28 días a pie desde La Graciosa a El Hierro, más de 550 kilómetros desde la isla más oriental al Faro de Orchilla en la Isla del Meridiano, el fin del mundo. Es el proyecto End-to-End, un libro de fotografía en el que trabaja la artista Amalia Márquez y que verá la luz en septiembre de este año con una primera edición limitada de 1.000 ejemplares.
En total, 70 fotografías seleccionadas de más de 700 realizadas durante el viaje hecho por Márquez junto a su pareja en junio de 2016 y en el que se describe con imágenes la ruta del sendero GR-131, presente en la mayoría de las islas del Archipiélago. En el libro se plasmarán los paisajes más desconocidos de las Islas a través de un camino anónimo para la gran mayoría de los canarios y que permite, a lo largo de él, ver los distintos panoramas que hay en esta tierra: de la volcánica Lanzarote a la escabrosa La Gomera, pasando por la desértica Fuerteventura y la escarpada Tenerife. Nueve realidades, ya que el islote de Lobos también está dentro de la ruta, sobre el mismo mar totalmente diferenciadas.
Márquez narra que con esta obra quiere reivindicar un camino en el que su pareja, Manuel Cabezudo, trabaja para crear Canary Islands End to End, una idea con la que pretenden crear en el Archipiélago rutas a pie como oferta de turismo activo, sostenible y diferenciado. Un sendero que por el momento, y a pesar de estar marcado, no es conocido. “La gente no sabe lo que es, hay pueblos con carteles pero no se conoce y es una buena forma de impulsar la economía local”, subraya la fotógrafa.
Las fotografías están tomadas todas, en la actual era digital, con una cámara analógica. “Llevé las dos cámaras, pero el analógico da una textura y el proceso de revelar es diferente. La misma foto muchas veces la hago dos veces y al final siempre cojo la analógica y no elijo la digital”, explica Márquez. Así, apunta que por lo general abundan las fotografías tomadas con la luz de la tarde y con los primeros rayos del sol, en parte también porque era los momentos en los que más relajada estaba durante las largas jornadas en las que terminó con ampollas y rozaduras en los pies. “Las etapas eran duras y muchas veces no sacaba la cámara hasta por la tarde. Cuando estaba caminando, con el sol, no me salía la inspiración”, añade.
Los paisajes son los protagonistas, sobre todo por lo desconocido de esta solitaria ruta, aunque uno de los retratos que se recogerán en la publicación será el de Don Eulogio, el último cestero de Lanzarote al que Márquez fotografió al paso del GR-131 por la localidad de Haría. “La verdad que destaco los paisajes que tenemos en Canarias, desconocemos lo increíble que pueden llegar a ser estas islas, siempre nos centramos en los núcleos turísticos. Los canarios no conocemos, en general, todas las islas, y es una pena porque la gente no tiene la esencia”, lamenta. Tanto ella como su pareja defienden que en la actualidad los paisajes canarios se han visto desvirtuados por el turismo de masas que ha hecho perder la esencia de las Islas. “La industria turística nos ha robado hasta la identidad y los espacios naturales es nuestro gran patrimonio”, defiende.
Así mismo, también la obra es un trabajo de contrastes de los paisajes existentes y que son tan distantes entre islas, pero también dentro de cada una de ellas. Como muestra de estas diferencias particulares señala el entorno rural de Gran Canaria, a pocos kilómetros de la urbe de Las Palmas de Gran Canaria y con una “realidad” totalmente distinta. Pero también cuenta el caso de Fuerteventura, una isla idealizada por sus extensas playas pero que, recorriendo el GR-131, enseña su montaña. “El camino pasa justo por el interior de la isla, el desierto total”, sostiene.
Desde su experiencia las dos islas más complicadas fueron Fuerteventura y La Gomera, la primera por lo desértico del paisaje mientras que la segunda por su dura orografía. A pesar de ello, recalca que la isla majorera fue de las etapas que más le gustó junto a El Hierro, su isla predilecta. “Me impactaron mucho las montañas de Fuerteventura, no se escuchaba nada y había mucho viento, mientras que El Hierro es mi debilidad, es el final, el final es en el embarcadero de Orchilla, el fin del mundo, ahí un amigo nos dijo que hiciéramos señales a los pescadores a ver si paraban y nos llevaron hasta La Restinga. Tras caminar tanto y ver la isla desde el mar fue un momento súper bonito”, relata. Y es que el hecho de que el itinerario empiece en La Graciosa y concluya en la isla más occidental tiene un porqué. “Está marcado así a posta -indica- en El Hierro hay un cartel que pone fin y además es la isla más joven y el fin natural, cuando llegas a Orchilla no hay más allá”, y agrega que también es metafórico porque se sigue la dirección de los vientos alisios, de este a oeste, “como los navegantes”.
La primera presentación del libro tendrá lugar en el mes de septiembre en Barcelona, pero en Canarias esperan poder hacer, por lo menos, una exposición en cada isla y acercarse a la población local para relatarles este recurso con el que cuentan.
Aparte de las imágenes, también habrá una introducción y vendrá acompañado por algunos mapas en los que se mostrarán las distintas rutas realizadas por la pareja a modo de guía en la que prima el terreno visual y artístico. Por el momento abre boca con el vídeo presentación que encabeza esta noticia.