El refuerzo del fondo de rescate es uno de los tres pilares contra la crisis de deuda que se aprobará en la cumbre del Eurogrupo del miércoles, y tiene como objetivo contener el contagio a Madrid y Roma. De las tres piezas del plan, la que atañe a este mecanismo de asistencia es la que está “más verde” y necesita todavía mucho trabajo técnico, según fuentes europeas.
La canciller alemana, Angela Merkel, calcula que el fondo de rescate rondará el billón de euros y que la quita aplicable a los bonos soberanos de Grecia oscilará entre el 50% y el 60%, según afirmó el diputado verde Juergen Trittin, después de asistir junto con otros líderes parlamentarios a una reunión en la que Merkel les informó de los progresos de la cumbre europea del domingo.
Consultado por si Merkel había puesto cifras para las pérdidas que se le podrían imponer a los tenedores privados de deuda griega en una eventual reestructuración, Trittin, líder de los Verdes, dijo en declaraciones a la prensa que esta merma se situará “por encima del 50% y por debajo del 60%”.
Con respecto a las múltiples opciones que se barajaban para apalancar el fondo de rescate, estas se han reducido a dos: el uso como aseguradora y la creación de un vehículo especial de inversión. “Hemos definido los modelos y puede ser incluso que los combinemos para lograr un efecto acumulativo”, dijo este domingo el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Francia ha claudicado en su pretensión de recurrir al Banco Central Europeo (BCE) para reforzar el mecanismo ante la negativa de Alemania y del propio presidente del BCE, Jean-Claude Trichet.
Sin embargo, los líderes esperan que el BCE siga comprando bonos de los países periféricos todo el tiempo que sea necesario. “No hay vuelta atrás”, asegura un alto funcionario de la UE. Trichet había sugerido que este programa era temporal y que cesaría en cuanto el fondo de rescate asumiera el relevo y empezara a comprar bonos. “Decir que el BCE no está implicado en nada es excesivo”, señaló Van Rompuy.
La opción de aseguradora, la favorita del BCE y de Alemania, consiste en usar el fondo de rescate para avalar parte de las nuevas emisiones de deuda de España e Italia.
Ello supone que, si los dos países no pueden cumplir sus compromisos, el mecanismo asumiría el primer tramo de pérdidas (se habla de entre el 20% y el 30%). Al no tener que comprar los bonos sino sólo avalar una parte de las emisiones, la potencia del fondo se multiplicaría hasta alrededor de 1 billón de euros, según diversos cálculos.
La segunda opción pasaría por crear un vehículo especial con el objetivo de atraer inversiones privadas y de fondos soberanos de países emergentes como China o los países del Golfo. También se estudia que pueda contribuir el Fondo Monetario Internacional. Este instrumento tendría como mandato comprar deuda de los países con problemas. Y el fondo de rescate avalaría una parte de las pérdidas en caso de quiebra.
Ambas opciones de apalancamiento del fondo de rescate podrían ponerse en marcha sin necesidad de una nueva ronda de ratificaciones parlamentarias en los países de la eurozona.