La crisis del operador Thomas Cook convierte en “rehenes” a miles de turistas
El futuro incierto del operador de viajes Thomas Cook, uno de los de mayor peso en Canarias, en busca desesperada de un rescate financiero para evitar la quiebra, mantiene en vilo a miles de turistas, que se han convertido en “rehenes” en sus destinos.
Lo que más inquieta ahora es la engorrosa situación en la que se han visto atrapados 600.000 turistas -150.000 del Reino Unido-, actualmente en destinos extranjeros con paquetes vacacionales gestionados por Thomas Cook, que sufren ya los estragos financieros del operador.
A un grupo de turistas alojados en el complejo de playa tunecino Les Orangers, en la ciudad de Hammamet (cercana a Túnez), los dueños del hotel les han impedido abandonarlo hasta que hayan sido abonados todos los costes extra derivados de su estancia.
Muchos de esos clientes se niegan en redondo a pagar “tasas extra” pues ya lo han hecho previamente mediante el touroperador, que es el que debe dinero a los complejos.
En declaraciones a la emisora Radio 5 Live, Ryan Farmer, uno de los afectados, aseguró que se sienten “exactamente” como si estuvieran “retenidos como rehenes”.
Es solo uno de los numerosos episodios de este tipo. Otra clienta, Chloe Hardy, ha planeado su próxima boda en octubre en Grecia gestionando, en junio de 2018, sus reservas con Thomas Cook.
No solo planea viajar con su prometido, sino que ha organizado los vuelos de otros 33 familiares en paquetes por valor de más de 33.000 libras (unos 37.000 euros).
Ahora aguarda con angustia el desenlace y admite que la situación ha generado en su entorno “gran preocupación y estrés”.
Thomas Cook, que emplea a 20.000 trabajadores -9.000 en el Reino Unido- y anualmente ofrece servicios a 19 millones de personas en 16 países, podría tener los días contados tras 178 años de historia.
Sus directivos buscan in extremis una resolución en un encuentro de emergencia que mantienen hoy en Londres con su principal accionista y acreedores en la sede del bufete de abogados Slaughter & May, en la City de Londres -centro financiero-.
La supervivencia del grupo depende de que se logren los 200 millones de libras (226 millones de euros) que le exigen entidades bancarias, entre ellas el RBS y el Lloyds, como fondos adicionales.
Thomas Cook ha indicado que comprende la “inquietud” de sus clientes y asegura que, por ahora, sus vuelos “continúan operando con normalidad”.
La firma había previsto sellar esta semana un paquete de rescate con su mayor accionista, el conglomerado chino Fosun, por 900 millones de libras (1.023 millones de euros) pero fue retrasado por la petición de los bancos de nuevas reservas cara al invierno.
Desde diferentes sindicatos -como Unite o el de trabajadores de transporte- instan ahora al Ejecutivo a que interceda, al tiempo que Balpa -el grupo que representa a los pilotos de aerolíneas- ha pedido al Gobierno que asegure que el banco RBS -en su mayoría nacionalizado- retire su exigencia económica al grupo.
Un portavoz gubernamental afirmó hoy que si bien las “circunstancias financieras de negocios individuales son un asunto comercial, el Gobierno y la Autoridad Civil de Aviación siguen de cerca la situación”.
La crisis de Thomas Cook recuerda el colapso en 2017 de la aerolínea Monarch. Entonces, el Ejecutivo se encargó de traer de vuelta al Reino Unido a todos los turistas afectados por la quiebra.
Un eventual colapso de Thomas Cook podría forzar a la Autoridad de Aviación Civil a repatriar a los clientes afectados por un coste estimado en 600 millones de libras (682 millones de euros).
Las dificultades financieras de la firma se habían amontonado en el último año aunque en agosto comunicó las conversaciones con el conglomerado chino para llegar al rescate.
Finalmente, la decisión última sobre un pacto ha sido retrasada ante la nueva exigencia de los bancos.
De prosperar ese acuerdo, Fosun Tourism Group sería propietaria de una mayoría del operador turístico y tendría una participación minoritaria en su aerolínea.
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