“La relación entre Canarias y Estados Unidos es única”
“Entre 1778 y 1783 aproximadamente 2100 canarios viajaron a la entonces española Luisiana para defender el recién adquirido territorio de las tropas británicas. Familias enteras emprendieron un viaje hacia una tierra húmeda, llena de pantanos y a merced de frecuentes inundaciones. Cuatro fueron los asentamientos de los canarios alrededor de la ciudad de Nueva Orleans: Galveztown, Barataria, Valenzuela y La Concepción, más tarde renombrada como Parroquia de San Bernardo. De los cuatro, solo sobrevive el último. Si bien Luisiana dejó de ser colonia española en 1803, el español de Canarias se ha mantenido hasta nuestros días, aunque de forma cada vez más escasa y en peligro de extinción. En estos 237 años, los descendientes canarios de Luisiana han sobrevivido a inundaciones, guerras, huracanes como el Betsy (1969) o el brutal Katrina (2005), demostrando así su capacidad de superación”. Así comienza la web de Cislanderus a hablar sobre la relación del Archipiélago con los habitantes del país americano.
Cislanderus es la palabra creada a partir de la unión de Canary Islander United States CIslanderUSy es un proyecto cultural dedicado a los sucesores de estos canarios de Estados Unidos, en concreto a los descendientes de los asentamientos que hubo en Luisiana y Texas en el siglo XVIII. El objetivo es llevar a cabo una exhibición fotográfica itinerante, en Canarias y Estados Unidos, dedicada a esta comunidad y la publicación de un libro que cuente la historia y el presente de estas personas.
Detrás de él están Thenesoya Martín y Aníbal Martel; la primera es investigadora en la Universidad de Harvard donde se dedica a estudiar sobre la producción cultural insular y las conexiones entre Canarias, Cuba y Puerto Rico y Guinea Ecuatorial, mientras que el segundo es un fotógrafo freelance especializado en periodismo que siempre ha estado interesado en la comunidad canaria en el país norteamericano. De su unión ha salido un “buen trabajo fotoperiodístico con una base sólida de investigación” en el que llevan dos años trabajando para reivindicar el sentimiento de los estadounidenses con sangre canaria y su “extraordinario y sincero amor” por Canarias después de varias generaciones en el país.
La investigación partió con el propósito de difundir un legado cultural “único” y rellenar las lagunas que hasta ahora existían en los trabajos publicados sobre esta comunidad. Así, Thenesoya explica que tanto los estudios académicos que se han realizado sobre esto son “exclusivamente lingüísticos o históricos”, mientras que los trabajos culturales que se han acercado a esta comunidad lo han hecho de forma fragmentaria. Ante esto, se propusieron evitar la sensación de desconexión con la realidad y el público. “La idea de unir un reportaje fotográfico con un trabajo académico de investigación nos permite obtener un resultado mucho más completo y cercano” para que el que se interese por Cislanderus solo tenga interés en conocer a estos canarios sin tener que ser un erudito. Con ello quieren que la huella de este trabajo sea más duradera, y para ello combinan la palabra con una imagen “potente” que transmite más que una simple fotografía.
En este sentido, Aníbal, encargado de la fotografía, apunta que su parte busca unir paisaje y retrato ubicando a cada personaje en su espacio “para centrar la atención en su vida y su forma de ver y sentir”. Entre las características técnicas, destaca la luz natural que le permite a no forzar situaciones. “Mis fotos tratan de captar pequeños momentos de lo cotidiano que, en conjunto, dan cuenta de la realidad de esta comunidad”.
Thenesoya comenta que la historia de Canarias está ligada al desplazamiento y a la emigración, conocida sobre todo en Cuba, Venezuela y el Cono Sur, pero no tanto en Estados Unidos. Así, esta investigadora esclarece que en el país norteamericano la relación “no solo es directa, sino que además es única”. Como muestra de ello comentan que en los estados de Texas y Luisiana los isleños crearon una comunidad duradera que en nuestros días lucha por mantener el legado y que su primer contacto con la comunidad canaria en el país norteamericano fue en 1997, cuando conoció a un descendiente canario de San Bernardo, Irvan Pérez, quien conservaba la décima, género tradicional español y canario. Desde es momento supo que quería hacer este trabajo. Posteriormente conoció a Aníbal, quien asegura que como fotógrafo estaba muy interesado en los descendientes canarios en el país y se sorprendía porque no se conocía mucho de ellos, por lo que esta curiosidad junto a la de Thenesoya permitió seguir con esto.
La investigación no ha sido fácil, motivo por el que creen que nadie antes lo ha hecho, entre otras cosas porque no existe un censo ni listas oficiales de estas personas. Tras muchos viajes a Luisiana tuvieron que realizar una investigación previa durante años y muchos viajes a este estado, por lo que se lanzaron “al vacío” echando muchas horas de trabajo de campo y de búsqueda de informantes. “Algunas veces fue caótico, porque al llegar nos dimos cuenta de que teníamos que dejarnos llevar un poco por ellos, por su manera de hacer las cosas. Para lograr entender esta comunidad y reflejar de la manera más fiel posible su vida tuvimos que ver los modos de entrar poco a poco en la comunidad y ganarnos su confianza”, la única manera para ello fue “siendo honestos” con las personas y su trabajo y demostrándoles que querían contribuir al esfuerzo que cada día hacen por mantener vivo su legado cultural. “Las fotos de Cislanderus cuentan historias, dan cuenta de vidas muy distintas, y para contarlas hay que conocer a la gente, pasar tiempo con ellos y lograr que se sientan cómodos contigo”.
Pero sin duda una de las mayores dificultades ha sido hacer el recorrido a partir de su propia iniciativa, realizando una gran inversión de tiempo y dinero. No obstante, ahora que tienen la mayor parte del trabajo hecho esperan que el Gobierno de Canarias y otras instituciones culturales de Estados Unidos den apoyo institucional a la investigación. De todas maneras no se han quedado de brazos cruzados a la espera de esta ayuda económica por lo que, siguiendo el estilo estadounidense en el que los proyectos culturales cuentan con el apoyo económico privado, han abierto un canal para que la gente les apoye con sus donaciones para ayudarles en este viaje sobre “nuestros primos del otro lado del charco”.