Las costumbres fúnebres de la sociedad tradicional canaria son el centro del último libro del historiador y cronista oficial de La Aldea de San Nicolás, Francisco Suárez Moreno, La muerte en la sociedad tradicional. Espacios, halos, costumbres y miedos, de la Editorial Mercurio.
La obra se presentará el próximo 5 de mayo, a las 12.15 horas, en el Centro Municipal de Cultura de La Aldea, en la clausura de las XXVI Jornadas de Patrimonio del Proyecto Comunitario de La Aldea. Y poco después, el 27 de mayo, se hará en Mogán, en la presentación del programa de las Fiestas Patronales de San Antonio El Chico.
En este libro el autor cuenta los resultados de un largo proceso de investigación de varios años sobre la legislación, prácticas y costumbres forenses de la sociedad tradicional canaria. Su contenido se encuadra en la disciplina de la Etnohistoria, una novedad historiográfica por su metodología y contenido, pues trata de forma integrada y científica los aspectos históricos con los del pensamiento y costumbres sobre la muerte desde las creencias en las ánimas y la praxis de los últimos animeros.
La obra contiene además amplios aspectos de la cultura fúnebre tradicional, tales como decenas de cuentos de gente mayor sobre halos, almas en pena y miedos, incluso abarca el tema de la fotografía fúnebre a niños, a entierros y a cementerios por el día de los Finados.
También en ella se insertan cuadros que cuantifican y determinan la ubicación espacial de 186 cementerios canarios, así como otras imágenes como bodas con luto, primeros recordatorios y esquelas y dibujos de recreación histórica cementerial.
Dedica una inédita información histórica a los cementerios de los ocho municipios del Partido Judicial de Guía de Gran Canaria, con una parte dedicada a los espacios fúnebres: una historia detallada de 24 cementerios, una docena de ellos desaparecidos.
Al final la obra se centra en detalles específicos de los espacios, hechos y costumbres que se dieron hasta mediados del siglo XX en la comarca del Suroeste de Gran Canaria, una amplia dimensión geográfica insular fraccionada entre los municipios de Mogán y La Aldea.
Y acaba con un interesante capítulo sobre la mala muerte (accidentes) y la evolución de la práctica forense legal de las muertes violentas, praxis implantada a partir de 1866 y centralizada en la cabeza del Partido Judicial de Guía de Gran Canaria, donde en la trasera de la ermita de San Roque estaba destinado un cuarto destinado a practicar las autopsias, adonde llegaban los muertos sobre parihuela a hombros de mozos tras recorridos kilométricos de uno a dos días de camino, en algunos casos desde Mogán sobre barquillos de vela.