La Filmoteca Canaria ha comprado a los archivos Gaumont Pathè de Francia una copia del documental Tenerife, rodado en 1932 por Ives Allegret, un izquierdista expulsado de la Península tras intentar filmar Las Hurdes y que destaca por documentar la realidad social de la isla.
La cinta, de veinte minutos de duración, era totalmente desconocida en España hasta que fue localizada en la década de los 80 del pasado siglo junto a otra película del mismo autor en los Archives du Film de París, señala la Viceconsejería de Cultura del Gobierno canario en un comunicado.
Es un testimonio visual de la vida y la realidad de la isla de Tenerife y plantea una visión alternativa al documental turístico, pero ha sido ignorado en las historias del cine a pesar de tener “una importancia histórica, política y estética paralela a Tierra sin pan”, de Luis Buñuel, añade la Viceconsejería.
Por ello considera que Tenerife debe de ocupar “su justo puesto” dentro del cine de los años 30 y recuerda que la Filmoteca Canaria proyectó el documental dentro del ciclo Santa Cruz escenario de cine, en 1994.
La copia adquirida será doblada al español y será exhibida próximamente dentro de los ciclos de difusión que organiza este departamento dependiente del Gobierno de Canarias.
Realidad social de la isla en los años 30
En Tenerife destacan las imágenes rodadas sobre la riqueza de la vegetación, el puerto de Santa Cruz, el barrio de El Cabo, la salazón de pescado, mujeres cargando agua y lavando en la orilla del mar o las lecheras.
También se muestran los paseos por la Plaza de Candelaria y la Alameda, un desfile cívico militar, los toros, la lucha canaria, las peleas de gallos y el embarque del plátano.
Ives Allegret se desplazó a Tenerife con su mujer René y el cámara, Eli Lotar, tras ser expulsados de la Península cuando intentaron hacer un documental sobre Las Hurdes y más tarde sobre la vida social en Andalucía.
Estuvieron encarcelados durante cuatro semanas y posteriormente se desplazaron a Tenerife en un barco que salió del puerto de Cádiz.
Según Fernando Gabriel, catedrático de Historia del Cine de la Universidad de La Laguna y principal investigador sobre este documental, los proyectos de Ives Allegret sobre Las Hurdes y Andalucía, a los que tuvo que renunciar, fueron compatibles con el de Tenerife, que filmó desde la misma línea social y política.
“Está claro que los temas, una zona deprimida, una comunidad agraria o el lado sórdido de una sociedad insular eran perfectamente adaptables a sus intereses de realizar un documental social, de intervención”, comenta Gabriel.
Canarias era ya un destino turístico, un medio atractivo por ser mal conocido y con una imagen estereotipada de paraíso natural, pero también con problemas como el analfabetismo, una sociedad clasista, huelgas obreras y miseria.
Ambiente surrealista y vanguardista
No obstante, el ambiente cultural de Santa Cruz de Tenerife en esos meses era totalmente propicio al documental, sobre todo por la existencia de un grupo de vanguardia en torno a la revista Gaceta de Arte (1932-1936) y a la figura del crítico y escritor Eduardo Westerdahl.
Es bastante evidente, según Fernando Gabriel, “la simetría ideológica entre las posiciones de la película y algunos principios defendidos por la vanguardia canaria. Westerdahl y el grupo de cineastas debieron conocerse, y también tendrían alguna información a través del grupo surrealista y el pintor Óscar Domínguez en París”.
La primera imagen que se ve de Tenerife en este documental es una playa de arena negra, motivo que atrae a todos los surrealistas, precisa el catedrático.
Los cineastas regresaron a París en mayo de 1932, pero el filme no se montó hasta 1936.
El texto en off de la película es obra de uno de los mayores y más influyentes escritores y poetas, Jacques Prèvert, también actor y guionista, que nunca estuvo en Tenerife, aunque es evidente que los datos fueron recogidos por Allegret.
Asimismo la Filmoteca destaca que Allegret le prestó en una ocasión una cámara a Buñuel, mientras que Prèvert fue actor en La edad de oro y amigo durante años del cineasta aragonés, al tiempo que Eli Lotar fue el fotógrafo de Tierra sin pan.
“Cuando Allegret y Lotar regresan de Tenerife, convencen a Buñuel para que filme el documental sobre Las Hurdes. Y Buñuel va a rodarlo con Eli Lotar y con la cámara que filmó Tenerife y que le presta Allegret. Un proyecto rebota al otro y ambos son casi simultáneos y bastante simétricos”, apunta Fernando Gabriel.