El Palacio Episcopal de Teror ha acogido de este viernes y al domingo la primera edición de la Feria Insular de la Papa, que ha mostrado al público las 32 variedades que se pueden cultivar en Gran Canaria y cuáles son las mejores para arrugar, freír o guisar.
Después de la reciente cata de la finca de Osorio, la corporación isleña ha elegido la Valor como la la mejor papa para arrugar, Manitou para sancochar y la experimental HZA 08-1292 para freír.
De ser factible el cultivo profesional de la HZA 08-1292, el Cabildo puede gestionar con la casa de la semilla que la papa se denomine Tamarán, antiguo nombre de Gran Canaria.
La iniciativa trata de valorar un producto que se cultiva en 1.200 hectáreas en una isla que tiene potencial para 3.500 y donde se consumen unos 40 millones de kilos cada año, de los que 18,3 se producen en el archipiélago, según datos del Cabildo de Gran Canaria.
La primera Feria Insular de la Papa, que se enmarca entre el centenar de actividades de las fiestas del Pino 2017, ha contado con ponencias técnicas, actividades de degustación, intercambio de conocimientos técnicos y un concurso en la novena cata de este tubérculo.
Los asistentes también han podido conocer con vídeos, proyecciones, charlas de expertos y degustaciones las propiedades de un producto gastronómico de primer nivel internacional en la isla, donde, por su climatología, se dan hasta tres cosechas al año -tempraneras, medianas y tardías-.
El servicio de Extensión Agraria del Cabildo ensaya con diferentes variedades de papas para conocer su resistencia a plagas y enfermedades, y para saber cuántos kilos da por metro cuadrado y hectárea o, incluso, por planta, además de sus tamaños.
Historia
Los primeros datos históricos relativos al cultivo de la papa en la isla se remontan al año 1573, aunque el profesor Lobo-Cabrera, en un estudio de 1988, manifestó que su introducción en Canarias puede haberse realizado desde América en el siglo XVI, entre los años 1550 y 1560, destaca la corporación isleña.
La referencia a las papas más antiguas y que han tenido una mayor difusión mundial data de noviembre de 1567, en la que un notario público da fe del envío de esta mercancía desde Gran Canaria a Amberes (Bélgica).