La Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria acaba de concluir la intervención que con carácter urgente ha llevado a cabo en una tumba indígena fechada hace más de 250 años antes de la conquista castellana de la isla, localizada en las proximidades de El Risco, en el municipio de Agaete, tras la alteración parcial sufrida por parte de unos excursionistas.
La citada tumba, ya recogida en el inventario arqueológico insular, fue objeto de intervención en octubre del pasado año 2018 por los arqueólogos Marco Moreno, Verónica Alberto y Marta Alamón. Los trabajos ahora concluidos han puesto al descubierto su naturaleza excepcional en el contexto de las prácticas funerarias de los indígenas de la isla conocidas por la comunidad investigadora, ya que se trata del primer caso documentado en Gran Canaria en el que el cadáver se sitúa en el interior de la cavidad mortuoria completamente flexionado, alejándose de cualquier otro ejemplo arqueológico de sepultura hasta ahora conocidos.
Los trabajos acometidos tras denuncia efectuada ante el Cabildo han permitido a los arqueólogos rescatar importante información que todavía se conserva en la zona de la Cruz del Tabaibal en la que está enclavada la mencionada tumba.
Se han documentado los restos de un varón de entre 25 y 35 años que fue incluido en el interior de una fosa excavada en el sustrato rocoso en una posición insólita: completamente flexionado y dispuesto prácticamente bocabajo (posición prono-lateral). Una posición que difícilmente se hubiera conseguido de no haberse atado el cadáver antes de su entierro. Hay que recordar que los antiguos canarios, como norma general, amortajaban a sus difuntos completamente extendidos y con los brazos a ambos lados del cuerpo, envolviéndolos con sudarios de piel, tejido vegetal o la combinación de ambos.
Una vez colocado el cadáver en su interior, la fosa fue cubierta con piedras y se levantó un anillo exterior con estos mismos materiales. La prueba del C14 ha fechado la muerte de esta persona entre finales del siglo XII y principios del XIII dC, es decir, más de 250 años antes de la conquista castellana de la isla.
Lamentablemente, las alteraciones que había sufrido esta sepultura (el cráneo había sido extraído, por ejemplo) han impedido obtener al completo la información para su explicación histórica.
Sin embargo, el particular hallazgo ha llevado al planteamiento de algunas hipótesis de trabajo. El equipo responsable de esta intervención propone que “representa una situación excepcional en el ámbito de las prácticas funerarias de los antiguos canarios”, pues es el primer caso documentado en el que el cadáver se sitúa completamente flexionado y prácticamente bocabajo, lo que se logra atando el cadáver para ser introducido luego en una fosa estrecha y de escasa profundidad.
Como así apuntan sus excavadores, este tipo de fórmulas excepcionales de tratamiento del cuerpo suele describirse en otras poblaciones como “la expresión de un proceder cargado con una fuerte carga negativa hacia la persona fallecida”.
Pese a las cautelas que siempre deben mantenerse ante la aparición de un caso excepcional, lo que sí es un hecho evidente es que cada yacimiento atesora información trascendental para un mejor conocimiento de nuestro remoto pasado. Es por ello que el Cabildo insiste y recuerda a la ciudadanía que si cualquier persona se encuentra con restos arqueológicos, no debe manipularlos, ni alterarlos, sino dar cuenta con urgencia al Cabildo de Gran Canaria de cualquier hallazgo. Igualmente recuerda que la sustracción y custodia privada de cualquier resto de carácter patrimonial está penado por la ley.