Detrás del boom de la quinoa se oculta el empobrecimiento del campesinado peruano y unas tramas mafiosas que la periodista Yanet Acosta se encarga de destapar de la mano de su detective Ven Cabreira, a quien lleva a Perú en Matar al padre.
Acosta (Garachico, Tenerife, 1975) ha encontrado en la novela negra, cuyo entorno criminal sitúa en la gastronomía, el medio perfecto para “comunicar de una forma amable y analizar muchos más aspectos de los que se pueden incluir en un ensayo o un artículo de investigación, porque da una visión más completa a través de los distintos personajes”, dice en una entrevista con Efe.
En este medio ejerció como periodista gastronómica y escribió sobre el auge de la quinoa, un pseudocereal que se extendió como la pólvora desde Latinoamérica a las mesas de Estados Unidos y Europa. Pero no fue hasta su visita al congreso gastronómico Mistura de Lima cuando se animó a indagar en profundidad en Puno, en los alrededores del Titicaca, cuna de este producto prehispánico.
“Ningún plato es bello si hay una injusticia detrás, y eso pasa con la quinoa y con otros ingredientes”, lamenta quien descubre para el comensal la especulación mundial con este ingrediente, que aumentó su popularidad en España cuando se sirvió en la boda de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin, pasando de alimento campesino a manjar de la realeza.
“Nuestro trabajo como periodistas, escritores e investigadores es dar a conocer qué hay detrás de cada plato”, dice Acosta, que por eso recuperó a Ven Cabreira, nacido con El chef ha muerto, y lo llevó a Perú para investigar el secuestro de Pedro Martino, “padre de la gastronomía peruana”, un personaje que bebe del cocinero peruano Gastón Acurio y su lucha real por los campesinos de su país, aunque la autora subraya que ha construido “ficción”.
El investigador tendrá como aliada a Lucy, periodista y testigo involuntaria e indiscreta del rapto del cocinero más poderoso del país, del que incluso se espera que presente su candidatura a la Presidencia.
“En 2011, mientras que en España todavía había un discurso culinario hedonista y sobre la creatividad, en Perú era de vinculación social y política”, recuerda sobre cómo nació su segunda novela negra gastronómica, trufada de intrigas familiares, intereses económicos y política de transgénicos.
Aunque la sombra de Manuel Vázquez Montalbán y de su investigador Pepe Calvalho se proyectan de alguna forma en Matar al padre (Alrevès), la escritora canaria defiende que Ven Cabreira es “un contrapunto a Carvalho” ya que padece ageusia (ausencia o pérdida casi completa del gusto) y prefiere las latas de fabada a los festines del otro.
Además, ella hace del ámbito gastronómico el epicentro de la trama, porque “la gastronomía y la alimentación dan mucho juego; tenemos una versión muy unidimensional cuando son algo muy transversal que abarca política, economía, arte, cultura y sociedad”.
Yanet Acosta se desenvuelve como pez en el agua en lo que en Estados Unidos se denomina kitch-lit (literatura gastronómica) y “se está convirtiendo en un género propio” que ella interpreta en clave de novela negra. Por eso ya tiene en mente una tercera entrega de la saga de Ven Cabreira: Tiene que volver.
“Confío en que este nuevo fenómeno sea una tendencia que nos ayude a entender la importancia del conocimiento, porque a más conocimiento exigiremos más y tendremos más conciencia, y eso es un paso adelante para la Humanidad”, señala.
También porque supone “aire fresco y nuevo” en la novela negra, donde “la gente espera la misma estructura: un muerto, sangre, semen y tías muy malas, estereotipando el género”.