La economía española registró en el tercer trimestre un retroceso del 0,2% con respecto al trimestre anterior, el primero en quince años, debido al debilitamiento de la demanda interna y también, en buena medida, al recrudecimiento de la crisis financiera.
En su boletín de octubre, el organismo supervisor explica que esta caída intertrimestral ha hecho que el crecimiento interanual del Producto Interior Bruto fuera sólo del 0,9%, la mitad que el registrado en el segundo trimestre.
La fuerte moderación de la demanda interna -consumo e inversión- que sólo creció tres décimas (frente a los 1,5 puntos del segundo trimestre), explican este debilitamiento de la economía, aunque también ha sido clave la persistencia de la inestabilidad en los mercados financieros.
Así, el Banco de España señala que las implicaciones de la crisis financiera sobre las condiciones de financiación y sobre la confianza ha contribuido a “frenar el avance de la actividad” y los episodios “más agudos” de dicha crisis de las últimas semanas “podrían haber inhibido el crecimiento económico adicionalmente”.
También advierte de que si se mantienen las tensiones financieras será difícil “en mayor medida que hasta ahora” la captación de recursos en el resto del mundo, riesgo que es “especialmente relevante” en economías como la española, que tiene un déficit exterior elevado.
El decrecimiento registrado entre julio y septiembre supone el primer registro intertrimestral negativo de la economía española desde el segundo trimestre de 1993, en el que el PIB cayó el 0,3%, año al que también hay que remontarse para ver un decrecimiento interanual de la economía, que fue en el cuarto trimestre y también de tres décimas.
El debilitamiento de las importaciones y la pérdida de confianza del consumidor, factores desencadenantes
El debilitamiento de la demanda interna contrasta con la mejora del sector exterior, el único dato positivo de este informe, ya que supone una aportación de seis décimas al crecimiento, debida al debilitamiento de las importaciones y a que las exportaciones han seguido manteniendo un “cierto dinamismo”.
El organismo advierte de que tanto el consumo privado como la inversión han caído en el tercer trimestre, aunque no especifica cuánto.
Detrás del debilitamiento del consumo de las familias, dice, está no sólo la pérdida de confianza por la “delicada” situación financiera o por el empeoramiento de las perspectivas macroeconómicas, sino la evolución “más desfavorable” de los factores que determinan directamente ese consumo, como la destrucción de empleo y la menor renta disponible ante la elevada inflación.
También considera que las caídas de las bolsas y la “acusada” desaceleración de los precios de la vivienda están teniendo un efecto “desfavorable” sobre la riqueza de las familias, que posponen sus decisiones de gasto en bienes de consumo duradero, aunque al mismo tiempo mejora la tasa de ahorro de los hogares, que está en el 10,7 por ciento de su renta disponible.
En cuanto al consumo público, el informe señala que las Administraciones gastaron en el tercer trimestre en línea con el anterior, un 3,8 por ciento más, aunque valora que los datos de Ejecución Presupuestaria del Estado sugieran una subida “algo más moderada” de los salarios públicos.
La inversión en España sigue cayendo según el informe, que en el caso de la destinada a los bienes de equipo advierte una contracción debido a la caída de la confianza industrial y al empeoramiento de la cartera de pedidos, en consonancia con el debilitamiento de la demanda interna y del comercio mundial.
También se agudizó la caída de la inversión en construcción, sobre todo la residencial, que ha bajado a ritmos superiores que en el segundo trimestre debido a que la incertidumbre económica ha provocado una menor demanda de viviendas y ha hecho que los constructores no se animen a iniciar nuevas obras.
La destrucción de desempleo ''se intensificará'' en los próximos meses
El organismo advierte por otra parte de que la destrucción de empleo “se intensificará” en los próximos meses.
También apunta que la remuneración salarial ha seguido creciendo “a tasas elevadas”, lo que anticipa una moderación de los costes laborales.