de este proyecto que organiza ARTSPACE, lanza el pistoletazo de salida con esta subasta que supone la promoción de artistas canarios pero también pretende ser plataforma para los artistas africanos, cuya representación en esta primera cita ha supuesto la presencia de 7 lotes de la obra de George Lilanga (1934-2005, Tanzania), de los cuales 4 fueron adjudicados a nuevos coleccionistas asistentes.
Oliver Godoy, coordinador de la subasta y conocedor del mundo del coleccionismo, asegura que en Canarias se buscan pintores canarios, hay autores que tienen mucho tirón, que el mercado local es rico y que existen colecciones que no han salido a la luz. De la exposición resalta a Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) y las obras del siglo XVIII y XIX. “Tenemos casi todos los palos, desde el arte clásico al arte contemporáneo. Y en obra gráfica (litografías, grabados o serigrafías), cada vez más en boga en el mundo del coleccionismo del arte hay representación de Juan Ismael (1907 Fuerteventura, 1981 Gran Canaria), César Manrique (1919-1992, Lanzarote), entre otros…y estos se mezclan con artistas que actualmente pintan.
Leticia Permuy, subastadora encargada de organizar el acto, aseguró que lo imprescindible para quien ejerce esta profesión es “no tener miedo escénico y un gran poder de concentración. En muy poco tiempo tienes que estar atento de mucha gente en la sala, atenta de muchos números y además de pensar muy bien la obra que estás subastando”. Una profesión que en España no cuenta con una titulación, si en Francia, por ejemplo, pero en la que se exige tener conocimientos de arte y estar familiarizado con el mundo de las subastas“. Añadió que ”los coleccionistas canarios se han desplazado siempre a las ciudades como Madrid o Barcelona, donde se realizan este tipo de citas sin plantearse que también se podría hacer aquí“.
La subasta es la forma más antigua de comercio de obras de arte, se introdujo en la antigua Roma y su término proviene de la unión de sub (bajo) y hasta (lanza). Su significado literal es por tanto “bajo la lanza” porque los romanos ponían, en el lugar donde se celebraba alguna venta pública, una lanza y así vendían las mercancías y los terrenos conseguidos durante sus incursiones. Quien ofreciera el mejor precio por los artículos colocados bajo la lanza era quien se los llevaba.
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