El Tenerife y sus cinco descensos al fútbol no profesional

Pepe Mel

José León (ACAN)

Santa Cruz de Tenerife —

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Desde su primer ascenso a Segunda División el 31 de mayo de 1953, el CD Tenerife ha disputado once temporadas en el tercer escalón nacional, repartidas en cuatro periodos, tras caer en 1968, 1978, 1986 y 2011. Tras perder la categoría este 2025, el representativo iniciará en el ejercicio 2025-2026 su quinta etapa lejos del fútbol profesional. En las cuatro precedentes, la más larga lo tuvo en la extinta Segunda B entre 1978 y 1983.

1967-1968. Con Eduardo Valenzuela en la presidencia y José Luis Riera en el banquillo, el CD Tenerife inició un curso complicado, pues la reestructuración del fútbol español hacía que descendieran ocho equipos en cada uno de los grupos de Segunda División. Y que promocionaran otros dos. Pese a todo, los blanquiazules se mantuvieron en la zona media-alta durante buena parte del curso.

Riera duró dos jornadas y su sustituto, Ramón Cobo, tampoco acabó la Liga. Lo hizo su ayudante, Santiago Villar. Todos padecieron las ausencias del traspasado Gilberto y de Molina, que se pasó el curso lesionado. De la decena de incorporaciones, sólo Bernal, Moli, Óscar, Franci y Cabrera tuvieron algún protagonismo. El resto apenas aportó. Y aunque el equipo era quinto a falta de cuatro jornadas, el esfuerzo de Barrios, máximo goleador de la categoría, no bastó.

El CD Tenerife llegó a la última jornada con opciones. Debía puntuar ante el descendido Levante UD para salvar la categoría. Perdió 1-0 y se fue a la Tercera División, entonces tercer escalón nacional. Tras el descenso, la Federación Española pretendió que pasara a competir en el fútbol regional para evitar los desplazamientos a los equipos peninsulares, un atropello que consiguieron evitar el presidente José González Carrillo y –especialmente– su secretario general, Domingo Pérez.

Sí hubo una renovación de menor calado: pasó a llamarse Tenerife Atlético y a vestir camiseta azul con pantalón blanco. Y así durante tres temporadas, hasta su ascenso en 1971 de la mano de Javier García-Verdugo y con un once habitual enteramente canario.

1977-1978. En el verano de 1977, el presidente López Gómez optó por desprenderse de Justo Gilberto, Esteban, Kraus o Ferreira y traspasar a Las Palmas a Maciel y Jorge. Para el banquillo tiró de un técnico de la casa blanca, Manolo Sanchís, que, como jugador, había sido campeón de Europa con el Real Madrid, igual que con los años su hijo homónimo.

Los refuerzos fueron escasos: el centrocampista grancanario Melián y el delantero murciano Joaquín, que venía a la Isla por obligaciones militares. Pese a ello, el equipo no arrancó mal, pero dos derrotas seguidas como local en noviembre ante Murcia y Celta le alejaron de la zona alta. Ya en la segunda vuelta, tres tropiezos consecutivos frente a Osasuna, Jaén y Murcia le llevaron a los puestos de descenso.

Cuando se activaron las alarmas y la junta trató de remendar la plantilla, solo fue posible hacerse con las cesiones de dos jugadores pertenecientes al filial de la UD Las Palmas, Felo y Félix Noda, sin capacidad para alterar la situación. En la penúltima fecha se consumó el drama del descenso a Segunda B al perder en Zaragoza (4-1). Comenzaba entonces un recorrido por la tercera categoría que se prolongó hasta 1983, a la postre el más largo en la historia del club.

1985-1986. El club prescindió de futbolistas como Rubén Cano, Lasaosa, Paco, Manolo, Ordoqui y Andrés. Además, cedió a David Amaral al Binéfar y perdió al valencianista Boro tras cumplir el servicio militar. A cambio, incorporó a las órdenes de Milosevic a Julio Suárez y otros jugadores con experiencia como Sirvent, Chuti, Lacalle, Haro y Alonso. La renovación se completó con los brasileños Paulo Roberto y Tarcisio Moura, y los argentinos Alfonso García y Walter Gesto.

