Romántica noche con Bruch y Bruckner a bordo de un 'Alta Gama'
Pasado unos días, los necesarios para digerir una espléndida noche de música y calidad, como fue la del pasado jueves en el Festival Internacional de Música de Canarias, sólo me llama la atención centrarme en el brío y potencial que puso de manifiesto la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), que extendió su brillante contenido en todo su esplendor y, según me contaron, la siguiente noche en el Auditorio De Santa Cruz fue aún mejor.
La OFGC encandiló a la audiencia y fue magistralmente liderada por una de las ya legendarias batutas: la del Maestro Eliahu Inbal, quien demostró que nunca se cansará de ser un gran director y que su profundo sentido del respeto y dedicación a la música ofrecen los mejores resultados, (por cierto, recordarle al Maestro que no es la primera vez que dirige en el Festival de Canarias, lo hizo una vez con la Orquesta de Israel y otra con la de Frankfurt, quizá estaba confundido porque entonces no fue en el Auditorio Alfredo Kraus).
Inbal, as del volante, se sentía tan emocionado como nosotros manejando este “alta gama” y así lo manifestó en su camerino cuando Mariana Abacioaie, concertino de la OFGC, se dirigió a felicitarle por el magnífico concierto, “Gracias a ustedes”, dijo, “que han sabido captar la esencia de esta obra, de la música y plasmarla con una gran interpretación”.
La magnífica velada del pasado jueves arrancó con la violoncelista Amanda Forsyth, quien ofreció la ahora tan preciada, pero en principio tan denostada, Suite para Violoncelo y orquesta op 47 de A. Bruckner Kol Nidrei.
Dos grandes pilotos pusieron los motores en marcha durante la noche, paseándonos por el romanticismo alemán con el concierto para violín n.º 1 en sol menor, op. 26, compuesto por Max Bruch entre 1864 y 1866 que, después de varias revisiones, le dio forma final en 1868. Fue un concierto de endiablada interpretación magistralmente puesto en escena por el también legendario violinista Zuckermann, en estrecha coordinación con el Maestro Ihnbal y la Filarmónica de Gran Canaria. Estuvo muy inspirado el Maestro Zuckerman y mostró la versión más humana de su interpretación, se le notaba cómodo con la orquesta.
Un gran honor y un placer que nuestra orquesta haya podido salir a escena en compañía de estos dos legendarios nombres de la música, que nos brindaron una de esas noches épicas, en las que hace máximo honor a su altura y calidad. La magistral interpretación de un concierto consiste en transportarnos desde el presente a lo tiempos pretéritos que siguen teniendo repercusión hoy.
Interpretar es darlo todo, es poner todo lo que eres capaz de hacer como individuo al servicio de un proyecto común y así fue la noche del pasado jueves en el Auditorio Alfredo Kraus. Y, por los ecos provenientes desde la isla hermana, también lo hicieron en el Adán Martín; nuestra orquesta sonó llena de garra, de vital ilusión, de energía, de ganas de seguir vibrando, mostrándonos con toda nitidez los claroscuros y el colorido propio de la estética de la época a la que nos transportaron.
Y no crean ustedes que esto es debido a las obras que se interpretaron, pues no es tarea fácil entender a mister Bruckner por mucho que la cuarta sea las mas conocida, y el tercer movimiento lo tengamos todos registrado en algún lugar de nuestro disco duro. Aún con eso, Bruckner es difícil de digerir y mantener la atención durante toda la obra, depende en un alto grado de la forma en la que se nos presente. Y esta vez, nos fue presentada de forma magistral y en perfecta comunión orquesta-Maestro; a pesar de que algunas voces apuntaban, por ejemplo, que estaban mas conformes con la lectura de otros directores, pero esa noche también había sido impactante.
De cualquier manera, hemos tenido el placer de escuchar una magistral interpretación de dos obras icono de la historia de la música, tal y como saben contarlas las mejores batutas cuando dan con una agrupación de primer nivel dispuesta a darlo todo y a mostrar como funcionan las orquestas profesionales de alta gama.
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