“Lúcido” es la historia de dos hermanos, Lucas (Alberto Amarrilla) y Lucrecia (Itziar Miranda, popular también por su papel de Manolita en “Amar en tiempos revueltos”). Siendo niños, ésta regala al primero un preciado tesoro. Isabel Ordaz, archiconocida por sus papeles en las series “Aquí no hay quien viva” y “La que se avecina”, es Teté en “Lúcido”, una producción del Centro Dramático Nacional (CDN) que se representa en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria los días 25 y 26 de enero.
“Apenas sospechaba que los quince años siguientes serían sólo un agregado estéril, un apéndice desgraciadamente largo y extraordinariamente bobo”, confesará en el transcurso de la obra Lucrecia, para quien “aquel pacto de mentiras y trasplantes fue hecho a toda prisa y sin ningún sentido” y “eso se paga”. Por eso, años más tarde la joven regresa pidiendo lo que cree le corresponde, y abriendo una negociación pesadillesca, en la que la lucidez será sólo esporádica, según informa Europa Press.
“Sólo me queda el refugio de los sueños lúcidos”, en los que “el durmiente se prepara como un lanzador de jabalina”, explica el personaje de Lucrecia, que presume de haber sido capaz de dominar el sueño, no sin ciertas dificultades. “La mayoría persigue el vuelo, o la iluminación. A mí sencillamente me significaría mucho poder demostrar algo más elemental: que mi madre es una forma y que yo soy otra”. “Tú eres tú; yo, no”, le recrimina a Teté su hija en la ficción.
Precisamente, uno de los mayores logros de esta obra ha sido el mostrar el paso del sueño a la realidad, lo que ha exigido una puesta en escena de filigrana, aunque sin engañar al espectador, simplemente, dándole pistas para que él mismo vaya situándose en uno u otro plano.
De Spregelburd a Ochandiano
Basada en un texto de Rafael Spregelburd, “Lúcido” está dirigida por Amelia Ochandiano, quien califica el montaje como “divertido, sorprendente, emocionante y comprometido, una comedia casi policiaca que se convierte en melodrama, y que habla de la pérdida, del sacrificio, del arrepentimiento y del poder curativo del arte”.
Explica Ochandiano que le cuesta mucho decidirse a la hora de levantar un proyecto teatral, porque ello significa “estar embarcada en un texto (que es la partitura que marca toda la travesía) al menos durante dos años”. “Necesito que esa partitura sea un motor con gasolina y reserva, y que reparta juego entre todos los creadores, que no agote nuestra búsqueda y resista hasta el final”.
Y eso es justamente lo que he le ha pasado con esta obra. “Un día leí Lúcido y ya no pude sacármelo de la cabeza”, explica la directora, quien dice haber quedado atrapada por la “inteligencia, compromiso y carpintería teatral” de los textos de Spregelburd, del que “he leído todos los libros de su autoría que he podido conseguir”.
Amelia Ochandiano pertenece a la compañía de Teatro de la Danza de Madrid desde 1982 y en la actualidad dirige y produce sus espectáculos. Además, ha trabajado con Icíar Bollaín en “Amores que matan” y “Hola, ¿estás sola?” o con Fernando Colomo en “Eso”.