Los numerosos cambios en poco tiempo dificultaron la formación de un equipo consistente. Desde la sexta jornada, el Tenerife se instaló en la parte baja de la clasificación y el ambiente en el Estadio se volvió irrespirable. “Tendremos que buscar la salvación fuera de casa, porque aquí no podemos jugar con tranquilidad”, llegó a confesar Dragas Milosevic, quien fue agredido por un grupo de aficionados en un partido de Copa pese a ganar al Sabadell (1-0).

En enero, tres victorias en once partidos jugados en el Heliodoro dibujaban un balance preocupante. El preparador serbio fue relevado por Domingo Rivero –técnico del juvenil y futbolista en el ascenso de 1971–, sin margen para obrar milagros. El relevo en el banquillo a falta de 14 jornadas apenas hizo efecto y la derrota en Vallecas (2-0) en la antepenúltima fecha selló el descenso. Afortunadamente, solo llevó un año regresar al fútbol profesional.

2010-2011. Tras caer de la máxima categoría, el Tenerife, con Miguel Concepción en la presidencia, tuvo que acomodarse a la realidad de la Segunda División, y la plantilla sufrió cambios en todas sus líneas. Llegaron nombres como Melli, Julio Álvarez, Natalio, Igor o Beranger; regresó un viejo conocido como Antonio Hidalgo; y Kitoko, del Udinese, completó el plantel en invierno. Ayoze García, Ángel, Culebras, Manolo Martínez, Richi y Saizar, por contra, dejaron la entidad tras quedar libres.

Arconada arrancó como técnico, pero dejó su puesto tras cinco derrotas (cuatro en Liga y una en Copa) en sendos partidos. Alfredo Merino, del filial, dirigió un encuentro (derrota en Chapín) antes de la llegada en la sexta fecha de Juan Carlos Mandiá, quien rozó los puestos de permanencia en la jornada 14, aunque también acabó cesado en enero, con el equipo colista. Su reemplazo, Antonio Tapia, tampoco duró en el cargo.

La entidad acudió a David Amaral para los últimos diez compromisos. El técnico de Arico se encontró al equipo penúltimo a siete puntos de la salvación, distancia que se duplicó al cosechar cuatro derrotas consecutivas. El triunfo en la jornada 39 ante el Valladolid (3-2) prolongaba la agonía, pero la victoria del Nàstic ante el Betis un día más tarde dejaba al representativo sin opciones de conservar la categoría. Ahora, el paso por Segunda B duró dos campañas.

2024-2025. El Tenerife, con Paulino Rivero de presidente, arrancaba el curso con importantes contratiempos como las bajas de Soriano, Loic Williams o Nacho, además del fin de la cesión de Roberto López, la imprevisible venta de Corredera con la Liga empezada, la cesión de Sipcic al FC Cartagena y la lesión de larga duración de Amo. Tanto meneo obligaba al club a mover ficha con el tiempo escaso. Los fichajes fueron el portero Salvi Carrasco, los defensas Gayá, Juande, Rubén Alves y Guerrero, el mediocampista Diarra y los atacantes Maikel Mesa, Cantero y Marlos. Ya en enero se sumaron al grupo Edgar Badía, Landázuri y Fabio.

En medio de una delicada situación extradeportiva, Óscar Cano fue el encargado de dirigir al equipo, pero sus malos números (un punto en sus cinco primeros compromisos) le condujeron a la destitución. Con el equipo colista, Pepe Mel asumió la responsabilidad, pero no supo enderezar el rumbo y fue sustituido al término de la primera vuelta, aún en la última posición.

Iniciando el 2025, en su segunda etapa al frente del equipo, Álvaro Cervera asumió la complicada tarea de intentar resucitar a un equipo condenado al descenso, y pese a su inicio irregular, logró reducir las diferencias con la zona de permanencia y enlazar una racha de siete partidos consecutivos sin conocer la derrota. Sin embargo, esto no fue suficiente y tras la victoria del Real Zaragoza ante el colista Cartagena, un día antes de la disputa del Tenerife-Racing de Ferrol de la jornada 39, se consumó el descenso a la Primera Federación.

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