El director de la Fundación Teatro Pérez Galdós, Rafael Nebot, afirmó este lunes que el balance del primer año de reapertura del coliseo es positivo y que la experiencia valdrá de enseñanza para el siguiente año, en el que habrá cambios de programación que serán desvelados próximamente.
Con motivo del primer año de la reapertura, el coliseo ha abierto este lunes sus puertas al público, que ha podido observar los cambios y las obras a las que fue sometido para afrontar el nuevo siglo.
Nebot manifestó que la asistencia de espectadores ha ido creciendo con el paso de los meses hasta pasar de una ocupación del 70 y 80 por ciento al cien por cien.
Asimismo, celebró que se trate de público “nuevo” diferente a los asistentes habituales de los festivales de ópera y música, lo que a su juicio demuestra que no hay sobreoferta en la ciudad y que es posible motivar a la ciudadanía.
El Teatro ha programado para este primer aniversario visitas guiadas cada media hora en las que los asistentes pueden admirar las obras de Fernández de la Torre, descubrir que el color de las paredes se debe a que están estucadas con arena de la Playa de Las Canteras y admirar los apliques, pantallas y tachuelas de la entrada al patio de butacas, que son originales y fueron trasladadas desde el Reino Unido.
Dado que el Teatro Pérez Galdós siempre tuvo una de las mejores acústicas de los coliseos españoles, la restauración se hizo en torno al objetivo de no malograr esta virtud, como el tejido de las butacas, de terciopelo para que absorban el sonido.
Todo ello combinado con la última tecnología, como los traductores de las butacas para la ópera o el aire acondicionado, así como un telón de acero que actuaría de cortafuegos en caso de que se produjera algún accidente durante los trabajos que se efectúan entre espectáculo y espectáculo en el escenario.
Tras conocer el salón Saint Saënz, se puede observar en la sala del segundo anfiteatro el mobiliario original, butacas de distintas alturas para los palcos y las destinadas a los acompañantes de las autoridades, que se situaban detrás de las puertas, así como un plano del teatro, un busto de Alfredo Kraus o los contrapesos para las tramoyas, hoy totalmente mecanizadas.
Fotografías retrospectivas muestran el “primer teatro”, que, ideado por un arquitecto extranjero, se denominó en un primer momento Tirso de Molina porque su primer destino era Valladolid.
Tras el incendio de 1918, fue cuando comenzaron los trabajos los hermanos Martín Fernández de la Torre hasta que en 2001, tras diversos avatares, comenzaron los trabajos para su reapertura.
El propio Benito Pérez Galdós se burlaba de una estampa que hoy resulta increíble, subraya la guía a los visitantes, y es que en una de las fotografías se observa cómo el océano Atlántico llegaba hasta el Teatro, que se encontraba al final de la denominada Playa de Triana y sus casas junto al mar, que ahora se encuentra a decenas de metros del coliseo.