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25 años repensando el turismo

No habían pasado ni tres días de su toma de posesión como presidente cuando Fernando Clavijo ya había inaugurado el primer debate de calado de la IX Legislatura: seguir siendo potencia mundial turística, pero con menos turistas.

Como era de esperar, la propuesta (que no aparece en el Pacto de Gobernabilidad suscrito entre CC y el PSOE) no tardó ni tres días más en ser matizada, debido al escándalo político, mediático y empresarial que suponía, por lo que el presidente dijo que su intención no es limitar la entrada de visitantes, sino elaborar un estudio de planificación del modelo turístico para la próxima década, que incluya la revisión de varias leyes de acuerdo con el sector.

Se trata, por tanto, de “abrir un debate”, con sindicatos, empresarios hosteleros y comerciantes “para seguir siendo líderes”. Nada nuevo, porque Canarias lleva 25 años creando foros de discusión, repensando el modelo del sector que es el motor de la economía (pero que es incapaz de generar empleo pese a su crecimiento) y siempre ha quedado la sensación de que se abren muchos debates pero ninguno se cierra.

Ni siquiera se puede decir que Clavijo haya sido original, pues son varios los nuevos gobiernos autonómicos y municipales que han anunciado el establecimiento de tasas turísticas, moratorias en el alojamiento y en la llegada de visitantes, lo que ha encendido la luz de alarma de Exceltur ante esta profusión de “medidas punitivas y restrictivas, más que estimulantes”, que son totalmente contrarias a lo que necesita un sector para ser revitalizado.

El pacto dice no a la tasa

Es más, en el propio documento del Pacto se anatemiza la tasa: “la competitividad del destino parece incompatible con establecer mayores costes a la operativa turística y al turista, por lo que no se establecerán nuevos gravámenes distintos al IGIC por las pernoctaciones”.

Lo que sucedió es que las palabras del presidente llovían sobre mojado, pues las nuevas mediáticas alcaldesas de Barcelona, Ada Colau, y de Madrid, Manuela Carmena, han hecho que el sector turístico (y el ministro José Manuel Soria) ponga el grito en el cielo. La primera con su moratoria para controlar el exceso de capacidad alojativa y la segunda dejando sin Concejalía a Turismo y dejando caer que se tiene que recuperar el espacio público reduciendo el número de terrazas que animan las calles y plazas de la capital. Eso sí, la primera edil madrileña ha asegurado que no impondrá ninguna tasa turística.

¿Y en Canarias? En la pasada Legislatura el líder de Nueva Canarias (NC), hizo de la tasa turística una bandera de su discurso, que en ningún momento fue asumido por el gabinete que presidía Paulino Rivero ni por el consejero de Economía y Hacienda, Javier González Ortiz.

Hace dos años, en julio de 2013, los turistas que habían escogido las Islas para pasar sus vacaciones veraniegas estuvieron a punto de convertirse en los primeros en pagar una tasa por entrar o salir de un aeropuerto canario. Se libraron porque las cuentas de la Consejería no cuadraban: para recaudar lo necesario habría que cobrar 22 euros. Algo impensable si se quería reactivar el sector que es motor económico.

Lo cierto es que la tasa que se aplicó en Baleares acabó en fracaso y en Cataluña parece que ya se la están empezando a cuestionar, sobre todo porque el conseller de Empresa y Empleo, Felip Puig, ha dado a conocer un proyecto de ley que permite alquilar habitaciones de viviendas particulares para turistas, y no es cuestión de que la tasa merme la llegada de turistas.

Según González Ortiz, ese mecanismo, “no grava al turismo, sino al turista”. Una mala imagen a la que no puede arriesgarse Canarias. ¿Siguen pensando lo mismo Clavijo y Rosa Dávila, sobre todo tras comprobar que algún sindicato la pone encima de la mesa?

El fracaso de las moratorias

Si no es la tasa ¿Se refería el presidente a limitar la llegada de turistas rebajando el número de camas hoteleras? Tampoco sería un planteamiento nuevo.

En la pasada Legislatura se aprobó, y reformó, la Ley de Renovación y Modernización Turística en el Parlamento regional, heredera de la Ley de Medidas Urgentes de 2009 y de la famosa 'moratoria' de 2001, legislaciones que buscaron encauzar el desarrollismo del ladrillo en Canarias y hacerlo sostenible con el territorio, el auténtico 'oro negro' de las Islas, como lo calificó el fallecido ex presidente Adán Martín.

Con la primera moratoria, de enero a mayo de 2001, los inversores presentaron solicitudes para la construcción de 30.000 camas más en Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura, Cuatro años después, en 2005, ya se escuchaban voces pidiendo replantear la ley porque había tenido los efectos contrarios a los deseados: un aumento de la construcción de hoteles, dado que los empresarios habían acumulado más de 90.000 licencias que se ejecutaron rápidamente.

Ese boom de camas trajo consigo otro de los problemas que ahora afectan a las Islas: el todo incluido. Había que llenar tanto hotel, aunque para ello se tuviera que bajar la calidad de la oferta turística con visitantes que prácticamente no salen de su hotel y, por tanto, no genera beneficios en el resto de sectores que, indirectamente, viven del turismo.

Y eso ha llevado, junto a la crisis, a que el sector que representa el 30 % del PIB, sea incapaz de generar empleo de calidad.

De eso también se tendrá que hablar en esa mesa de debate, porque tanto Clavijo como la vicepresidenta Patricia Hernández han asegurado durante toda la campaña electoral que la calidad también debe ser un valor añadido del sector turístico.

Estable, sostenido y de calidad

De momento, y mientras llega el mes de diciembre, fecha en la que se celebrará ese ‘foro turístico’, las únicas pistas de hacia dónde quiere ir este Gobierno (y a la espera, o no, de nuevas declaraciones sorprendentes por parte del presidente) solo sabemos lo que dice el documento del Pacto: “el modelo de crecimiento turístico de Canarias debe ser estable, sostenido y de calidad”.

Una calidad basada de nuevo en la inversión en la “mejora de las infraestructuras y espacios públicos, en la modernización de los servicios y en la formación del sector”.

Un modelo que piensa apostar por el turismo de cruceros y la “gestión de la conectividad aérea para consolidar y mejorar el flujo de vuelos y por ende de turistas” y fomentar “las ofertas alojativas diferenciadas o segmentadas que permitan adecuar la oferta a los requerimientos de demanda (familias, deportes, salud,gastronomía…).

Clavijo ha asegurado que “hay que perder el miedo a hablar” y que no acudirá a la mesa de negociación con una hoja de ruta ya prefijada.

Ya se verá si, después de más de un cuarto de siglo, todo es una nueva puesta en escena o si por fin Canarias consigue dar con el modelo turístico que necesita para superar el de la década de los 60 del siglo XX y abraza el del siglo XXI.