¿Monologuista por convicción, por devoción, por accidente...?
Por todo un poco. Por accidente más que nada. Era músico y actor en aquella época y la cosa acabó un poco mal con La Cabra Mecánica. Llevar dos carreras en paralelo es muy difícil. Yo necesitaba pasta y estaba mal de ánimo para seguir con la música. Surgió la oportunidad de los monólogos en un café en Madrid y tenía cuatro cosas escritas, me dijeron que las adaptara y me puse las pilas, y la Paramount me fichó. El 70% de esta carrera es suerte. Este componente de suerte no hay que perderlo nunca de vista. Puedes ser un buen cómico y estar sirviendo copas toda tu vida. Como decía Al Pacino, hay que tener tres cosas: suerte, suerte y suerte.
¿Quién es el personaje Don Mauro?
Es como mi alter ego que dice lo que yo no me atrevo a decir. Yo soy un tipo muy educado, correcto e incluso caigo bien, pero Don Mauro no. Él es un tío que dice lo que piensa, aun sabiendo las malas consecuencias de lo que va a decir. Es lo que yo no me atrevería a decir pero él sí. Llegados a este punto, él es necesario en mi vida.
¿Qué te gusta más reírte o hacer reír?
Yo no soy buen espectador y me gusta más hacer reír. Hay un punto de narcisismo muy grande en mí y eso me gusta. Hay que ser muy narcisista para ponerse delante de un escenario y yo lo soy.
¿A qué te gusta sacar punta?
A todo. Soy muy irónico. Eso lo he mamado. Siempre en casa de mis padres había mucha ironía, nos reíamos de todo, de nosotros mismos, incluso había momentos hirientes. Hay anécdotas donde tú dices: ¡joder qué manera de condensar tanta mala hostia en una mesa! Había mucha mala leche y esa ironía se mama y, al final sale.
El fundamento hay que buscarlo en...
Tienes que estar buscándolo siempre y al final nunca lo encuentras. Creo que todo esto es un aprendizaje. Eres mejor cómico según van pasando los meses y te dedicas a ello. Cada uno tiene su fundamento y su verdad y cada uno tiene que encontrarlo.
¿Tú eres gracioso de siempre o te fuiste soltando con los años?
Sí. Diga lo que diga, yo lo digo con gracia. No ejerzo de cómico, pero sabes que cuentas las cosas con gracia y la tienes. Si no tienes gracia estás jodido porque ya puedes tener el mejor chiste que no funciona. Todos los cómicos tienen que tener una bis cómica muy clara.
¿Esa mala leche acumulada la reservas sólo para cuando estás en el escenario?
No. Soy muy irónico, muy puyero, tengo mala leche y, además, en público. Soy poco leal en ese sentido. De vez en cuando suelto alguna que otra que los demás se quedan como diciendo, ¡qué hijo de puta!
De pequeño eras rubito y te gustaba el solfeo, ¿tendrías que ser una monada y no una nenaza?
Era muy mono, una lindeza. Muy rubito, con ojos azules, cara angelical. Era el yerno ideal. Tocaba el piano y todas las amigas de mi madre me decían: ¡Maurito, toca el piano! Y yo decía: ¿por qué me haces esto mamá? Venían a casa a tomarse las pastas, aunque en realidad venían a tomarse los güiscazos. Se lo conté a Ricardo Castella, quien me fichó en Paramount y muy amigo, e hizo una nota y se inventó la historia, aunque en el fondo es verdad.
¿Cuál es el rasgo que mejor define tu humor?
El sarcasmo, la ironía y el inconformismo. Don Mauro es muy inconformista. Le ha tocado vivir algo muy feo. Le ponen los cuernos y no consigue solucionar las cosas como le gustaría. Yo soy el rebotado, el tocacojones. Hay una vena en mí que es muy rompebolas.
¿Ya no te toman en serio?
Sí y no. La gente, por lo general, no sabe distinguir tu imagen pública de tu realidad y tú eso lo notas. Por ejemplo, estás en una junta de vecinos y vas a hablar y la gente ya te sonríe y tú dices: ¡me cago en tu puta madre, si no he dicho nada! (Risas). Es que no distinguen. Creo que eso es falta de educación. A veces, como diría mi madre, te toman como un chisgarabaina y eso es malo, porque que te tomen así es que eres lo peor. No es fácil de llevar porque la gente se confunde.
¿Cuál crees que es la diferencia entre ser humorista y ser un cómico?
¿Cree que el formato del monólogo tipo Las noches de Paramount ha ayudado al resurgir del humor en el teatro y la televisión?
Sí, es algo que se retroalimenta. Ayuda mucho la televisión y no somos conscientes. Decimos, Eva Hache tiene una mierda de audiencia porque sólo la ven un millón de espectadores y eso diario es una burrada. Para yo llenar un teatro con un millón de personas tendría que estar en doce teatros en diez o doce noches y sólo en una localidad. La televisión es, sobre todo, la que más ayuda, pero también ayuda Internet. Los friquis cuelgan en la web los trozos de monólogos que más les gustan. Los teatros son la consecuencia de ello. Lo que llenemos ahora es porque hay mucha infraestructura mediática.
Alto, guapo, fuerte y encima hace reír. ¿Es Darek la nueva amenaza para los monologuistas?
¡Me cago en la puta, creía que estabas hablando de mí! Me parece que está buenísimo, que está como un queso y tiene una tranca de mucho cuidado. Seguro que la Ana Obregón está... (Risas). Es uno de los tíos más guapos que he visto en los últimos años. Pero hablando de humor, vamos a darle caña, no se puede hacer reír siendo tan guapo con lo cual, que le jodan. Ahora en serio, me han hablado divinamente de él.