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'La Guardia Civil frente al terrorismo', un homenaje con rostro y nombre

Doscientos treinta y seis guardias civiles han perdido la vida en enfrentamientos o atentados terroristas ocurridos en España desde el 7 de julio de 1968, a manos de ETA, el GRAPO, grupos independentistas o de terrorismo islamista. A todas esas 236 personas la Fundación Guardia Civil les rinde un homenaje en la exposición itinerante La Guardia Civil frente al terrorismo, por las víctimas, por la libertad que desde hoy hasta el 1 de julio se podrá visitar en la plaza del Príncipe de Santa Cruz de Tenerife.

En la muestra, que ya ha recorrido ciudades como Madrid, Sevilla, Logroño, Zaragoza, La Coruña, Alicante, Cáceres, Málaga y Oviedo, se puede ver -en horario de 10 a 14 horas y de 17 a 21 horas- desde una reproducción a tamaño real del zulo en el que estuvo secuestrado durante 532 días el funcionario de prisiones Ortega Lara hasta vídeos, fotografías y portadas de periódicos sobre los atentados más sanguinarios, sobre todo de ETA, contra la Guardia Civil y contra muchos civiles.

Asimismo quienes se adentren en la exposición comprobarán cómo es una bomba casera de gran potencia hecha con Goma 2, una olla y tornillos de vía férrea, cómo es el uniforme de los grupos especiales de la Guardia Civil contra el terrorismo, y verán fotografías de los primeros guardias civiles que llegaron a las Islas, entre otras cosas.

La Guardia Civil ante el terrorismo es un memorial “al sufrimiento de tantas personas que han caído víctimas de inhumanos comportamientos”. Se trata de una exposición que ya han visitado en toda España 150.000 personas.

Guardias civiles canarios

Con la muestra además de un homenaje, los organizadores quieren recordar que el 20% de las víctimas causadas por los atentados terroristas eran guardias civiles. De ellos varios eran de las Islas: Juan Batista García, un joven de Las Palmas que falleció en Tolosa (Guipúzcoa) en abril de 1979, después de que le dispararan; José Torralba López, de Granadilla de Abona y Luis Marcos García, dos jóvenes asesinados en la aduana de Irún en abril de 1980; Santiago González de Paz, natural de La Palma y padre de tres hijos, que fue asesinado en Santurce en octubre de 1981 al ser disparado cuando subía a un vehículo; y Carlos Marrero Sanabria, de Las Palmas de Gran Canaria, que murió un año y medio después de sufrir un atentado de ETA en Zarauz (Guipúzcoa).

También la exposición pretende sensibilizar ante el terrorismo con fotografías y portadas de periódicos sobre los atentados más sanguinarios de ETA como el de abril de 1986 donde perdieron la vida 12 guardias civiles en prácticas, en la Plaza de la República Dominicana en Madrid, “una capital donde cometer un atentado es una propaganda para los terroristas”, explicó Julián Muñoz el guardia primero de la Oficina de Relaciones Informativas y Sociales, quien también recordó los atentados de las casas cuarteles de la Guardia Civil en Zaragoza y Vic, en el que murieron muchos niños.

Una réplica del zulo donde estuvo encerrado durante casi dos años Ortega Lara es lo más impactante de la exposición, así como las 236 fotografías de los agentes de la Benemérita asesinados junto a los nombres de los civiles que fallecieron en los mismos atentados; y las imágenes de las manifestaciones para salvar la vida del concejal del PP Miguel Ángel Blanco o de los principales comandos terroristas de ETA: el Comando Barcelona, Comando Navarra, Comando Andalucía, Comando Bidart y Comando Galicia, y el GRAPO.

Esta muestra toma un cariz aún más importante después de que la semana pasada, ETA decidiera romper la tregua. Julián Muñoz precisó a los periodistas al respecto que él entró en la Guardia Civil “y ya había terrorismo en España y cualquiera que tiene más de 40 años lo ha vivido y piensa que algún día acabará”.

Declaró que para un guardia civil “las sensaciones son duras al saber que esta gente va a volver a matar, porque hoy día puede golpear a cualquiera. A mí me gusta mi profesión, llevo 31 años de servicio y nunca he pensado que me pueda tocar porque si lo pienso me vuelvo loco”. No obstante, opinó que “lo más duro es que ETA le pueda sesgar la vida a alguien que lleva el periódico debajo del brazo o que lleva a su hijo al colegio”.

Subrayó que la labor de la Guardia Civil es policial y que, por eso, ha sido uno de los objetivos de ETA desde 1968. “La cifra de fallecidos es fría y cuando hay un atentado la familia se siente arropada al principio, y lo que hemos querido con esta exposición es poner un nombre y un rostro a todos los muertos”, dijo.