Otis Redding “Sittin' on the dock of the bay”“Sittin' on the dock of the bay”
Hija de su tiempo, Amy Winehouse reconoció las influencias de grandes músicos en su carrera artística. En una entrevista inédita realizada en 2006 y que el canal de televisión BBC emitió justo al cumplirse un año de su muerte, la cantante subrayó la importancia del cantante norteamericano Otis Redding. “Cuando tenía catorce o quince años me gustaba mucho, en esa época escuchaba jazz, soul y discos de la Motown. Luego vino el hip hop”.
Aretha Franklin 'I say a little prayer'I say a little prayer'
También la música gospel entraba en las preferencias de Amy Winehouse. Cantantes fundamentales del género como Aretha Franklin y Mahalia Jackson eran algunas de sus voces predilectas. “Me encanta el gospel, aunque no soy para nada religiosa, pero el gospel es música verdadera. No hay nada tan verdadero que el amor del gospel por la música”, aseguraba Amy, que consideraba este estilo como una de sus inspiraciones.
Sarah Vaughan 'Shadow of your smile''Shadow of your smile'
Los grandes nombres de la canción americana siempre contaron con el aprecio de Amy Winehouse. Desde su infancia, cuando escuchaba música en la casa familiar, la joven se enamoró de las grandes mujeres del jazz estadounidense. Cantantes como Ella Fitzgerald y Dinah Washington, pero por encima de todas Sarah Vaughan. “Es una de mis cantantes favoritas de todos los tiempos. Su voz era un instrumento, un zumbido que suena como un clarinete”.
Ray Charles 'Unchain my heart' 'Unchain my heart'
Amy Winehouse tenía catorce años cuando su hermano mayor escuchaba jazz en la habitación de al lado. De pronto comenzó a sonar Around midnight, de Thelonious Monk. Y luego Ray Charles. “Recuerdo la primera vez que escuché su voz. Fue Unchain my heart y recuerdo entrar sin tocar en la habitación de mi hermano. ¿Quién es este? Era Ray Charles y después estuve tres meses escuchando solo canciones de Ray Charles”.
The Shangri-Las 'I can never go home anymore'I can never go home anymore'
Cuando rompió con su novio, Amy Winehouse solía refugiarse en su cocina y, sentada en el suelo, escuchar esta canción cien veces seguidas mientras bebía Jack Daniels. Allí solo comía bolsas de pollo frito que le llevaba su compañero de piso y se quedaba dormida, Pero cuando despertaba volvía a sonar este clásico de The Shangri-Las. “Es la canción más triste del mundo”, aseguraba Amy, “pero me gusta el drama, me gusta su atmósfera”.