De Japón hacia el mundo: un jardín para proteger el legado de Masaaki Hatsumi

El jardín inaugurado en Telde para homenajear al maestro Masaaki Hatsumi

Efe/Gema González

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En febrero de 2020, durante su último viaje a Japón, el maestro Pedro Fleitas decidió que cumpliría uno de sus grandes sueños, entregarle un homenaje en vida a su maestro Masaaki Hatsumi, fundador del Bujinkan, un arte marcial que engloba nueve escuelas marciales japonesas.

Un año y un mes después, Fleitas ha cumplido su sueño, e inaugura con orgullo el jardín zen ‘Soke Masaaki Hatsumi - Ruta 636 Noda-shi’, un espacio de recuerdo y homenaje donde las enseñanzas del Sensei dialogan con la naturaleza; y un punto de conexión físico que unirá para siempre a Telde, en la isla de Gran Canaria, con Noda-shi, en la isla de Japón.

Durante décadas, miles de discípulos procedentes de todos los rincones del mundo se han desplazado a la ciudad de Noda para recibir las instrucciones y absorber los saberes y enseñanzas de Hatsumi.

De ahí el nombre de este jardín, pues ‘Ruta 636 Noda-shi’ es la dirección de su residencia, “que ha sido y es refugio, luz y hogar” tanto para el maestro Pedro, que acumula más de 120 viajes a esta ciudad, como para las miles de personas que acuden cada año movidas por un mismo objetivo: la felicidad.

Más de cuarenta alumnos del maestro Pedro han participado en la elaboración de este proyecto, ubicado en el Parque de San Juan de Telde, como símbolo de la unidad y estrechamiento de lazos entre Japón y España, explica el maestro Pedro Fleitas en una entrevista a Efe.

Una vez dentro, las palabras cobran sentido. Bajo la luz del sol, los elementos que componen este jardín se mezclan con armonía, infundiendo paz y serenidad.

La base, de microgranito blanco con destellos brillantes, simula el mar, tanto en calma como en tempestad, y alrededor de sus aguas se extienden los árboles y las plantas, arropadas por el color violeta de las buganvillas, que simbolizan la lealtad y la fortaleza.

El violeta, además, ha sido el color característico del cabello del maestro Masaaki Hatsumi durante muchos años, lo que refuerza la conexión espiritual de este espacio.

Aquellos que lo visiten también podrán encontrar un cerezo, un árbol de vital importancia para los samuráis, ya que su vida también podía ser frágil y efímera; un almendro, cuyas flores representan el amor más allá de la muerte; y una ‘siempreviva’ violeta, una planta reconocida por su capacidad de supervivencia ante condiciones adversas.

Un pequeño paseo de piedras guía a los caminantes hacia un estanque, salpicado por varios ejemplares de plantas acuáticas. También se observa un bosque de bambú, imprescindible en cualquier jardín zen, y un puente de madera como símbolo de un camino de vida o de búsqueda de la verdad.

Las linternas japonesas brindan al parque la claridad del conocimiento, y cuatro piedras, en representación de los cuatro puntos cardinales, protegen el espacio.

Cada piedra, además, está rodeada por una cuerda espiritual (shimenawa), utilizada en el sintoísmo (religión nativa de Japón) para delimitar un lugar sagrado o de conexión entre el cielo y la tierra.

De esta manera, nada queda dispuesto al azar. Cada elemento entrega una metáfora y su conjunto invitar a reflexionar y a meditar.

Esta inauguración supone, además, la primera piedra de un proyecto “en grande” que pretende construir otros pequeños jardines miniaturas, con la misma denominación, alrededor del mundo.

El objetivo, afirma Fleitas, es proteger las enseñanzas de Hatsumi “y hacerlas extensibles a las sociedades” para convertir este mundo “en un lugar mejor”. 

De esta manera, el maestro espera que este jardín, y los muchos que vengan detrás, generen un vínculo “irrompible” entre oriente y occidente, y sean capaces de “alejarnos de lo que no saca brillo al alma” para aportarnos un poquito de esa calma y felicidad “que todos nacemos buscando”. 

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