Panero: ''Tengo miedo a la muerte''

Papa dame la mano que tengo miedoJardín en vano

“Esta vez quiero quedarme aquí, yo no quiero volver al manicomio. Es un sitio cruel, un circo romano, donde me maltratan y me echan agua caliente en los ojos para que me despierte. Tienen un orden obsesivo. Estoy pensando en llevarlos a juicio por tortura porque mis compañeros no hacen nada. Son una pústula infame”.

Así comienza la conversación Leopoldo Panero (Madrid, 1948), escritor maldito y enfermo. Un gran conocedor del infierno, que dice que le gustan las multitudes y que no para de escupir citas literarias y filosóficas: Kierkegaard, Nietzsche, Baudelaire, Eliot o Heidegger, el filósofo alemán, que dice que, “aunque fue nazi”, le gusta mucho porque estuvo “obsesionado por la verdad”.

Pero, el autor de Así se fundó Carnaby Street, Las River Together o Poemas del manicomio de Mondragón, no para de escribir, porque asegura que es lo que le salva la vida. “Yo tengo miedo a morir. Tengo un miedo cerval a la muerte, mucho miedo”, reitera.

“La única esperanza que me queda en esta vida es la literatura. Escribir y ganar algo de dinero para sobrevivir”, explica con voz muy baja, mientras no deja de fumar y beber una coca cola tras otra.

Y fruto de esta intensa tarea creativa como salvación, que asegura que comenzó a los cinco años, cuando sin apenas saber escribir ya tenía su primer poema, son estos dos libros que ahora aparecen, uno en prosa, una narración bajo el transparente título Papa, dame la mano que tengo miedo, editado por Cahoba, y un poemario escrito a cuatro manos con Félix J. Caballero, titulado Jardín en vano y editado por Arena.

“La poesía es un arma arrojadiza”

Papa dame la mano que tengo miedo es un texto narrativo pero muy poético, con un prólogo escrito por Ana María Moix, en el que Panero, de forma desgarradora y atroz habla de la muerte o del miedo, aunque también con su especial ternura habla de la vida o de la belleza; unas veces con humor y sátira, otras con un afilado cuchillo en la pluma.

“La poesía es un arma arrojadiza, como la palabra, no sé quien lo dijo pero es verdad, pero a mí no me gusta que psicoanalicen mis textos de forma lacaniana. Yo escribo porque es lo único importante en mi vida”, acierta a decir.

Que la vida “es una mierda” para el autor es una constante en este libro. “La vida es sólo un inmenso cenicero, violeta pálida destruida por el mundo, sílaba atroz en el cenicero repleto de palabras...”. “La vida es sólo un macarra oscuro, juego dantesco de manos, tropelía de villanos”, escribe Panero.

Pero, a pesar de todos los navajazos y tropelías de las palabras, Panero deja entrever algún recoveco de luz, como en su poemario Jardín en vano. “No me interesa la ternura, no me gusta y sólo está en el libro para las mujeres, los homosexuales y los niños. Me gusta más el teatro de la crueldad”, precisa.

Hijo de Leopoldo, el llamado “poeta del régimen”, sobrino de Juan Panero; hermano de Juan Luis Panero, todos ellos poetas, y hermano de Michi Panero, que ya falleció, Leopoldo Panero fue uno de los emblemas de los “novísimos”, incluido en la tan traída y llevada antología de Castellet (Barral, 1970), y una época en la que este poeta empezó a sentir verdadera obsesión por Pere Gimferrer. Leopoldo Panero firma este sábado ejemplares de sus libros en la Feria del Libro de Madrid.