En este nuevo aniversario del 541 de la instauración de la Ciudad Real de Las Palmas, será un excelente regalo para la capital de la isla grancanaria que le fuera otorgado el honorífico título de Patrimonio Mundial de la Humanidad a Risco Caído y a todo el lugar de vestigios canarios prehispánicos de las Montañas Sagradas, que sería inscrito como paisaje cultural por la Unesco. Este será dilucidado en la primera semana del mes de julio en Bakú (Azerbaiyán); distinción que se sumaría asimismo a todas las islas Canarias, como ya lo cuenta Garajonay, el bosque de laurisilvas de la era cuaternaria, el parque natural del Teide y la ciudad de La Laguna.
Sin embargo, hay que lamentar la desidia y el vilipendio de varios primeros ediles de la capital grancanaria en la última década y años precedentes, por obviar la presentación del histórico barrio de Vegueta para ser presentado al merecido galardón de Patrimonio de la Humanidad. Ese tiempo y tipo de reconocimientos ya ha sido anulado, porque la Unesco considera que hay múltiples ciudades en el planeta que ostentan ese honor, otorgado por este ente perteneciente a la ONU.
En aquel día estival del 24 de junio de 1478 tuvo lugar el magno acontecimiento de la fundación o nacimiento de la primera ciudad fundada por los Reyes Católicos fuera de sus fronteras peninsulares y primigenia en el Atlántico. La aspiración imperialista de nuevos territorios para anexionarlos a la recién creada nueva Monarquía Hispana, nacida por el consorte de Isabel I del reino de Castilla y Fernando II del reino de Aragón, quienes conformaron los históricos Reyes Católicos, monarcas que fueron el germen con sus políticas de integración de los demás reinos peninsulares, para siglos posteriores, fundar la creación de la actual geografía de España.
Los reyes Católicos impulsaron la conquista de Gran Canaria, que anteriormente había sido rechazada por la bravura de los aborígenes en la defensa de su isla (y del resto de las islas Canarias que aún no habían sido invadidas). La ocupación de otras islas (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro) había sido iniciada y anexionada a la corona de Castilla, con éxitos y casi sin belicismos en 1402, siendo vencidos los canarios autóctonos de las citadas ínsulas. Fue realizada la conquista de las enunciadas islas por el caballero normando Juan de Bethencourt, por los designios y patrocinios del rey de Castilla Enrique III. Gran Canaria se le resistió al militar normando por la intrépida defensa de los isleños.
Pero no declinó la insistencia de los Reyes Católicos para anexionarse la isla de Gran Canaria (en plena rivalidad conquistadora de las islas con Portugal). Para esta expedición imperialista dicta una providencia la Reina Isabel I de Castilla, en Sevilla el 13 de mayo de 1478, para ser sojuzgada la isla a la corona regente. Para tal propósito anexionista nombra al experimentado capitán Juan Rejón, con 600 infantes y 30 hidalgos que aportaron caballos y armas. Las seis carabelas y dos fustas, zarparon el día 13 de junio del Puerto de Santa María, llegando a Gran Canaria diez días más tarde.
Las naos conquistadoras fondearon en la dársena natural de Las Isletas el 24 de junio de la sanjuanera onomástica. Al alba de ese día, una vez desembarcados y tomado tierra las tropas, instalaron el campamento militar en un frondoso montículo de palmerales y grandes árboles (hoy plazoleta de San Antón en el primigenio barrio de Vegueta), para protección y vigilancia en la que levantaron una torreta para otear los asedios de los canarios. Aquel era un idóneo lugar para la logística militar de defensa e intendencia del campamento denominado El Real de Las Palmas, y próximo al océano, para una fugaz huida en caso de retirada hacia las carabelas por los previsibles ataques de las guerrillas aborígenes en defensa de su isla.
La primera batalla no tardó en producirse. Dos destacamentos de guerreros aborígenes asediaron a las tropas de los conquistadores. Al mando de la ofensiva estaban Adargoma, Maninidra y Doramas, quienes no pudieron doblegar con sus piedras y luchas cuerpo a cuerpo las mortíferas y modernas armas de los arcabuces y ballestas que poseían los soldados imperialistas reclutados por Rejón en nombre de la monarquía hispana. Esta fue la primera contienda que ganaron los conquistadores en Gran Canaria. Este anuncio triunfal de la batalla llegó a conocimientos y alborozo de los Reyes en la península.
Aquel lugar elegido para el emplazamiento del campamento El Real de Las Palmas era el más adecuado con el fin de conquistar la isla en el más inmediato plazo proyectado. Estaba en la orilla derecha del barranco Guiniguada, en el que corría abundante agua potable. Por azar de la casualidad, sería el punto cero para la fundación de la nueva villa atlántica, que se llamará Ciudad Real de Las Palmas, que tuvo su fecha natalicia el día 24 de junio de 1478, hecho histórico que se produjo por la acción bautismal del levantamiento de la espada de Rejón y la cruz cristiana por el deán Bermúdez.
Más tarde, la isla de Gran Canaria sucumbió por las guerrillas del infausto y sanguinario Pedro de Vera contra los aborígenes, que claudicaba por la rendición y las perversas artimañas contra los canarios, el día 29 de abril de 1483, quedando anexionada al cetro de la corona de los Reyes Católicos.
El resto de la conquista de las islas Canarias se culminó en 1496. Fueron años posteriores a la reconquista de Granada, último territorio musulmán (1480-92). Los Reyes Católicos impulsaron la conquista de nuevas tierras en África y hacia los dominios de las últimas islas de Canarias. Y comenzó el mayor y esplendoroso tiempo para la Corona de los Reyes Católicos con la conquista en ultramar y el descubrimiento el Nuevo Mundo. La recién fundada Ciudad Real de Las Palmas tuvo una significativa participación con ayuda humana, marinos, técnicas, reparaciones de carpintería de riberas, alimentos, cultivos (caña de azúcar), animales, etc. que se llevaron en el primer viaje del nauta Colón.
La joven monarquía de los Reyes Católicos había fundado la primera ciudad fuera de sus fronteras en el océano Atlántico. Esta Ciudad Real de Las Palmas fue la primera Ciudad Real del Archipiélago y obtuvo el día 28 de enero de 1515 el título de Muy Noble Ciudad Real de Las Palmas (dato investigado por el historiador Alfredo Herrera Piqué, en la providencia que se custodia en el archivo de Simancas) otorgado por dicha realeza.