¡Felicidades tío Clint!

MADRID, 30 (EUROPA PRESS-Israel Arias)

Cinco Oscar, otros tantos Globos de Oro, más de 30 películas como director y más del doble como actor. Son algunas de las cifras que adornan la carrera de Clint Eastwood, leyenda viva del séptimo arte que este lunes cumple 80 años.

El tipo más duro de Hollywood cumple 80 primaveras. Y lo hace en plena forma: dando los últimos retoques a su nueva película, el thriller Hereafter protagonizado por Matt Damon y Bryce Dallas Howard, y con la vista puesta en Hoover, el biopic sobre el fundador del FBI en el que podría dirigir a Leonardo DiCaprio.

Desde que en 1955, cuando tenía 25 años, debutara ante las cámaras con Revenge of the Creature, un film sobre monstruos de serie B, hasta aquel viejo cascarrabias al que dio vida en Gran Torino (2008), Eastwood ha forjado una trayectoria plagada de éxitos, premios y papeles emblemáticos que le convierten en uno de los referentes del cine de las últimas décadas.

Ante las cámaras su rostro es el del vaquero aguerrido de los más célebres spaguetti-western ('Por un puñado de dólares', 'La muerte tenía un precio' o 'El bueno, el feo y el malo') el de inspector Harry 'El Sucio' Callahan o el del férreo sargento Tom Highway.

Tras el objetivos es el director que debutó con Escalofrío en la noche (1971), el que triunfó en los Oscar con Sin perdón (1991), el que emocionó con Los puentes de Madison (1995) el que repitió doblete de estatuillas con Million Dollar Baby (2002) o el que acaba de llevar al cine la figura de Nelson Mandela con Invictus (2009).

Ocho décadas de vida y más de cinco de carrera que dejan otros grandes títulos en el camino como Primavera en otoño, El jinete pálido, Bird, Un mundo perfecto, Medianoche en el jardín del bien y del mal y algunas de las cintas más aplaudidas en los últimos diez años: Mystic River, Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima, El Intercambio o Gran Torino.

Eastwood es ya sinónimo de cine. Y teniendo en cuenta el panorama de los últimos años, de buen cine. De ese con sabor añejo. Del que se disfruta plano a plano, diálogo a diálogo, insulto a insulto, disparo a disparo... y sin gafas bicolor. Como antaño.