El Senado de Estados Unidos dio luz verde este miércoles, por una mayoría de 74 votos contra 25, a un plan de rescate financiero que apoya más al ciudadano medio y que por tanto, podría ser más fácilmente aceptado por la Cámara Baja.
Tras la aprobación del Senado, el nuevo plan será debatido por la Cámara de Representantes y probablemente votado el viernes. En principio, parece que en esta instancia del Congreso se han suavizado las reticencias que provocaron el rechazo del lunes.
El presidente George W. Bush continuó durante toda la jornada de este miércoles su campaña telefónica para convencer a los senadores -y también a algunos congresistas reticentes, en su mayoría republicanos- de la necesidad de aprobar este plan que permitirá al Gobierno poner coto a la crisis.
El paquete aprobado por el Senado mantiene el desembolso de 700.000 millones de dólares previsto en el proyecto rechazado el lunes por la Cámara baja (228 votos contra 205), pero incorpora nuevos alivios fiscales y otras medidas que benefician al ciudadano medio.
El nuevo plan contiene una medida para evitar que la clase media y los pequeños empresarios se vean afectados por el “impuesto mínimo alternativo”, lo que supone, en realidad, una desgravación fiscal.
“La medida provocará inmediatamente la creación de cientos de miles de puestos de trabajo en Estados Unidos”, ha dicho el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Harry Reid.
Además, el texto incluye una propuesta para incrementar hasta 250.000 dólares las garantías que se aplican a los depósitos que los particulares y las pequeñas empresas tienen en los bancos, en caso de que alguno de éstos entre en quiebra.
Esta medida tiene una gran importancia para los bancos, pues evita la fuga de depósitos de las pequeñas entidades hacia las grandes, ante la sensación que tienen los clientes de que su dinero estará allí más seguro.
Otras incorporaciones al texto son la aplicación de nuevos incentivos fiscales para la promoción de las energías renovables y la imposición de una obligación a las compañías de seguros médicos para que cubran el tratamiento de enfermedades mentales, como lo hacen ya con las físicas.
Entre estas medidas “populares” está también la decisión de terminar con lo que se conoce como el “paracaídas dorado”, es decir los sueldos tan enormes como blindados que cobran muchos ejecutivos de empresas de Wall Street.
Ahora, el Gobierno elevará los impuestos a las empresas que paguen a sus directivos por encima de 500.000 dólares al año.
El eje central del acuerdo sigue siendo la capacidad del Tesoro para adquirir la deuda de mala calidad de los bancos por un importe de hasta 700.000 millones de dólares.
De ellos, podrá usar 250.000 millones inmediatamente y otros 100.000 millones si el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, determina que los necesita. El Congreso puede retener los otros 350.000 millones si no está satisfecho con el desempeño del programa.
El debate, que se prolongó durante seis horas en la Cámara Alta, contó con la presencia de los tres senadores ahora en campaña electoral, los demócratas Barack Obama y Joseph Biden y el republicano John McCain.
En su intervención ante el pleno de la Cámara Alta, Obama explicó la gravedad de la situación que vive Estados Unidos, “en la que las instituciones financieras en todo el país temen prestar dinero”.
“Eso significa que si no actuamos será más difícil para los estadounidenses” conseguir préstamos, argumentó.
“Esta crisis puede convertirse en una catástrofe” dijo.
El candidato presidencial demócrata aseguró que si no se frena cuanto antes, la crisis financiera tendrá un efecto dominó en toda la economía y, tras observar el gran riesgo de recesión que existe, afirmó: “Esta no es sólo una crisis de Wall Street, es una crisis estadounidense”.
John McCain, por su parte, insistió en la importancia de aprobar este plan porque, de lo contrario, la actual crisis se convertirá en un “desastre”.
McCain, en plena campaña para distanciarse de la impopular Casa Blanca, criticó a un gobierno que va, dijo, “por la senda equivocada”.
Tanto McCain como Obama, al igual que Biden, aspirante a la vicepresidencia, y la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, votaron a favor del rescate.