Literatura

Lydia Vázquez, la traductora que lleva a Annie Ernaux al español y redescubre autoras silenciadas del siglo XVIII

Libros con corazón, alma y sangre. Así se refiere Lydia Vázquez a los libros comprometidos que se alejan de la prefabricación, haciendo referencia a una de las autoras que traduce, Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022. Vázquez ha dedicado su carrera profesional a los libros como profesora de literatura, traductora y, desde hace dos años, miembro de la Academia Europea. Lo califica como un “honor muy grande”, más aún por ser la primera elegida en el ámbito de la traducción.

Una de sus últimas traducciones es Hombre Joven, de Annie Ernaux, publicada en español a principios de 2023. En él, la autora cuenta la relación amorosa que tuvo con un hombre menor que ella y todas las implicaciones sociales y personales que ello tuvo.

La escritura como un cuchillo, de la misma autora y con fecha de publicación este septiembre, revela claves de la escritura de Ernaux, “un arma arrojadiza contra el sistema capitalista y machista”. Para diciembre, Vázquez llevará a las librerías españolas la traducción de La otra hija.

Algunos de los libros de la escritora normanda han pasado por las manos de otras traductoras, pero a deseo de la propia autora y de las editoriales francesa y española, Gallimard y Cabaret Voltaire, toda la obra de Ernaux será escrita en español por Vázquez.

Según cuenta, ese deseo se debe a una complicidad y comprensión entre ambas que va más allá de lo textual, permitiendo que las traducciones tengan la verdadera esencia de los originales. Además, Vázquez explica que para Ernaux era muy importante que la tradujera una profesora de literatura francesa, tal y como ella misma lo fue durante muchos años. De hecho, Vázquez enseña y da conferencias sobre la autora.

El reto de traducir regionalismos y transliteraciones del árabe y el hebreo

A pesar de esa complicidad, el trabajo de traducir a Ernaux y a otros autores no resulta sencillo: “Me dan libros dificilísimos. Todo lo fácil que parece Annie es falsa apariencia”. Parte de esa dificultad radica en la carga de significados, los juegos de palabras, los regionalismos, los normandismos o el lenguaje infantil que utiliza puntualmente. Si se traducen de forma literal, no se entienden en español, pero si se eliminan esos rasgos del habla, el texto pierde una caracterización esencial.

“Se trata de encontrar algo que suene a regionalismo pero que se entienda”, explica Vázquez. Por tanto, es habitual manejar diccionarios en ambas lenguas o dialogar con la autora para escarbar en las palabras y extraer todo su significado, siendo “lo más fiel posible a lo que ha querido escribir”. En ese proceso, entender a la autora es fundamental.

Pero la traductora también ha tenido que enfrentarse a dificultades tan complejas como son las transliteraciones del árabe y el hebreo. Cuando tradujo La hija pequeña de Fatima Daas, tuvo que adaptar el árabe representado con caracteres franceses, que sí está regulado, al español, donde no hay transliteraciones estandarizadas.

Más complejo fue el proceso con La postal, de Anne Berest, que contenía transliteraciones de un hebreo muy específico: el que empleaban los judíos franceses durante la Segunda Guerra Mundial. “Hay mucha solidaridad entre traductores”, indica Vázquez, por lo que consiguió la ayuda de una profesora de ladino en Israel que sabía transliteración del hebreo al español.

Palabras que llevan horas

El trabajo de investigación que hay detrás de la profesión de traductora es a menudo desconocido. No solo es esencial manejar muy bien el idioma, sino también estar en disposición de pasar mucho tiempo dándole vueltas a palabras que parecen tan sencillas como una preposición.

Le sucedió con el título del último libro de uno de los autores con los que suele trabajar, Abdelá Taia, que en septiembre se publica en español. La frase que da nombre a esta obra, Vivre à ta lumière, aparece en la versión oficial francesa de la Biblia. En la española, aparece como “vivir a tu luz”.

