El Gran Canaria dice adiós a la Copa

El Gran Canaria luchó, pero no pudo alcanzar una final soñada en casa para disputar el título al Real Madrid. Será el Barcelona Lassa de Pesic, que ha conseguido que se reedite la contienda de 2015, quien luche por romper el idilio blanco con la Copa del Rey este domingo. Los claretianos tuvieron en su mano haber cambiano el destino del encuentro en el tercer cuarto, después de un trance anotador de Eriksson (5/5 en triples en el segundo cuarto) en el que se pusieron por delante por primera vez; pero las imprecisiones les condenaron (14 pérdidas) ante un nuevo Barça que no perdona y que supo cerrar el encuentro ante el empuje a remolque de los anfitriones.

La ilusión del Gran Canaria por volver a la final en su casa, ante un pabellón entregado (con la complicidad de los baskonistas) se topaba con un Barcelona que impuso un ritmo altísimo. Sin bajar del 70% en tiros de dos, aprovechaba cada posesión en ataque con rápidos movimientos de balón, usando a los hombres altos para el bloqueo y continuación, optando por el tiro liberado desde el perímetro o la penetración.

El Gran Canaria aguantaba el tipo, pero demasiado impreciso en ataque (6 pérdidas). Koponen la enchufaba de tres y en la siguiente la robaba para anotar en transición que propició una distancia de +7 y la sensación de dominación clara del conjunto entrenado por Pesic al final del primer cuarto: 15-21, que encontraba el camino al aro en cada posesión.

Solo la lucha de Pasecniks bajo el aro contrario evitaba una ventaja preocupante de los blaugrana, que llegaron a situarse +10. Casimiro pedía tiempo muerto y daba sus primeros minutos a Oliver y el Gran Canaria cambió. El balón en ataque se movía con más fluidez. Los ajustes defensivos, con un Rabaseda inmenso, cambiaban la dinámica y en ataque, un nombre propio: Marcus Eriksson. El alero sueco enchufó cinco canastas seguidas desde la línea de 6,75 hasta darle la vuelta al marcador y llegar al descanso 43-41.

En el tercer cuarto el Barça bajó en su nivel de acierto y el Gran Canaria siguió la misma dinámica en defensa, férreo, pero en ataque se diluía, con Mekel en lugar de Oliver, no encontraba aro. Cuando más posibilidades tuvieron de dar un golpe sobre la mesa, con recuperaciones clave en defensa, errores e imprecisiones en la salida del balón condenaron a los de Casimiro, que sumaban hasta 14 pérdidas. Y los de Pesci aprovecharon la oportunidad que les brindaron para machacar y dejar la máxima ventaja del partido para afrontar los últimos diez minutos: 56-68.

En los últimos diez minutos el Gran Canaria luchó con uñas y dientes. Otro triple de Eriksson y uno de Brussino recortó la distancia hasta el +7, pero otra vez, mientras más cerca estaban de alcanzar a los blaugranas, volvían las malas decisiones y la suerte, en el acierto, tampoco acompañaba. 74 a 87 y la maldición continúa, el anfitrión no podrá luchar por el título copero.