Eduardo Serradilla: ''Aún me ilusiona ir a una juguetería a ver juguetes''

Hace diez años, Eduardo Serradilla Sanchis ?Las Palmas de Gran Canaria, 1966-, columnista habitual de CANARIAS AHORA, decidió que su futuro a medio plazo pasaba por escribir un libro. Antes de eso, desde muy joven, había vivido apegado al mundo del cine y el fantástico en todas sus modalidades. Al comenzar ese camino ?sus primeros pasos los dio en el Instituto Pérez Galdós como profesor ayudante de Cine- y sin el objetivo del libro aún en su mente, inició el ordenado almacenamiento de la información necesaria para parir su primera y celebrada obra, Daredevil: demonios y oscuridad.

Escribe un libro de 308 páginas y me encuentro en Internet con un lector que dice que lo ha leído en dos días.

(Risas) No lo entiendo, y no lo digo por falsa modestia. En dos días, dios mío. Pasé dos años documentándome y pensaba: ¿Quién se va a tragar esto?

Pues la crítica especializada, si no unánime, sí que ha sido muy favorable.

Eso da mucho vértigo. Cuando el trabajo de cuatro años sale de tus manos y ves buenas críticas antes de que el libro esté en la calle? Estás seguro de lo que haces, pero siempre cabe la duda. Daredevil nació en el furgón de cola de Marvel, en 1964, después incluso de Los 4 fantásticos, que habían visto la luz tres años antes. Eso te puede hacer dudar sobre si has elegido bien el motivo de tus desvelos.

¿Y con ese supuesto hándicap, que la respuesta del público ha demostrado que no lo era, por qué Daredevil?

En 2003 organicé una exposición para el Salón del Cómic de Tenerife sobre este personaje. Entonces estaba de moda porque acababa de estrenarse la película. Además, la Fox me encargó también unos textos para otra exposición sobre Daredevil. Me fui documentando, me gustó y decidí seguir adelante.

Pero antes de profundizar, ¿alguien le compraría la idea?

Claro, antes de meterme de lleno hablé con Francisco Pérez Navarro, uno de los editores de Dolmen, y aceptó.

¿Qué tiene el libro para gustar tanto?

Es muy exhaustivo, porque esa es mi forma de trabajar. También eso me ha costado alguna crítica negativa.

¿Las hay? Yo no las he encontrado.

Ha habido quien lo ha tildado de pedante.

¿Por esa exhaustividad?

Me gusta documentarlo todo. Me gusta poder decir que en si tal número Daredevil va a Vietnam, en ese momento histórico las tropas estadounidenses realizaban tal o cual acción de guerra en ese país. Pienso que esos son los detalles que humanizan un libro.

Lo más negativo que le encuentro a esa forma de trabajar es que le lleve cuatro años de trabajo sacar el libro adelante.

Reconozco que es un libro probeta. Nunca había hecho uno y ahora, con perspectiva, veo que he cometido errores contra mi persona. Por ejemplo, escribir del tirón y dejar la búsqueda de todas las imágenes para el final. Ya nunca más tardaré tanto, entre otras cosas porque no creo que lo aguanten quienes están a mi lado.

¿Es de los que trabajan 24 horas al día?

No. Soy de los que tengo la cabeza puesta en lo mismo 24 horas al día. Insisto, soy exhaustivo y obsesivo en el trabajo. Me fastidia entrar en Internet y encontrar la ficha de una película sin el año de producción o el nombre del director.

Va a ser esa la razón de esa crítica negativa que yo no he hallado. Y, sin embargo, consigue que ya sea prácticamente imposible encontrar un ejemplar.

De eso tiene la culpa Francisco Pérez Navarro. Me dijo que debía escribir un libro para gente a la que no le gusten los cómics. Muy documentado, muy exhaustivo, pero para todos los públicos.

Vamos que lo tiene todo de Daredevil.

Pues no sé si todo, pero sí detalles como imágenes de una colección de pashwar con el superhéroe bordado o una fotografía vestido por Donna Karan publicada en Complex Magazine, y que me costó dos años conseguir.

¡Dos años!

Bueno es el extremo más costoso. En el polo contrario, un día llamé al dibujante Enrique Vega y le pedí permiso para utilizar una ilustración suya. Al día siguiente tenía en mi correo electrónico un trabajo exclusivo.

O sea, que con el libro además ha hecho grandes amigos.

Al margen de amistades, que muchas ya existían, sí que tengo al inicio una larga lista de agradecimientos. Empiezo por mis padres, que me dejaron leer todos los cómics que quise cuando pequeño, e incluyo a todas esas personas que me han dejado enredar todo lo enredable.

¿El escritor Michael Crichton está entre esos amigos?

Bueno. A Michael Crichton tengo mucho que agradecerle. Lo conocí un día en el Cosmo Caixa de Barcelona y estuve charlando con él un rato. Me advirtió de que hay que ser muy riguroso con los horarios de trabajo. Hace falta mucha disciplina. Ahora que estoy preparando dos libros más, atiendo a mis colaboraciones en varios medios y abordaré el año que viene dos o tres monográficos necesito mucha planificación. A Crichton le debo esa disciplina que tienes que autoimponerte para escribir.

Si me dice que está preparando dos libros, me obliga a preguntarle por su temática.

No hablo de mis proyectos hasta que están editados.

Me lo temía. ¿Y esos monográficos del año próximo?

Uno es de cómic y el otro de cómic y cine.

¿No siente que hay un amplio espectro de público que piensa que todo esto del fantástico es un poco freak?freak

Llega a cansar que la gente piense que quien se interesa por este mundo no tiene una formación detrás. Hay autores que son expertos en arte y hasta médicos.

Vive en Finlandia. ¿Por qué?

Porque me gusta disfrutar de un lugar donde la vida es más sencilla. Aquí se valora muy poco el tiempo de los demás. Allí tengo bibliotecas muy importantes, el servicio de Correos es muy bueno, en Internet se están ofertando 100 megas de velocidad? Logras muchísimas cosas sin tener que hacer excursiones. Es un lugar tranquilo, silencioso y muy respetuoso con el prójimo.

Y además, es usted viajero.

Tengo mis citas fijas al año.

Sitges, por ejemplo.

Llevo 21 años yendo a ese festival de cine.

¿Y en ese trabajo más periodístico, cómo se desenvuelve?

Soy de los que toman pocas notas. Me gusta verlo todo y escribir después. Sobre todo anoto impresiones.

¿Y 21 años no son muchos?

También soy de los que todavía tienen la ilusión de ir a una juguetería a ver juguetes.