Una visita por la Vegueta medieval y la Triana comercial para seguir los pasos de Galdós
El Puente de Piedra que sirvió de conexión a la Vegueta medieval y a la comercial Triana cuyo recuerdo sigue latente hoy a través de la conservación de las esculturas de las Cuatro Estaciones que lo encuadraban, y que tantas veces cruzó Galdós, fue una de las paradas de la visita ofrecida hoy por el Cabildo para rememorar al insigne grancanario en el centenario de su muerte
Una treintena de personas miraron con otros ojos las calles de Vegueta y Triana en una mañana cargada de historia y anécdotas desveladas por Alejandro García, arquitecto del Cabildo de Gran Canaria, y Octavio Rodríguez, historiador de Tibicenas, quienes mostraron al grupo la ciudad que inspiró al niño Benito y al joven Galdós.
La visita comenzó en la iglesia de San Francisco de Asís que ocupa el antiguo Convento de San Francisco calcinado por la llamas durante el ataque de Van der Does, donde fue bautizado Galdós y donde junto a la espadaña el grupo pudo leer grabadas palabras del escritor con el sentimiento que le producía el repique de sus campanas: “Su son… lo distinguiría entre cien que tocasen a un tiempo”.
Cambio de mentalidad en la sociedad del siglo XIX
Entre 1840 y 1860 se produjo un cambio urbano en el que el antiguo huerto del convento se convirtió en una nueva calle con novedosas estructuras arquitectónicas que envolvían la alameda sobre la que caminó el grupo, y justo en la acera de enfrente se encontraba el Teatro Cairasco, un lugar para el disfrute de la sociedad con representaciones teatrales y musicales que años más tarde se convertiría en el actual Gabinete Literario.
Frente a las arquitecturas más novedosas y anteriores a la transformación de la ciudad se encuentran hitos de recuerdo al poeta Cairasco de Figueroa, como el busto situado frente al Gabinete que los visitantes pudieron apreciar desde la Alameda de Colón.
Las transformaciones sociales se presentaban en todo el mundo, la clase media comenzó a ser objeto de atención literaria y filosófica, y como decía Galdós, las historias pequeñas importaban tanto como las grandes.
Rumbo a Vegueta cruzando el Gabinete Literario, reflejo de cómo sus estilos arquitectónicos representan los cambios sociales y económicos de la ciudad, el grupo hizo una pequeña parada en la que García explicó a modo de anécdota la influencia que supuso para el niño Galdós crecer en un mundo de batalla, transformación y espíritu patriótico, debido a que su padre y su tío, ambos militares, combatieron en las guerras napoleónicas.
El Puente de Piedra
Siguiendo los pasos de ese niño soñador, los visitantes frenaron su ritmo para conocer la historia del destruido Puente de Piedra, que servía de enlace entre el barrio de Vegueta y el de Triana, separadas por el Barranco de Guiniguada, por donde caminó Galdós, y del que a día de hoy se conservan las esculturas de las Cuatro Estaciones que marcan su trazado. La primavera con sus flores y algún fruto, el verano con su recogida de trigo, el otoño con la vendimia y las uvas, y por último el anciano invierno con el fuego.
Santa Ana
Entre anécdotas y recuerdos, los visitantes se detienen junto a la Catedral de Santa Ana de pie sobre el plano de bronce en el que se puede leer otra cita del autor que dice así: “Esos pueblos históricos…, no aman cosa alguna con tanta vehemencia como su Catedral”.
Desde niño, Galdós sintió interés por el templo y lo describía y dibujaba en sus cuadernos una y otra vez mientras lo construían, incluso en 1896 cuando, ya se habían hecho las dos torres y están pendientes de rematar, Galdós hace su última visita a Gran Canaria y es testigo de las diferentes propuestas que se han sucedido para culminar su construcción. Es entonces cuando su interés por la arquitectura da como resultado un dibujo de la Catedral que se convierte en casi una propuesta.
En esta parada, García logra sumergir al grupo en un mundo de superstición y creencias cuando cuenta como la peculiar orientación de la Catedral establecida desde 1497, permite que en el día de San Juan el sol salga de su la alineación habitual, entre por el templete diseñado por Arturo Mélida y juegue con el escudo del ayuntamiento
La visita continúa bordeando la Catedral, pasando la calle del Espíritu Santo y por la Plaza del Pilar Nuevo hasta llegar frente a la Casa de Colón, donde el arquitecto desmintió un rumor acerca del escritor que siempre ha circulado por la isla relativo a que en su primer viaje, cuando se marchó de la isla rumbo a la península, y mientras cruzaba la pasarela del barco, Galdós se quitó la chaqueta, la sacudió y dijo “de Canarias ni el polvo”, ya que el escritor volvió en reiteradas ocasiones a la isla.
La escultura de Galdós
La visita acaba en un emblemático lugar, ante la escultura de bronce del escritor, en la desembocadura del antiguo Barranco de Guiniguada donde hoy se pisa asfalto y antes solo era agua que daba a la trasera de Triana, entre el Mercado de Vegueta y el Teatro que lleva su nombre.
Ante la poca capacidad que soportaba el Teatro Cairasco, se decidió construir uno nuevo junto al mar y que curiosamente fue fuertemente criticado por el escritor al considerarlo un absurdo por su situación junto al océano, aunque ello sea actualmente inimaginable. Ejemplo de su postura son las caricaturas en sus cuadernos, donde lo representa unas veces como un barco y otras como una ruina bajo el mar, o que los asistentes están sentados bajo el mar.
Tales son los cambios que sufre la ciudad que pasó de ser nombrado como Teatro Tirso de Molina para convertirse finalmente en el Teatro Pérez Galdós tras la exitosa representación de su obra ‘Electra’ en este lugar.
Este paseo por la historia de la ciudad, con anécdotas y recuerdos, permitió descubrir cómo sus transformaciones no solo influyeron en el niño y el joven Galdós, sino que también calaron en una sociedad que pasó de ser crítica a venerar la figura y las obras de Benito Pérez Galdós.
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