SANTANDER, 24 (EUROPA PRESS)
El director del Museo de Altamira, José Antonio Lasheras, afirma que aunque “todos desearían” que en un futuro se pudiera visitar la cueva de Altamira, incluso con limitaciones superiores a las existentes en la última apertura, nadie se alegraría del cierre definitivo de la misma, lo que es una opción “posible y probable”.
Aún así, ha advertido este martes que ni si quiera el cierre de la cueva garantiza la “ausencia absoluta” de deterioro del arte paleolítico que alberga.
Y ha enfatizado que ni aún las “máximas” medidas preventivas que se pudieran aplicar a las visitas a Altamira anularían todos los efectos negativos que se pueden estar produciendo incluso de forma natural.
Lasheras se ha pronunciado así este martes durante la conferencia que ha impartido en un curso sobre Altamira de la Universidad de Cantabria (UC) que se celebra en la sede del Parlamento regional.
El director del Museo Altamira ha explicado que si se llegara a acordar elaborar una propuesta técnica para una visita pública a la cueva, ésta debería ser “forzosamente reducida” en términos cuantitativos, sujeta a umbrales objetivos de alarma y riesgo, supervisada por un sistema de monitorización de registro ambiental y supeditada al control de estado permanente que realiza el museo desde 2002.
Ha recordado que las entradas a la cueva siempre se han basado en la aplicación del conocimiento y del control del estado de conservación, sucediéndose visitas provisionales y cierres temporales, el último en 2002 que se prolonga hasta la actualidad.
En este sentido, ha explicado que permanece cerrada porque para el Patronato de Altamira su apertura es un “riesgo inasumible”, al tratarse de un “bien singular y de alto valor”, en el que cualquier daño puede convertirse en un “gran daño”. Al respecto, se ha referido a los riesgos microbiológicos, que suponen “una amenaza de daños serios” cuya corrección no garantiza ningún antídoto.
Sin embargo, ha apuntado que el acceso ciudadano es el objetivo de la gestión de este bien y de la Ley de Patrimonio y que aún el Patronato no ha decidido si renunciar al mismo, de forma que el actual sigue siendo un cierre temporal.
El necesario conocimiento concreto sobre el impacto de las personas en la cueva no se tiene actualmente en “grado suficiente” y se pretende un modelo que permita prever el futuro con la “esperanza” de concluir los efectos humanos para así cuantificar la presencia de visitantes adecuada con la conservación. Si fuese así “unos pocos ciudadanos al día, algunos días a la semana, algunas semanas al año” podrían visitar la cueva, ha comentado.
En la apertura de 1982 la cueva fue visitada por 8.800 personas al año, que permanecieron en su interior 30 minutos (diez de ellos en la sala de polícromos).