Por ese motivo, Vázquez creyó que la mejor traducción para el título sería “vivir a tu luz”, a pesar de que otras personas de la editorial consideraron que, por el contexto, otra preposición sería más adecuada. Sin embargo, hablando con Taia descubrió que el título salió de una canción y no tenía ninguna relación con la Biblia, pero finalmente el libro se quedó con el nombre de Vivir a tu luz.

Para Vázquez, se trata “de lo mejor que ha escrito” este autor proveniente de Marruecos, cuya obra reflexiona sobre la homosexualidad, el racismo y la identidad como marroquí en autoexilio. Vivir a tu luz, en concreto, es un retrato del sufrimiento de Malika, una mujer y madre marroquí, desde la colonización francesa hasta la muerte del rey Hassan II.

Algo que destaca la traductora, tanto de Taia como de Ernaux, es su forma de crear personajes al margen de los maniqueísmos, donde “ni todos son completamente buenos ni todos son completamente malos. Son profundamente humanos”.

Adiós a las supermujeres

La complejidad es una de las características que, según recalca Vázquez, hace a Ernaux una de las portavoces de un nuevo feminismo exento de supermujeres que pueden con todo. En su lugar, las mujeres se pueden mostrar cansadas, saturadas y contradictorias, porque, así como son mujeres, por encima de todo son personas.  

Su escritura íntima, no necesariamente sexual, es lo que hace que tenga tanto éxito entre las jóvenes a las que Vázquez da clases. Así, su obra demuestra que lo personal es universal y que la literatura es un espacio de encuentro con una misma y con las demás. Tanto, que Vázquez reconoce que leer a Ernaux la ayuda a conocerse mejor a sí misma.

La autora suele parafrasear a Rimbaud para decir que pretende “vengar a su raza” a través de la escritura, en referencia a la clase obrera y a las mujeres. Vázquez considera que lo consigue: “Es una escritura muy militante en el mejor sentido de la palabra, poniendo en primer plano lo que importa. Las clases humildes, las mujeres, cómo hablan y sus problemas”.

Se trata de toda una hazaña, tal y como lo concibe la docente, traductora e investigadora, sobre todo partiendo de que “la literatura francesa es muy elitista”. De hecho, señala que Ernaux trajo de vuelta la figura de los escritores engagés (comprometidos), como Jean-Paul Sartre o Simone de Beauvoir, no solo en lo que escriben, sino en su implicación con las luchas sociales.

Las escritoras libertinas borradas por la historia de la literatura

Además de los contemporáneos, Vázquez se ha dedicado a estudiar y traducir textos escritos hace varios siglos. Como investigadora, su tesis giró en torno a la seducción y el libertinaje en la literatura y el arte del siglo XVIII en Francia, un tema estudiado principalmente por hombres, así que empezó moviéndose en ámbitos muy masculinos.

Siendo especialista en literatura erótica, cuenta que esta es una narrativa, en general, con sesgos masculinos y machistas, pero eso no significa que no existan obras libertinas escritas por mujeres en el siglo XVIII.

Las autoras de aquella época son poco conocidas porque “la historia de la literatura las había borrado” al ser consideradas “modelos negativos”. No obstante, al contrario que en otros periodos, la época de la Revolución Francesa y la desaparición temporal de la censura permitieron “unos años muy libres” donde entraron en escena “mujeres muy atrevidas que escribieron cosas muy vanguardistas”.

A pesar de sus innovaciones, ese borrado histórico ha supuesto que apenas hayan llegado a la actualidad. Vázquez ha contribuido con sus investigaciones al redescubrimiento de algunas. Entre ellas, Madame de Morency, autora de Illyrine, una historia autobiográfica que cuenta aventuras eróticas con revolucionarios y contrarrevolucionarios, lo cual “no estaba muy bien visto para la historiografía francesa”, que tanto pone en valor la época de la Revolución.