“Me deja una de pollo y otra de papas con mojo”, dice una clienta, - “¿rojo o verde?”. Es la escena que se repite por tradición cada fin de semana o festivo en los asaderos de pollo de Canarias. En Las Palmas de Gran Canaria, por ejemplo, en un radio de apenas 2,8 kilómetros en una de sus zonas más populares es posible encontrar hasta nueve establecimientos de comidas preparadas que incluyen el pollo asado como plato estrella. A la población canaria le gusta consumir este producto, pero conseguir esta carne se ha convertido en toda una odisea para los propietarios de estas empresas. La crisis mundial del transporte marítimo se dibuja como una de las causas principales, pero fuentes del sector indican que desde finales de octubre se topan con otros problemas como las oleadas de gripe aviar que han afectado a distintas zonas de Europa junto al frío, lo que ha mermado la producción o el hecho de que estos establecimientos requieren de pollo asado con un determinado calibre que es cada vez más complejo de conseguir. “Algunas plantas con las que trabajamos se han dado cuenta de que les resulta más beneficioso vender el pollo por partes”, asegura un proveedor.
Javier es propietario junto a su familia de dos asaderos de Las Palmas de Gran Canaria que llevan por nombre el del máximo representante del modernismo lírico insular, el poeta Tomás Morales. “Pollo no hay. Yo he conseguido hoy 40 cajas, 20 para cada uno de los asaderos, pero no es el pollo de asadero que viene atado y de frío seco”, aseguraba esta semana a Canarias Ahora. Vive en la carrera constante de tratar de conseguir este producto acudiendo a distintos proveedores. “El que tengo ahora en los congeladores, lo estoy consiguiendo más caro”, afirma. “Tuve que ir a Agaete a conseguirlo, porque el pollo ni está ni se le espera”, lamenta. Fuentes del sector indican que está resultando muy complicado traer esta carne a Canarias; “en Polonia hay pendientes de embarcar 65 contenedores”, afirma uno de los distribuidores, que lamenta que tuvo que decir a dos asaderos en la misma semana que no podía suministrarles pollo en los próximos días. “¿Y qué hago? ¿cerrar?” le preguntan.
Esperar es la única solución que proponen algunos proveedores, aunque otros sí han conseguido traer a las Islas este producto. Por ello, hay quien pone en duda que de verdad haya escasez de mercancía. Edei, por ejemplo, es uno de los propietarios de un asadero de La Aldea, municipio que se encuentra a 60 kilómetros de la capital grancanaria y que también se ha encontrado con problemas en las últimas semanas para hacerse con el producto, que al final se encuentra pero a precios que no dejan de subir. “Antes se conseguía sobre 1,50 o 1,60 euros, pero ahora ya están sobre los 2,10 o 2,15” y “batallando mucho con los proveedores”. Por ello, en el último mes calcula que se ha incrementado el precio en un 50 o 60% el kilo de pollo. Una subida de precios que no viene sola y que se suma a la de la electricidad y el gas propano, lo que ha vuelto la situación cada vez más compleja y que aboca a este y a otros establecimientos de estas características a tener que pensarse si subir los precios.
“Si esto sigue así, tendremos que subirlos porque si no, no nos podremos mantener”, dice el trabajador de otro asadero de pollos del norte de Gran Canaria, que remarca que la pandemia y el repunte en muchos países de Europa también se encuentra entre las causas de estas subidas de precio ya que muchas empresas de transporte, granjas o proveedores tienen trabajadores en ERTE en otros países. “Es todo una cadena”, aclara. También hay quien ya desconfía de las empresas proveedoras y sostienen que se está entrando en una carrera para “quitarse los clientes”.
El mismo día que habla con esta redacción, Edei explica que le han ofrecido hasta 200 cajas de pollo, cuando hace quince días le aseguraban que no había. “Hace 15 días me dijeron lo mismo con la papa”. Señala que la papa que compra específica para el asadero es de importación y viene de Inglaterra, por lo que ante el temor de que pudiera haber desabastecimiento del producto compró de más. “Me volví loco comprando papas” y ahora le dicen que sí que hay. Por ello, confía en que sí que haya suficiente mercancía para los próximos dos meses. De aquí a final de año sostiene que seguirá vendiendo el pollo a seis euros como hasta ahora, pero de cara al año que viene tendrá que incrementar un poco los precios.
Otros productos tampoco se encuentran
Javier, por suerte, no solo vende pollo asado en sus establecimientos sino otras comidas preparadas, aunque este es el ingrediente principal. También uno de los días en los que habló con esta redacción se mostraba angustiado porque no encontraba muslos de pollo. “Ya escasea y la pechuga casi lo mismo”, aclaraba. El cordero es otro de los productos estrella que trae por Navidad, ya que los clientes lo demandan. “El año pasado no llegaba a siete euros el kilo lo que pagué por dos patas de cordero; y hoy tuve que pagar casi 11 euros el kilo por dos cajas que conseguí de milagro porque tampoco tenía nada”. La carne molida también le está fallando; “unas bolitas que yo compraba de 750 gramos a 3,75 euros, la pasaron a 5 y pico”, apunta. A ello se suma, por ejemplo, el filete de fogonero, que hace tres o cuatro meses lo conseguía a 3,50 el kilo y ahora le piden entre 6 euros y 6,50. El empresario también se queja como otros de la subida de la luz y el gas; que hay que cambiarlo tres veces al mes y ese mismo día pagaba una factura de 198,57 euros.
El caso del pollo asado es peculiar dentro de todos los productos afectados por la crisis de transporte marítimo ya que se le suman otras casuísticas. No obstante, desde otros sectores advierten de la falta de materias primas precisamente por la crisis de los contenedores. Entre otras, se encuentran afectadas las empresas tinerfeñas del metal y de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Femete, la federación que engloba a estas empresas ha advertido tras una encuesta realizada de que el 90% de ellas se encuentra afectada de alguna manera por los problemas de abastecimiento. La situación que describe es similar al de las empresas de alimentación al hablar de incertidumbre por la falta de mercancías, la subida de precios por la escasa demanda y la preocupación ante la subida de la luz, lo que consideran que afectará a su recuperación económica.